El arte del “Monacatus”

Monacatus, San Miguel Arcángel

Las Edades del Hombre se reinventa y tiene como sede de su programa, por primera vez en su historia, un monasterio

Monacatus, San Benito pintura de Santo DOmingo de Silos

'San Benito', procedente de Santo Domingo de Silos

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Las Edades del Hombre se reinventa con una exposición que tiene como sede, por primera vez en la historia de su programa expositivo –la 17ª muestra en 24 años y que inaugurará la Reina–, un monasterio. Y no cualquiera: San Salvador de Oña, en su milenario. [El arte del “Monacatus” – Extracto]

De la imaginería procesional que protagonizó el año pasado Passio, al arte monacal en torno a un título evidente: Monacatus.

“Lo escogimos por dos cuestiones ­–explica Gonzalo Jiménez Sánchez, director de la Fundación de Las Edades del Hombre–. Primero, el lugar en el que la íbamos a realizar y la coincidencia con la celebración de su milenario; y dos, que siendo una realidad tan importante y significativa en lo que constituye la vida de la Iglesia, jamás habíamos abordado de una manera directa la vida monacal”.

El arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, proclama que la exposición “es un cierre glorioso” al milenario que conmemora la fundación del monasterio en el año 1011 por el tercer conde de Castilla, Sancho García. Agustín Lázaro, antiguo párroco de Oña y actual canónigo fabriquero de la catedral de Burgos, es su comisario.

cartel de Monacatus, Las Edades del Hombre

Cartel de la exposición 'Monacatus'

“El título de la exposición es lógico, Monacatus, el monacado, ya que se iba a celebrar en uno de los monasterios más importantes de Castilla, uno de los que hicieron posible la reforma cluniacense ya desde principios del siglo XI. Y con ello se dio un paso de gigante para que el monacato de Occidente, el que apadrinó constantemente san Benito de Nursia, se hiciera presente en toda la península”.

San Salvador es, por ello, gran protagonista de Monacatus, sobre todo una vez culminada una rehabilitación que la Junta de Castilla y León comenzó en 1985. “La exposición ocupa la Iglesia, fundamentalmente –explica Lázaro­–. De hecho, incorpora muchas de las obras de arte que se exponen en ella. Pero también tiene continuidad en la sacristía, sala capitular y claustro. Así podemos hacer una exposición que integre todo lo que ha constituido el monacato a través de los siglos”.

El objetivo es transmitir a través de los sentidos las vivencias de la Vida Consagrada. De ahí que el propio monasterio sea a la vez cobijo y objeto expositivo. Por ejemplo, integrando en el itinerario la sillería gótica de nogal del coro ­–obra de fray Pedro de Valladolid, siglo XV–; el panteón de los reyes, infantes y condes de Castilla y de Navarra (siglo XV); los frescos dedicados a la vida de santa María Egipciaca (siglo XIV) o el extraordinario crucificado románico de santa Tigridia (fines del siglo XII), primera abadesa del monasterio.

También el Cristo que se expone por primera vez junto con su retablo gótico (siglo XVI), pintado por Fray Alonso de Zamora –monje de Oña que creó un taller en el monasterio–, pero que hoy ocupa el altar de la iglesia de San Nicolás de Espinosa de los Monteros.

Protagonista será también san Íñigo, abad oniense entre 1035 y 1068, que marcó el esplendor benedictino del monasterio, y cuyas reliquias se conservan en un tabernáculo del siglo XVIII.

Ribera y Berruguete

De las 138 piezas que se exponen, 22 pertenecen al monasterio, aunque se pueden ver obras extraordinarias del arte sacro en torno a la vida monástica procedentes de las diócesis de Burgos, Valladolid, Zamora, Palencia o, incluso, Madrid.

Monacatus, Anunciación

'Anunciación', procedente de la iglesia de Santa María de Becerril de Campos (Palencia)

Entre ellas, destacan pinturas de Ribera –con el San Juan Bautista procedente del Ayuntamiento de Valladolid–, de Berruguete ­–La Anunciación de la iglesia de Santa María de Becerril de Campos (Palencia)– o de Goya, de quien se expondrá su ejemplar Oración en el huerto (1819), de la colección de los Escolapios de Madrid. Incluso de Zurbarán y El Greco.

