‘La delicadeza’: maneras de querer

La delicadeza, fotograma de la película

La delicadeza, fotograma de la película

J. L. CELADA | Pocas veces un título define de modo tan escueto y preciso lo que encierra la producción que hay detrás. La delicadeza reúne en apretada síntesis todo lo mejor y lo peor de un género –el melodrama romántico– que aquí toma cuerpo en una historia a ratos tierna y sensible, pero cuyo frágil equilibrio narrativo amenaza el conjunto.

En el sufrido empeño de poner palabras a los sentimientos, aflora la poesía y se impone la contención. Aunque no siempre. La cursilería y la languidez permanecen al acecho.

Por esa tenue frontera que separa a unas de otras se mueve el estreno en la dirección de David y Stéphane Foenkinos, adaptación de la novela homónima del primero de ellos, todo un éxito de ventas y crítica en Francia. En la línea de compatriotas de moda, como Anna Gavalda (Juntos, nada más) o Muriel Barbery (La elegancia del erizo), el joven escritor sorprendió hace apenas dos años con un relato luminoso y esperanzado sobre la búsqueda de la felicidad.

Ese texto lo acaba de llevar a la gran pantalla ayudado por su hermano y, en especial, por la impagable presencia de Audrey Tautou. Aquella cándida Amélie de una década atrás se mete ahora en la piel de una joven parisina con pareja y trabajo, a la que la vida reserva un duro golpe… y un pequeño milagro.La delicadeza, fotograma de la película

La media hora inicial, asentada sobre elipsis bien trabajadas y al calor de una dirección artística y una ambientación musical que presidirán el resto del metraje, nos pone al corriente de casi todo.

Superado el período de duelo (días de encierro, inapetencia y soledad), la vuelta a la rutina de nuestra protagonista marcará también el tránsito del drama a la comedia. Las lágrimas se tornan tímidas risas: las que provoca la incomodidad de quien reclama para sí un trato normal, cuando a su alrededor nadie sabe cómo comportarse con ella. Y entonces irrumpe en escena el personaje que pondrá definitivamente patas arriba su estabilidad emocional y el devenir de la cinta.

El más insospechado compañero de oficina (François Damiens), encarnación de lo absurdas y/o agotadoras que pueden resultar ciertas relaciones humanas, irá conquistando poco a poco su corazón a base de una extraña mezcla de humor y ternura. La misma fórmula que atrapa al espectador en el último tramo del filme y que mejor resume su espíritu. Tras los gestos y silencios de ese tímido y educado individuo, late La delicadeza en estado puro.

De su mano, esta película se oxigena y recobra la frescura perdida en varios recodos del camino, hasta el punto de que nos reconcilia con otras maneras de querer alejadas de usos –y abusos– harto repetidos. Cosa que no ocurre, sin embargo, con el cine de los hermanos Foenkinos, demasiado convencional como para esperar de él algo más de lo que ofrece.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: La délicatesse.

DIRECCIÓN: David y Stéphane Foenkinos.

GUIÓN: David Foenkinos, sobre su novela homónima.

FOTOGRAFÍA: Rémy Chevrin.

MÚSICA: Emilie Simon.

PRODUCCIÓN: Xavier Rigault y Marc-Antoine Robert.

INTÉRPRETES: Audrey Tautou, François Damiens, Bruno Todeschini, Mélanie Bernier, Joséphine de Meaux, Pio Marmaï, Monique Chaumette, Vittoria Scognamiglio, Olivier Cruveiller, Ariane Ascaride, Christophe Malavoy

En el nº 2.809 de Vida Nueva.

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