La Belleza como camino de trascendencia

Atrio de los Gentiles en Barcelona mayo 2012 Armand Puig

El Atrio de los Gentiles de Barcelona destaca por su alto nivel cultural y musical

Atrio de los Gentiles en Barcelona mayo 2012

La Sagrada Familia, escenario de la clausura

JORDI LLISTERRI. BARCELONA | “El conocimiento de los átomos no nos tiene que alejar de la religiosidad”. Así concluía el rector de la Universidad de Barcelona, Dídac Ramírez, una de las tres sesiones de diálogo académico del Atrio de los Gentiles que se celebró la semana pasada en Barcelona. [La Belleza como camino de trascendencia – Extracto]

Una edición que ha estado marcada por un alto nivel académico y la preeminencia del contenido intelectual de las sesiones, con aforo reducido y acceso mediante invitación. El contrapunto fue la clausura, más popular, con 5.000 personas en la Sagrada Familia.

Arte, belleza y trascendencia fue el eje del debate de esta edición, en la que participaron unos 30 artistas y pensadores. Un encuentro que inauguraron el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, y el conseller de Cultura de la Generalitat, Ferran Mascarell.

Una de las opciones más valoradas fue la ubicación de los debates en tres instituciones culturales de referencia de Barcelona: el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), la Universitat de Barcelona, y el Institut d’Estudis Catalans (IEC).

Atrio de los Gentiles en Barcelona mayo 2012 cardenal Sistach y Ravasi

En el centro, los cardenales Sistach y Ravasi

“Que se decida hacer un debate de alto nivel en la academia de las ciencias de Cataluña hay que agradecérselo al Vaticano”, dijo el presidente de IEC. El sociólogo Salvador Giner se congratuló de “dejar atrás tensiones que sumaban cero pensando que el avance de las ciencias significaba el descenso de las creencias. Lo digo desde convicciones racionalistas”.

Buena parte de las intervenciones pusieron de relieve los puntos de encuentro entre la experiencia artística y la religiosa. Por ejemplo, el dramaturgo Lluís Pascual –que agradeció la “profunda apertura” del encuentro– destacó cómo la Iglesia y el mundo teatral “compartimos una fe casi curativa en la palabra y los dos ponemos encima de la mesa problemas que van más allá de visión inmediata”.

Francesc Torralba, de la Universidad Ramon Llull, o Alessandro Zuccari, de la Sapienza de Roma, coincidieron en remarcar el poder de la creación artística para llenar de sentido la existencia y, a la vez, exponer el sufrimiento, la insatisfacción o la injusticia. También se debatió la “insatisfacción” –según Ravasi– que produce el arte contemporáneo y el alejamiento del misterio de las creaciones actuales.

Otro tema común en las sesiones fue la relación entre creencia y agnosticismo. La escritora Carme Riera, miembro de la RAE, se confesó “no creyente pero envidiosa de los que tiene fe y pueden dar testimonio de ella”.

Por su parte, el filósofo Rafael Argullol defendió que “lo que diferencia al ser humano no es el hecho de creer o no creer, sino lo que se cree. Todos somos fiduiciarios”. En este sentido, el cardenal Ravasi también comentó la dificultad de encontrar un término adecuado para designar a los “gentiles” que no se defina desde la negación.

Atrio de los Gentiles en Barcelona mayo 2012 Armand Puig

El teólogo Armand Puig, en el Museu Nacional d'Art de Catalunya

Otros participantes, como los editores Fèlix Riera o Jaume Vallcorba, centraron su aportación en denunciar la frivolidad y mercantilización de una parte de la creación cultural. Una cultura que “pierde el sentido sagrado”, según Riera; o “una cultura más preocupada en ser explicada que en ser vista, o en ser criticada que en ser sentida”, según Vallcorba.

La música como diálogo

Más allá de las palabras, en todas las sesiones se introdujo un apunte musical para resaltar la creación artística que trasciende. Una de las más singulares fue la de Lídia Pujol, experta en música tradicional y medieval, en la sede del MNAC. El debate se desarrolló bajo la mirada del pantocrátor del ábside de San Clemente de Tahull. En la interpretación del Canto de la Sibila, Pujol se dirigió a la imagen del Cristo, que seguramente pocas alabanzas ha recibido desde que a principios del siglo pasado fue trasladado al museo.

Pero el protagonismo de la música estuvo en el acto final de la Sagrada Familia. Fue un acto a medio camino entre la liturgia civil y la ceremonia religiosa.

Empezó con la lectura del primer capítulo del Génesis y del Evangelio según San Juan, que comentó el cardenal Ravasi: “La ‘personalidad’ del hombre y de Dios se revela en las palabras que se cruzan en un diálogo”, explicó el purpurado. Y puso como ejemplo que “el sugestivo retrato de Jesús que nos ofrecen los Evangelios sea precisamente el de un hombre de diálogos”.

Entre otras intervenciones, el teólogo Armand Puig expuso una encendida defensa de la capacidad de Gaudí para expresar el mensaje cristiano a través de la arquitectura: “La basílica es una invitación a establecer puentes entre el misterio de Dios y el de los hombres”. Puig remarcó que “la grandiosidad de la Sagrada Familia respeta la medida humana, a pie de calle, recogiendo los gozos y las esperanzas de la gente”.

El diálogo musical puso a prueba la acústica del templo con la interpretación de una combinación de ocho piezas corales antiguas y contemporáneas. Se presentaron organizadas por conceptos teológicos como la encarnación, o la salvación.

Atrio de los Gentiles en Barcelona mayo 2012 cardenal Sistach y Monserrat Caballé

Sistach con Monserrat Caballé

La obra final fue el estreno de la primera composición creada para interpretarse en la Sagrada Familia, aprovechando las posibilidades de los coros que rodean toda la nave, situados a unos 30 metros por encima de los asistentes. El compositor Bernat Vivancos, director de la Escolanía de Montserrat, presentó una obra inspirada en la antífona pascual “Este es el día que hizo el Señor”.

Un total de 600 cantantes participaron en la interpretación, que se combinó con varios juegos de luces para subrayar los momentos del día que evoca la obra. Una clausura musical que realzó los conceptos de belleza y trascendencia, que fueron objeto de debate durante las sesiones del Atrio de los Gentiles. Fue lo más parecido a lo que Gaudí imaginó cuando ideó la acústica.

Evidentemente, la atención mediática del acto de la Sagrada Familia estuvo en la reaparición de Montserrat Caballé, que quiso sumarse interpretando dos canciones acompañada por un organista. Un esfuerzo que fue reconocido con aplausos y la felicitación de Martínez Sistach y Ravasi.

El arzobispo de Barcelona clausuró el acto, valorando que en el diálogo se hicieran “presentes las razones profundas de la esperanza del creyente y de la espera del agnóstico. De este encuentro salimos todos enriquecidos y estimulados”.

En el nº 2.802 de Vida Nueva.

 

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