Góngora, estrella inextinguible… y sacra

obras de Góngora

Una exposición en la Biblioteca Nacional culmina el 450º aniversario del nacimiento del poeta cordobés

Luis de Góngora y Argote, retrato de Velázquez

'Luis de Góngora y Argote', retrato de Velázquez

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La exposición Góngora: la estrella inextinguible. Magnitud estética y universo contemporáneo, organizada por la Acción Cultural Española (AC/E), recorre en la Biblioteca Nacional más de cuatro siglos de influencia del universo gongorino en la literatura universal a través de dos centenares de piezas entre cuadros, manuscritos, grabados, dibujos, cartas, esculturas, instrumentos musicales, tapices, partituras, carteles, libros, y revistas. [Góngora, estrella inextinguible… y sacra – Extracto]

Un cierre único a la conmemoración del 450º aniversario del nacimiento del poeta en 1561 en Córdoba. De ahí, la participación del Ayuntamiento y la Universidad de Córdoba en la muestra.

Su comisario es Joaquín Roses, profesor de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad de Córdoba. “Luis de Góngora –resume– es el poeta de la variedad inagotable, cuyo mensaje trasciende siglos y territorios”.

En un magnífico retrato de Góngora que Velázquez pintó en 1622, y que se puede ver en la exposición, se contempla a un don Luis reflejado en tonos sombríos, responsable en parte de esa imagen hosca y malhumorada que se sigue dando del poeta.

Roses no está de acuerdo, y es el primer objetivo de la muestra: desmentir esa imagen circunspecta del poeta, como lo desdice su poesía: “Ese hombre tenía mucho del vitalismo renacentista, del puro placer estético y musical del verso. Su opción es mucho más atrevida que la de otros poetas del siglo XVII. Y en pleno siglo XX sus escritos sobresaldrían notablemente, aunque no sé si su poesía sería atendida convenientemente en una sociedad como la actual, más propicia a la banalización y a la facilidad alienante”.

La exposición, abierta hasta el 19 de agosto, recorre la poesía de Góngora –y su innegable influencia– en cuatro bloques: En orbe de oro luminosa estrella: vida y contextos; El triunfo de Góngora en el siglo XVII; Motivos cotidianos, poemas estelares, mitos inagotables: sugerencias de la forma, la línea y el color; y La galaxia de Góngora en el siglo XX, cuando la admiración por él da lugar a la Generación del 27 en el III Centenario de su muerte.obras de Góngora

“Fue un poeta muy imitado en el siglo XVII, sí –explica Roses–. Pero en el XVIII y el XIX cambia el gusto poético, los conceptos sobre lo que es la poesía. Se sigue leyendo al Góngora aparentemente fácil, el de los romances, el de la poesía jocosa y popular, el de las letrillas, pero cae un velo sobre la obra central, nuclear, de su trayectoria lírica, que es las Soledades, poema extenso del que podría decirse que es el más original de toda la poesía europea del siglo XVII. Posteriormente, en el XX, se habla de que la Generación del 27 recupera a Góngora, pero, mucho antes, desde Francia, los estudiosos y los críticos ya trabajaron en la revaloración del poeta. En 1900 se presentaron tres manuscritos allí, el Chacón, el Estrada y el Iriarte”.

Otro velo de silencio que ha caído sobre la poesía gongorina queda, no obstante, de manifiesto también en esta muestra: su propio testimonio de hombre de fe. Góngora tuvo, y es irremediablemente cierto, una minoritaria producción de poesía religiosa, pero eso no significa que sea irrelevante. Ni mucho menos.

Góngora fusiona las tradiciones bíblicas, devotas y populares que ha heredado y las ajusta a su propia visión poética. Como no podía ser menos en un hombre de la Iglesia. “No era un sacerdote desde el principio –explica Roses–, era diácono, racionero de la catedral de Córdoba, tenía órdenes menores. Eso sí, cuando se trasladó a Madrid, en 1617, antes de convertirse en capellán de honor de Felipe III, ya accede al presbiterado”.

