Ciriaco Benavente: “Nos preocupa la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes”

Ciriaco Benavente obispo de Albacete y presidente Comisión Episcopal Migraciones

Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones

inmigrante llegado en una patera cubierto con una manta roja

FRAN OTERO | Hace ya un año y cuatro meses que la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) encargó al obispo de Albacete, Ciriaco Benavente, la Comisión Episcopal de Migraciones. Y pidió este servicio en uno de los momentos más complicados para los inmigrantes, cuya precariedad se ha intensificado por la crisis. [Extracto de la entrevista con Ciriaco Benavente]

Es este colectivo el más perjudicado y también uno de los grupos con los que la Iglesia trabaja más intensamente, reconoce Benavente, quien recuerda que la atención pastoral y el encuentro del migrante en la parroquia es la verdadera llave de su integración.

Da voz, en esta entrevista con Vida Nueva, a aquellos que se están quedando sin papeles por haber perdido el empleo; también a aquellos que nunca los han tenido y que ven como ahora se les niega la atención sanitaria, que tiene que ver con uno de los derechos fundamentales de la persona, la salud. No son buenos tiempos para aquellos que colaboraron en el bienestar en los años de bonanza, pero la Iglesia no se olvida de ellos.

– Como responsable de Migraciones de la CEE, ¿cómo ve la situación de los migrantes en España? ¿Están sufriendo más que nadie las consecuencias de la crisis económica?

– Situaciones como las de alguna madre de aquí que te dice que no sabe qué va a dar de comer a sus hijos al día siguiente, te parten el alma. Esto es duro, pero, en general, es peor todavía la situación de muchos inmigrantes, que ni siquiera cuentan con el cobijo de la familia. Al ser sus trabajos de los menos seguros y más precarios, suelen ser los primeros en sufrir los despidos. Por este motivo, decíamos los obispos hace un año que los inmigrantes estaban siendo las primeras víctimas de la crisis.

– ¿Les preocupan algunas decisiones como la retirada de la tarjeta sanitaria?

– Nos preocupa, porque va a afectar a uno de los derechos fundamentales de la persona, el que tiene que ver con la salud. Son muchas las voces, en la Iglesia y fuera de la Iglesia, que hemos denunciado esta situación. Puede afectar no solo a personas ‘sin papeles’, sino a otras que han estado trabajando y cotizando a la Seguridad Social, que fueron despedidas del trabajo y que han vuelto a situaciones de irregularidad.

– ¿Ha motivado la situación tan complicada del país algunas actitudes xenófobas?

– Creo que la sociedad ha avanzado en respeto y estima al inmigrante, pero cuando el trabajo es un bien escaso, cuando aumenta la inseguridad o cuando la tarta se hace más pequeña, no es raro encontrar personas que, de manera simplista, ven en la presencia de los inmigrantes la causa de los males. En tiempos de vacas flacas, olvidamos con facilidad cómo contribuyeron a nuestro bienestar, muchas veces en los trabajos más desagradables. Además, la mayoría llegaron aquí ya adultos, sin el alto coste que supone el crecimiento y la educación de una persona hasta que llega a la edad laboral.

– ¿Cómo les acompaña la Iglesia a nivel asistencial y pastoral?

– Se está haciendo un gran esfuerzo en las diócesis y en muchas congregaciones religiosas, tanto en la dimensión asistencial como en la específicamente pastoral. Cuando, por razón de mi encargo en la Conferencia Episcopal, voy conociendo distintas realidades me quedo asombrado del trabajo tan admirable que se está haciendo. Lo que pasa es que el campo es tan amplio que siempre será poco lo que se haga.

– ¿Ayuda la pastoral a la integración en la sociedad?

– Lo que yo había constatado hace tiempo, me lo confirmaba un inmigrante cuando me decía que su encuentro con la parroquia había sido la verdadera llave de su integración. Me da mucha alegría cuando me encuentro en nuestras parroquias con inmigrantes que son catequistas, que forman parte del coro parroquial o que colaboran en Cáritas. Todas estas personas me han reconocido que en la Iglesia han encontrado su casa y su familia. Por eso, en la Comisión Episcopal de Migraciones venimos diciendo que la comunión es el nombre cristiano de la integración. Nos queda mucho por hacer, pero en ello estamos.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.

 

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