“Ninguna manera mejor para celebrar este milenario que la celebración de una exposición de Las Edades del Hombre en la que se haga patente la contribución de la Iglesia a través del carisma monástico a la vida religiosa, cultural, social y política de nuestro pueblo”, afirma Gil Hellín.

Este guión en torno al arte sacro surgido en los monasterios y la Vida Consagrada se despliega en un itinerario “corto pero muy denso”, según el comisario.

“Tenemos tan solo seis capítulos –explica Agustín Lázaro–. En el primero se habla de Cristo como origen, fortaleza y término de toda vocación religiosa. En el segundo, de los ‘apartados del siglo’, es decir, de aquellas personas que, siguiendo la vocación que el Señor les había dado, siguieron una vida monacal. El capítulo tercero nos habla de la gloria y la alabanza a través de la oración. Después, en el cuarto, se examinan las relaciones entre los reyes y el monasterio. En Oña, esto tiene una vigencia especial porque los reyes y los condes de Castilla constituyeron este gran monasterio y lo elevaron a la categoría suprema. En el quinto, veremos el ora et labora para cumplir lo que Dios quiere del hombre. El último capítulo repasa la diversidad de carismas del monacato”.

Estas órdenes serán las protagonistas, además, de una de las innovaciones de esta edición: por primera vez en la historia de Las Edades del Hombre se exponen proyecciones audiovisuales y fotografías, en este caso, procedentes de la colección que el ingeniero y fotógrafo José Ortiz Exchagüe (Guadalajara, 1886-Madrid, 1980) donó a la Universidad de Navarra. Fotos en blanco y negro de monjes, sobre todo cartujos y cistercienses, para ilustrar la vida monacal en el claustro del monasterio de Oña, obra de Simón de Colonia (1503-1508).

Monacatus, San Miguel Arcángel

'San Miguel Arcángel'

No solo es un fenómeno expositivo sin más. Las Edades son catequesis, como refleja ese cartel a partir de un dibujo de Eduardo Palacios, creado por encargo de la Fundación. “Define muy bien el sentido de Monacatus ­–afirma su director, Gonzalo Jiménez Sánchez– a través de esas manos, que son tersas y fuertes, pero a la vez simbolizan ese ora et labora de la regla de san Benito”.

Pero, por otro lado, Las Edades representa una seña de identidad. Monacatus –que estará abierta al público hasta el 4 de noviembre– exhibe una portentosa colección de arte sacro, que procede mayoritariamente de las iglesias y cenobios de Castilla y León, con piezas que van desde el románico a la actualidad: un milenario también de arte y devoción.

De las obras expuestas, 58 proceden de Burgos. Entre ellas, destaca la Magdalena de Mateo Cerezo (Museo de Burgos), la Biblia románica de Burgos o una talla de alabastro de San Vitores El Blanco que firma Vigarny, de Cerezo de Río Tirón.

De la diócesis de Valladolid se exponen trece piezas. Por ejemplo, una vajilla monástica de loza de porcelana del monasterio de San Joaquín y Santa Ana, del que también se expone un San Benito (1787) pintado por Ramón Bayeu o una magnífica talla de San Bernardo, atribuida a Gregorio Fernández, en préstamo por el monasterio de San Quirce y Santa Julita (Valladolid).

De Zamora se exponen una docena de piezas, que van desde tallas como la del Cristo Salvador (siglo XVI) de Almaraz de Duero, a una curiosa arqueta de origen presumiblemente chipriota de la segunda mitad del siglo XIII, descubierta en 2010 en el convento de Santa Marina. Dos de las obras escultóricas contemporáneas más destacadas proceden de esta diócesis: un yeso de Eduardo Barrón, Las tentaciones de un santo, realizada en 1897 (Museo de Zamora), y una pieza de hierro de gran tamaño titulada Bulbo en germinación, realizada en 1974 por José Luis Alonso Coomonte (colección particular).

De Palencia, con siete piezas, destaca una extraordinaria pila bautismal de Nuestra Señora de la Asunción de Abia de las Torres.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.802 de Vida Nueva.

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