EMF en Milán: una fiesta de la fe

papa Benedicto XVI VII Encuentro Mundial Familias Milán

Más de un millón de personas se citan en el VII Encuentro Mundial de las Familias

papa Benedicto XVI VII Encuentro Mundial Familias Milán

DARÍO MENOR. MILÁN | Una parte importante de la Iglesia necesita esos festivales de la fe que son los Encuentros Mundiales de las Familias (EMF) o las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) para sentir el abrazo de toda la comunidad cristiana, palpar que la universalidad eclesial no es solo un eslogan y poder volver así a casa con la certeza de que otros millones de personas comparten la misma forma de entender la vida. [La familia, un bien insustituible] | [El Papa en Milán: “La familia es la primera escuela de virtudes sociales”]

Son una buena ocasión para comprobar que, pese a los problemas, ya sea la descristianización rampante en Occidente, los cuervos vaticanos o los abusos sexuales, la Iglesia católica sigue siendo la organización con mayor capacidad de congregar a las masas para reflexionar sobre los valores en que se sustenta nuestra sociedad.

También le sirven al Papa para darse un baño de multitudes y sentir el cariño de la gente, un sentimiento anhelado por todos, pero que en un octogenario como él resulta aún más necesario.

Milán fue, en esta ocasión, el lugar donde, durante tres días, latió el corazón del catolicismo con la visita de Benedicto XVI para presidir la séptima edición del EMF. La capital lombarda se vistió con banderas vaticanas para recibir a los alrededor de millón y medio de niños, padres y madres que, provenientes de más de 150 países, participaron en el evento.

“Venimos por tres motivos. El primero es para formar parte del encuentro, que es un momento importante de la vida de la Iglesia y nos permite rezar junto a nuestros hermanos. La segunda razón es para encontrar a otras familias de países diferentes, pero que tienen la misma fe y afrontan los mismos retos en su vida. Cada uno tendremos nuestra lengua, pero a todos nos une el amor y la familia. Es una alegría ver que hay más personas a favor de esta institución y de la vida. Y el tercer motivo, por supuesto, es para ver al Papa y poder decirle que le queremos mucho”, cuenta Francesco, un italiano de unos cuarenta años que ha viajado a Milán desde el Véneto junto a sus tres hijas.

Andrea, la mayor y menos tímida, dice emocionada que ha conocido a chicos de su edad de siete países diferentes con los que ha intercambiado su contacto en Facebook. VII Encuentro Mundial Familias Milán

Buen testigo de las relaciones que se van tejiendo en estos encuentros es Manuel Pérez, un malagueño recién jubilado miembro del Camino Neocatecumenal, el movimiento al que pertenece la mayor parte de los españoles que acuden a Milán para participar en el EMF.

El lenguaje de Cristo

“Nos hemos encontrado aquí por casualidad con la familia que nos acogió en Manaos (Brasil) cuando mi hijo se ordenó sacerdote allí. Nos ha dado muchísima alegría, pues nos trataron como si estuviésemos en nuestra casa. Aquí nos juntamos personas de todo el mundo que hablamos un mismo lenguaje: Cristo”, dice Manuel.

Al referirse a España y la crisis económica, apunta que “sin la familia, sin las ayudas que se ofrecen y se reciben dentro de ella, el país estaría al borde de la explosión”. “Fíjese que no ha aumentado mucho el número de robos o de otros crímenes”, subraya.

A su lado, en la Plaza del Duomo, otro grupo de españoles miembros del Camino provenientes de Tudela (Navarra) presentan con orgullo a Pablo, un bebé que con solo diez meses ya lleva dos concentraciones multitudinarias católicas: el verano pasado, la JMJ de Madrid, y ahora, el EMF de Milán.

“Es un esfuerzo grande viajar con los críos, pero merece la pena”, dice su padre. De fondo suenan las guitarras y los cánticos de los neocatecumenales que, con sus bailes, han tomado el centro de la plaza entre las miradas curiosas de las elegantes jóvenes milanesas que pasean por el ágora de su ciudad.

No es la única sorpresa que se llevan. Tanto en la Galería como en el Corso Vittorio Emanuele II, grupos de muchachos se echan a los brazos de los viandantes con una sonrisa. ‘Abrazos gratis’, dicen los carteles que portan, escritos por un lado en italiano y por el otro en inglés.

Hay quien agradece el gesto, pero lo rechaza incómodo. Otros se echan a los brazos del desconocido, sonrientes y con confianza. Algunos hacen como si no hubieran visto nada, y unos pocos incluso quieren repetir. Tras dar un largo y cálido abrazo al periodista, uno de estos jóvenes, llamado Dario, explica los motivos de su afecto.

