Una propuesta pastoral de nueva evangelización

Reflexiones y acciones para una estrategia de renovación “novedosa”

jóvenes católicos portan una cruz en procesión en la calle

FRANCISCO JOSÉ ANDRADES LEDO, sacerdote de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, UPSA | El pasado 19 de junio se presentó oficialmente el Instrumentum laboris de la XIII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre La Nueva Evangelización para la transmisión de la fe cristiana (7-28 octubre 2012). A poco más de tres meses de tan importante cita eclesial, este Pliego nos brinda la oportunidad de revisar todo lo que implica emprender una acción evangelizadora “novedosa”, para que su oferta pastoral llegue a interpelar realmente a nuestros contemporáneos, ya sean creyentes o no.

He aquí algunas propuestas o sugerencias necesarias al hilo de este desafío.

Ante la nueva evangelización, la primera cuestión a abordar que surge es el empleo del calificativo “nueva” para su identificación. Puede dar la impresión de que se pretende emprender una tarea diferente a la que siempre ha venido realizando la Iglesia, como si la evangelización hubiera quedado anticuada durante un tiempo y necesitase ser renovada.

Habría que interpretar esta catalogación de novedad para la evangelización si esta se entiende como el modo de llevar a cabo de manera concreta las acciones pastorales necesarias para dar a conocer lo que ella, a su vez, ha recibido a través de la tradición.

Es decir, se podría hablar de “nueva” evangelización para designar una forma “novedosa” de emprender las acciones eclesiales encaminadas a conducir al hombre contemporáneo al encuentro personal con Dios, al seguimiento libre y decidido de Jesús, a la cooperación para que el Reino de Dios sea una realidad entre los hombres y para asumir lo que conlleva la dimensión comunitaria de la fe en la Iglesia.

Probablemente, la nueva situación
del hombre llamado a ser evangelizado hoy
requiera de una nueva conciencia evangelizadora.

La que puede resultar “novedosa” es la oferta pastoral que se haga por parte de la Iglesia para dar una respuesta evangelizadora a la nueva situación del destinatario, pero no la evangelización en sí.

Esta tiene un contenido que es válido para la Iglesia en todos los tiempos: el Evangelio entendido como Buena Noticia (euanggelion) y con carácter salvífico para el hombre.

Desde ahí se entiende que, entre sus inquietudes principales, estén la implantación del Reino de Dios, la liberación del mal en todas sus expresiones, el amor como criterio de acción humana, los más pobres como destinatarios preferentes y la defensa del ser humano por encima de todo, con sus valores supremos de verdad, justicia y libertad.

El hombre contemporáneo

Consecuentemente, para emprender una acción evangelizadora con carácter novedoso en este momento y que tenga repercusiones evangelizadoras en el hombre contemporáneo, la Iglesia tiene que abordar en primer lugar la situación específica del hombre en disposición de ser evangelizado –que no enemigo de la Iglesia–, del hombre que espera el mensaje liberador del Evangelio –aunque no haya crecido en un entorno de fe cristiana–.

jóvenes con bufandas rojas en una actividad pastoralEntonces sí la Iglesia estará en condición de ofrecer una propuesta pastoral novedosa, aun a riesgo de no acertar plenamente en un principio en el modo concreto de llevarla a efecto.

Tampoco eso debe suponer un obstáculo insalvable para la Iglesia ni una paralización de su oferta pastoral, porque ante las nuevas circunstancias hay que ensayar nuevas respuestas: “A vino nuevo, odres nuevos” (cf. Mt 9, 16-17; Mc 2, 22; Lc 5, 37-39). Y ahí es donde se sitúa la “nueva” evangelización como propuesta eclesial en su quehacer pastoral en este momento concreto de la historia.

Probablemente, la nueva situación del hombre llamado a ser evangelizado hoy requiera de una nueva conciencia evangelizadora, en la que los primeros pasos a dar van en la dirección del primer anuncio, de una acción misionera que pretenda provocar un conocimiento inicial de Jesús, un descubrimiento de la importancia de Dios en la vida, la necesaria conversión a Él y la decisión firme de optar por su seguimiento y de llevar una vida conforme al Espíritu (cf. Rom 8).

La que puede resultar “novedosa”
es la oferta pastoral que se haga por parte
de la Iglesia para dar una respuesta evangelizadora
a la nueva situación del destinatario,
pero no la evangelización en sí.

Esta finalidad vale igualmente para muchos de los que se consideran cristianos, confiesan su fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu y celebran con normalidad su fe participando en las celebraciones litúrgicas eclesiales. En bastantes de esos casos, su vivencia cristiana se ha ido ritualizando con el paso del tiempo y se ha ido diluyendo la razón que la motivaba.

Algunas sugerencias pastorales concretas

Nos atrevemos a indicar –a modo de sugerencia y entre otras muchas posibles– y explicar algunas propuestas que pueden ayudar a hacer realidad esta nueva acción evangelizadora.

  • Fomentar espacios donde compartir la fe comunitariamente.
  • Favorecer la formación de los laicos.
  • Celebrar los misterios de la fe de manera gozosa y festiva.
  • Diseñar una pastoral con jóvenes que ayude a estos a encontrarse con Jesucristo.
  • Sensibilizar a todos los miembros de la comunidad cristiana de su compromiso socio-caritativo en favor de los más necesitados de la sociedad, no delegando solo en Cáritas (parroquial o diocesana) esta dimensión ineludible de la fe cristiana.
  • Promover la dimensión vocacional de la vida cristiana.

Pliego íntegro, publicado en el nº 2.807 de Vida Nueva.

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