Fortalecer el espíritu en tiempo de ocio. Convertir la vida en experiencia de Dios

chica pasea en el mar en la playa al atardecer

Una guía interior en primera persona

chica pasea en el mar en la playa al atardecer

CONSUELO JUNQUERA, SAC, terapeuta del ITVR | Escribo este artículo partiendo de mi propia experiencia y de la experiencia de otras personas de las que conozco su intimidad a través de mi acción terapéutica. Deseo comunicar mi testimonio ante la riqueza y posibilidades que nos ofrece el tiempo de ocio y, al mismo tiempo, ante el riesgo de malgastarlo, huyendo de nosotros mismos al encontrarnos con nuestro propio vacío. Por eso lo escribo en primera persona.

El propósito de este artículo es suscitar, provocar la reflexión acerca de las posibles consecuencias de hacer de nuestro tiempo de ocio un consumo más y no aprovechar todas las oportunidades que nos brinda, dado que el contexto social que nos envuelve hoy no nos facilita una vida alejada del ruido, de tantos estímulos que nos reclaman a cada instante.

El contexto social nos introduce en una vorágine de actividad en la que nos urge tener espacios de calma y sosiego para replantearnos la vida, para un contacto con nuestras propias aspiraciones, con Dios.

El tiempo de ocio es una oportunidad para despertar y renacer. Ofreceré algunas sugerencias para manejar mejor dichos espacios y para utilizarlos como recursos disponibles, dado que la interiorización es una necesidad íntima.

Nuestro tiempo de ocio nos ofrece la posibilidad de tocar más sosegadamente nuestra interioridad, ese lugar íntimo de la persona en el que sabemos que estamos con nosotros mismos, con lo que sentimos, con lo que de verdad somos y queremos, lejos de la presión de todo lo exterior.

He fragmentado el artículo en tres partes:

En primer lugar, describo el tiempo de ocio como posibilidad para sentir que la vida es una experiencia entrañable, de la que no siempre sabemos extraer toda su riqueza; es un libro abierto para aprender la manera de actuar de Dios en sus proyectos, vida que se nos va yendo sin darnos cuenta, como se va el agua que intentamos retener entre los dedos.chica pensando y reflexionando sentada en el suelo

La propia biografía se hace patente en lo sencillo de cada día, en lo que podemos vivir de forma extraordinaria. Y ya que somos una historia sagrada en la que se realiza la gracia, podemos llenarla de sueños, aspiraciones, ilusiones, transcendencia, porque orar es posible en cualquier lugar, en cualquier momento, en cualquier circunstancia donde esté la vida, donde haya alegría o donde haya muerte, donde haya monotonía o donde haya una circunstancia que estrenamos. Siempre podemos ser dueños y señores de tiempos y espacios para encontrarnos con Dios en la vida.

El tiempo de ocio nos posibilita vivir atentos a lo que acontece, a lo que es. El camino hacia el interior requiere salir de la superficialidad y rutina
y crear espacios de silencio.

En segundo lugar, insisto en la importancia de elegir cómo vivir la vida. La actitud es una elección personal. En ella está la clave de la satisfacción interior o de la nostalgia y tristeza.

Yo decido, o no decido, vivir con atención la vida, desarrollar mi capacidad de interioridad, mi capacidad de estar presente en mí misma. Yo decido comprender lo oculto de los sótanos del corazón, mis muros. Y mirar más adentro sin quedarme en las apariencias, con capacidad de sorpresa y ampliando mi percepción de la realidad. En ello queda echada mi suerte.

¿Me siento enamorada de la vida, o en conflicto con ella? ¿Siento la necesidad de crecer hacia la altura, de buscar aspiraciones más hondas, utopías, retos, metas en mi rutina cotidiana? ¿Qué sentimiento tengo yo hacia la vida? ¿Cómo ha de ser vivida por mí para que la experimente llena de sentido, profecía del Reino en esta sociedad secularizada de economía capitalista, que muestra desinterés por el sufrimiento de los más débiles, pero también muy necesitada de Dios?

En un tercer momento, despliego la posibilidad que el tiempo de ocio nos ofrece para plantearnos desafíos personales, concretando alguno de ellos. Y hablo también de la importancia de recibir y de aceptar la realidad como don, realidad que nos modifica cuando la acogemos ampliando la conciencia de nosotros mismos y de Dios, haciendo una llamada a ser consciente de los procesos de transformación que tienen lugar en la propia vida y en los procesos de nuestro mundo, en esta hora concreta que vivimos, que también es Historia
de Salvación, la nuestra.

Pliego íntegro, publicado en el nº 2.808 de Vida Nueva.

 

LEA TAMBIÉN:

Compartir