Tarcisio Bertone: “Estos ataques son feroces y parecen organizados”

cardenal Tarcisio Bertone

El secretario de Estado sale al paso de los últimos acontecimientos del caso ‘vatileaks’

cardenal Tarcisio Bertone

ANTONIO PELAYO. ROMA | Los periodistas italianos han encontrado un filón en los que el padre Federico Lombardi definió como vatileaks. Desde hace algunas semanas, no pasa día sin que nuestros colegas no se entreguen a una de sus especialidades favoritas: la suposición, la invención de tramas supersecretas, la exageración hasta la caricatura. Como contraste a tanto esfuerzo, los datos reales escasean. No vamos a entrar en ese juego. [Tarcisio Bertone: “Estos ataques son feroces y parecen organizados” – Extracto]

En Roma, la consigna es no ceder al pánico y dejar que la justicia –por ahora la del Vaticano, más adelante tal vez la italiana– prosiga su acción.

El martes 5 de junio, el ex ayudante de cámara del Papa, Paolo Gabriele, compareció, en compañía de sus dos abogados defensores, Carlo Fusco y Cristiana Arru, ante el juez Piero Antonio Bonnet. Al confirmar la noticia, el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede no añadió ningún otro detalle sobre la duración de la audiencia, los contenidos del interrogatorio o la disposición a colaborar del interrogado

Sí aprovechó la ocasión para calificar de falsas y desprovistas de todo fundamento las noticias aparecidas estos días en algunos medios de comunicación; tal vez aludía a lo que publicaba esa misma mañana en el Corriere della Sera Fiorenza Sarzanini, sobre un posible juego como agente doble de Gabriele.

En una de sus escasas entrevistas, el sustituto de la Secretaría de Estado, monseñor Angelo Becciu, declaraba al director de L’Osservatore Romano (el martes 29 de mayo), Gian Maria Vian, lo siguiente: “Considero la publicación de las cartas filtradas un acto inmoral de inaudita gravedad. Sobre todo, porque no se trata de una violación, ya gravísima en sí misma, de la privacidad a la que todos tienen derecho, sino de un vil ultraje a la relación de confianza entre Benedicto XVI y quien se dirige a él, aunque sea para expresar en conciencia alguna protesta”.

El estrecho colaborador del Papa –con el que trata a diario asuntos de máxima importancia– desmiente que en el Vaticano haya un clima de “luchas, venenos y sospechas”.

Cabe recordar –como señalábamos en nuestra crónica de la semana pasada– que al día siguiente, en el curso de la audiencia general de los miércoles, el mismo Papa alzaba su voz para expresar la tristeza que habían provocado en su corazón los acontecimientos de los últimos días.

Pero –añadía– “se han multiplicado, sin embargo, las conjeturas amplificadas por algunos medios de comunicación del todo gratuitas y que han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo de la Santa Sede una imagen que no corresponde a la realidad. Deseo, por esto mismo, renovar mi confianza y mi estímulo a mis más estrechos colaboradores y a todos los que, cada día, con fidelidad, espíritu de sacrificio y en silencio me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio”.

“El Papa no se deja atemorizar”

El primero de sus colaboradores, el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone –objeto del asedio de los cuervos y otros animales varios–, quiso salir al ruedo concediendo una entrevista, el 4 de junio, al director del telediario de la primera cadena de la RAI, Alberto Maccari.

“Benedicto XVI –ha dicho el purpurado– es, como todos saben, un hombre dulce, de gran fe y mucha oración. No se deja, desde luego, atemorizar por los ataques de ningún tipo ni por las duras cortezas de los prejuicios”.

Después de hacer un balance muy positivo del Encuentro Mundial de las Familias de Milán, el cardenal aseguraba que “los ataques instrumentales a la Iglesia y al Papa han existido siempre, en todos los tiempos. Recuerdo, ateniéndome a mi experiencia eclesial, los dirigidos a Pablo VI, por ejemplo, que no son tan lejanos. Esta vez, sin embargo, parece que sean ataques más dirigidos, incluso a veces feroces, demoledores y organizados”.

El segundo capítulo de esta “mina de rumores” es la destitución fulminante del presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ettore Gotti Tedeschi, al que no se le ha encontrado todavía un sucesor. En las quinielas se da como apuesta más segura la del presidente de los Caballeros de Colón, Carl A. Anderson, ya miembro del Consejo de supervisión del IOR.

Finalizando con asuntos de otro tipo, el fallecimiento del cardenal Rodolfo Quezada Toruño –el 4 de junio–, que renunció en octubre de 2010 a su puesto como arzobispo de Guatemala, priva a este pequeño país centroamericano de una personalidad eclesiástica y civil de primer orden. Su mejor elogio es que fuese reconocido por todos como un “hombre de paz” y de reconciliación. Esa fue la tarea a la que se entregó toda su vida.

En el nº 2.804 de Vida Nueva.

 

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