Efecto placebo

FRANCISCO JUAN MARTÍNEZ ROJAS | Deán de la Catedral de Jaén y delegado diocesano de Patrimonio Cultural

“Con una prima de riesgo altísima, pareja a la tasa de paro, habiendo sido solicitada ya la intervención europea a favor de la banca, la mayor parte de la ciudadanía se ha dado un respiro a cuenta del fútbol…”.

La victoria de la Selección Española de Fútbol en una nueva final de la Eurocopa, como sucedió hace cuatro años, ha sido, sin duda, una de las noticias más importantes con que se ha cerrado la última semana del mes de junio. El delirio colectivo y el despliegue de banderas nacionales han sido expresión de una euforia que no encuentra reflejo proporcionado en los mercados financieros.

Con una prima de riesgo altísima, pareja a la tasa de paro, habiendo sido solicitada ya la intervención europea a favor de la banca, la mayor parte de la ciudadanía se ha dado un respiro a cuenta del fútbol, evadiéndose de la cruda realidad económica y social de manos del deporte rey. Es como si la maltrecha y enferma economía española experimentase una mejoría –al menos psicológica– gracias al efecto placebo del fútbol.

Como es sabido, el efecto placebo es la capacidad curativa de un agente terapéutico que no produce ningún efecto farmacológico. Se trata de un fenómeno psico-fisiológico en el que los síntomas de un paciente pueden mejorar mediante un tratamiento con una sustancia placebo, es decir, sin efectos directamente relacionados con el tratamiento de lo que estaría causando los síntomas.

Frente a tanta mala noticia, los ciudadanos necesitan una inyección de optimismo, que les anime a creer en las posibilidades de España para remontar la crisis, en un proceso de superación del que pueden ser una buena metáfora los éxitos futbolísticos de la Selección Nacional de Fútbol.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.

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