La Iglesia reclama en Río+20 un desarrollo más integral

protesta de ecologías durante la Cumbre Río+20

protesta de ecologías durante la Cumbre Río+20

M. Á. MALAVIA | A la espera de conocerse los frutos de la Cumbre Río+20, y pese a la sensación de desencanto que parece haber dejado esta Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río de Janeiro, 20-22 de junio), en ella se escucharon algunos mensajes esperanzadores. Fue el caso del pronunciado por el cardenal Odilo Pedro Scherer, arzobispo de São Paulo y enviado papal a la cita.

“Ahora es el momento oportuno para hacer frente a las muchas amenazas contra la familia humana y su hogar en la tierra”, instó el purpurado, quien señaló como las principales “la injusticia del hambre, la pobreza y el subdesarrollo”.

Una situación que catalogó de “oportunidad” para “dejar de lado la hermenéutica de la sospecha partidista que sustenta el interés propio y el proteccionismo en favor de una verdadera solidaridad entre nosotros, especialmente con los pobres”.

¿Cómo? Apostando por “una distribución más justa de los bienes abundantes de este mundo y la búsqueda de un desarrollo más integral”. Esto es, manteniendo “la relación adecuada de los medios a su fin”. Un fin que no es otro que el ser humano: “De pie, en el centro del mundo creado, está la persona (…). Cada vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, es de igual valor y dignidad”.

“Cualquier nuevo modelo de desarrollo, como la economía verde –profundizó–, debe estar anclado y permeado por los principios que son la base para la promoción efectiva de la dignidad humana”.

Entre ellos, la “responsabilidad” de los estados “a favor de una adecuada transferencia de tecnología” y “el respeto de las obligaciones en la ayuda para el desarrollo”.

El cardenal Scherer reivindicó el “papel único” de la familia como motor del cambio, pues “la educación y el desarrollo comienzan en la familia, donde todos estos principios se transmiten a las generaciones futuras para que sus miembros asuman su propia responsabilidad en la sociedad”. También se refirió al “derecho a la vida”, denunciando “la promoción de una concepción de la salud que amenaza profundamente la dignidad de la persona humana”.

En el nº 2.807 de Vida Nueva.

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