VII Encuentro Mundial Familias Milán“Hemos conocido una alegría muy grande en Jesús y queremos compartirla. Al principio da un poco de corte ir repartiendo abrazos, pero vale muchísimo la pena cuando ves las sonrisas que provocas en la gente. Es muy bonito sentir que transmites alegría. Muy pocas personas nos preguntan por qué lo hacemos”, dice el chico, quien junto a sus compañeros forma parte de la Comunidad Nuevos Horizontes, un movimiento laico fundado por la italiana Chiara Amirante.

“Hemos aprovechado que se celebraba el Encuentro de la Familias para poner en marcha por las calles de Milán esta iniciativa enmarcada en la nueva evangelización”, explica Dario.

Desde el 30 de mayo hasta el 1 de junio, cuando Benedicto XVI aterrizó en la capital lombarda, la atención del EMF se había centrado en el Congreso Internacional Teológico Pastoral dedicado a analizar el tema de la cita milanesa: La familia: el trabajo y la fiesta.

Adelantando algunos de los puntos que después trataría el Papa en sus discursos, 104 relatores, entre los que se encontraban algunos de los mejores expertos en la materia de la Iglesia, trataron la situación de la institución familiar en su concepción tradicional, su difícil conciliación con el trabajo y las amenazas que sufre el domingo (el día de fiesta por excelencia para los católicos) debido a la expansión incontrolada del mercado.

Crisis “antropológica y cultural”

El cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia –el dicasterio que organizó el EMF junto a la Archidiócesis de Milán, pastoreada por el cardenal Angelo Scola–, resumió en su intervención de clausura algunas de las conclusiones del congreso.

“La cultura individualista utilitarista, consumista y relativista ha empobrecido las relaciones humanas y ha mermado la confianza entre las personas. Ha provocado la crisis de la economía, del trabajo y de la familia. Si se redescubre al hombre como sujeto esencialmente relacional y se cuidan las relaciones, se superará la crisis del trabajo y de la familia”, dijo el siempre sonriente cardenal Antonelli, para quien la actual crisis no es solo económica, sino, sobre todo, “antropológica y cultural”.papa Benedicto XVI VII Encuentro Mundial Familias Milán

En un optimista apunte final, subrayó que el difícil momento que estamos viviendo en la actualidad está haciendo emerger un “malestar latente desde hace tiempo”, lo que “abre nuevas perspectivas” e invita a vislumbrar un futuro “lleno de esperanza”.

Entre los ponentes del congreso había una española, la teóloga y antropóloga Blanca Castilla de Cortázar, profesora del Pontificio Instituto Juan Pablo II de Madrid. En su intervención, titulada La familia y la fiesta entre antropología y fe, Castilla de Cortázar lamentó que en la sociedad contemporánea las personas “hayan ganado el tiempo libre, pero hayan perdido el sentido de la fiesta”.

“Hay días especiales en los que uno se para y se dedica más a lo que de verdad da sentido al resto de los días. Es un día en el que hay espacio para la contemplación, para la adoración, para el agradecimiento. Ese día es el domingo, que es propiamente un rito, un día en el que ir a misa, un tiempo en el que se para el tiempo y nos unimos a la eternidad”, dijo la experta española.

El EMF, tanto en su primera fase protagonizada por el congreso como en las tres jornadas presididas por Benedicto XVI, dejó en los participantes –y en el Vaticano– un excelente sabor de boca. El resultado tan positivo refuerza en su haber de méritos al cardenal Scola para convertirse en uno de los “papables” de más peso. Tanto la Iglesia italiana como los medios de este país buscaban entre sus purpurados a un candidato de unidad para cuando llegue el nuevo cónclave: pueden haberlo encontrado ya en el arzobispo de Milán.

En la comparecencia conclusiva del EMF, Scola saboreó el éxito “extraordinario” del evento, donde ha podido verse la “tradición y gran postura propositiva de la Iglesia de Milán”. “No se improvisa una cita como la del estadio de San Siro”, subrayó, exaltando la capacidad organizativa y movilizadora de su archidiócesis.

Para concluir, recogió el guante lanzado por el Papa en la Vigilia del sábado al adelantar que está ya estudiando cómo poner en marcha hermanamientos entre parroquias milanesas y griegas para ayudar a las familias en dificultad del país heleno.

En el nº 2.804 de Vida Nueva.

 

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