Verdad, belleza y justicia

Romances, sonetos, villancicos… dan cuentan de un Dios que representa los valores de la verdad, la belleza y la justicia. En contra de la visión de algunos de los más grandes impulsores en el último siglo del estudio del poeta –como Robert Jammes o Antonio Carreira– de que “la escasa poesía religiosa de Góngora, (…) no es sincera ni convincente”, se va imponiendo la de otros como Salvador Loring, José Manuel Camacho Padilla, José A. Roig del Campo o Antonio Alatorre.

obras de Góngora“Dice Antonio Carreira en su edición crítica de los Romances que, ‘de todas las musas, la de la poesía religiosa es la que menos asiste a Góngora’. Yo no lo veo así. El soneto Pender de un lecho, traspasado el pecho… es, para mí, una de las grandes poesías religiosas españolas; la serie de poesías del Corpus (1609) es una quintaesencia de teología maravillosamente obsequiada a los no teólogos, y una sola de las poesías de Navidad (1615) vale más que todas las de Lope en Pastores de Belén”, dice Roses.

Otros que han difundido que el pulso sacro también está presente en Góngora con calidad ha sido, desde Oxford, Colin Thompson. En su trabajo, Góngora como poeta religioso: los tres romances Al nacimiento de Cristo Nuestro Señor, Thompson eleva el “estatus artístico de Góngora como poeta religioso” y analiza cómo logra una fusión de elementos populares y cultos –como lo realiza en sus letrillas y romances– en función de los misterios de la fe.

Los romances Al nacimiento de Cristo atestiguan “las tradiciones exegéticas de la Iglesia en un poeta que se inspira sobre todo en los autores clásicos”. Como dice Thompson, es innegable, por una parte, que Góngora continúa experimentando con los aspectos formales en su poesía sacra. Y, por otra, que si bien esta no alcanza la altura de Polifemo o Soledades, “lo cierto es que no merecen el olvido al que se han relegado”. Los cordobeses Feliciano Delgado León, Manuel Gahete y Antonio Cruz lo han dejado bien claro en su antología La poesía religiosa de Góngora (Cajasur, 2005).

En la propia exposición se puede ver –y explorar página a página gracias a una pantalla táctil interactiva– el llamado Manuscrito Chacón, una joya de la caligrafía del siglo XVII, dedicado al Conde Duque de Olivares. Está fechado en 1628, un año después de la muerte de Góngora –que lo había supervisando personalmente– y en el que se incluye buena parte de sus sonetos.

En él se encuentran los siguientes bajo el epígrafe de sacros: A la Purissima Concepcion de Nuestra Señora; Al nacimiento de Christo, Nuestro Señor; Al monte Santo de Granada; y A la rigurosa acción con que S. Ignacio reduxo un peccador.grabado de Góngora

“Aunque menos conocidos que los prodigados en las antologías –admite el profesor Roses–, el poeta escribió sonetos donde se exhibe en clave de intenso poeta moral. Como la carrera eclesiástica era una de las vías económicas para las familias de la mediana nobleza, se ha dicho a menudo que la vocación religiosa de Luis de Góngora no era firme. Verdad y exageración interesada se conjugan parcialmente en esa creencia, pero ello no justifica los reparos por falta de pulso poético en su poesía religiosa o en sus referencias a motivos sacros”.

Un autógrafo de Góngora contra el inquisidor de Córdoba

La hispanista Amelia de Paz descubrió durante los trabajos previos de preparación de la exposición de la Biblioteca Nacional un texto autógrafo e inédito de Góngora en fondos del Archivo Histórico Nacional de Córdoba, dentro de la sección de la Inquisición. Es una testificación del poeta cordobés ante el Santo Oficio el 25 de febrero de 1597, en la que acusa al inquisidor de Córdoba, Alonso Jiménez de Reynoso, de una conducta irregular.

La testificación de Góngora ante el tribunal consta de diez páginas en las que relata, entre otros, los encuentros amorosos entre el inquisidor Reynoso y Doña María de Lara, a la que califica como “muy pública y escandalosa”. “El contenido de este texto es insólito –según la hispanista–. Estamos acostumbrados a leer a un Góngora severo y serio. En este documento, se nos aparece un Góngora simpático y guasón, más cercano al estilo que marca en sus poemas”.

jcrodríguez@vidanueva.es

En el nº 2.805 de Vida Nueva.

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