Una ola de solidaridad en Perú se vuelca con el P. Gastón Garatea

manifestación de apoyo al sacerdote Gastón Garatea

El reconocido sacerdote ha sido cesado en sus licencias eclesiásticas por el cardenal Cipriani

manifestación de apoyo al sacerdote Gastón Garatea

Manifestación en apoyo del P. Gastón Garatea

MARÍA ROSA LORBÉS. LIMA | El 11 de mayo se conoció que el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima, había negado la renovación de sus licencias ministeriales al P. Gastón Garatea, con lo que este ya no podría ejercer sus funciones sacerdotales en la arquidiócesis.

Desde ese momento, las manifestaciones de solidaridad con él se multiplicaron, hasta el punto de que el Arzobispado, cinco días después, hubo de emitir una nota en la que, sin dar las razones de la decisión, lamentaba que “algunas personas, con fines totalmente ajenos a esta situación, busquen victimizar a un sacerdote con el único objeto de sembrar confusión, hacer daño a su identidad sacerdotal y, al mismo tiempo, expresar la carga ideológica que los motiva y los aleja de la fidelidad a la Iglesia con manifestaciones y declaraciones que reflejan su rechazo o, por lo menos, su falta de respeto al Magisterio de la Iglesia y a sus pastores”.

El hecho no hubiera tenido trascendencia si no se tratara de una persona tan conocida y apreciada como el P. Garatea. A lo largo de su fecunda y ejemplar trayectoria, ha sido, entre otras muchas cosas, formador y superior provincial de la Congregación de los Sagrados Corazones, presidente de la Confederación de Religiosos del Perú (CRP), vicepresidente de la Confederación Latinoamericana de Religiosos (CLAR), asesor de Cáritas Perú, director del Instituto de Pastoral Andina y presidente de la Mesa de Concertación para la Lucha contra la Pobreza.

Pero si algo le dio relevancia pública, fue su labor en la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, erigida en 2001 para hacer un informe sobre lo ocurrido durante los 20 años de violencia política que vivió Perú entre 1980 y 2000.

El P. Garatea tiene una gran capacidad de comunicación con creyentes y no creyentes, con pobres y ricos, y manifiesta una sensibilidad especial hacia los sencillos y los que sufren que brota de su profunda espiritualidad y su vocación pastoral.

Quizás uno de sus rasgos más destacados es la libertad, con una combinación de sinceridad y de cordialidad, para dirigirse públicamente a las autoridades políticas o a las personalidades influyentes de la sociedad civil, cuando se trata de abogar a favor de los pobres y de la justicia; sabe decir las cosas claras sin caer en la confrontación personal.

Comunicados de apoyo

Así, los comunicados públicos en apoyo del P. Garatea son una constante a día de hoy. Como muestran estos ejemplos de algunas de las instituciones con las que más se ha relacionado: “Cada una de tus acciones dan cuenta de los principios éticos y religiosos que las inspiran” (Mesa de Concertación para la Lucha contra La Pobreza); “invocamos a la comunidad de creyentes, y en particular a sus pastores, a guiarse por el Evangelio como criterio fundamental para sus juicios, normas y estructuras” (Comunidad Laical Héctor de Cárdenas); “sentimos la necesidad de pronunciarnos ante la injusta y poco evangélica suspensión impuesta al P. Gastón Garatea” (un centenar de sacerdotes de diversas diócesis); “la tolerancia es requisito indispensable para alcanzar un país democrático, justo y respetuoso de las personas e ideas” (Coordinadora Nacional de Derechos Humanos); “hoy el Perú necesita hombres como Gastón” (pronunciamiento publicado en el diario La República, con más de mil firmas entre defensores de los derechos humanos, exministros, intelectuales, artistas y profesores y alumnos de la PCUP, la Pontificia Universidad Católica del Perú).

Por su parte, la Congregación de los Sagrados Corazones sí ha informado de la causa del veto de Cipriani: “La decisión del Señor Cardenal se debe a que considera que el P. Garatea ha distorsionado y ha cuestionado la enseñanza y la autoridad de la Iglesia en sus declaraciones a los medios de comunicación social. Lamentamos profundamente esta decisión (…). La Congregación está enviando algunas consideraciones al Cardenal, con el debido respeto que nos merece la autoridad del Pastor. (…). Hacemos votos para que esta medida sea revertida en los próximos meses”.

La Iglesia peruana está en el ojo del huracán. Todos los días es noticia de primera página en algún diario y, a nivel social, el hecho es leído como un acto de intolerancia de la jerarquía o como un enfrentamiento entre conservadores y progresistas en el que nadie sale ganando.

En el nº 2.802 de Vida Nueva.

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