Miguel Ángel Ruiz: “Vivir sin pasión es desperdiciar la vida”

Miguel Ángel Ruiz, misionero salesiano en Pakistán

Misionero salesiano en Pakistán

Miguel Ángel Ruiz, misionero salesiano en Pakistán

MARÍA GÓMEZ | Miguel Ángel Ruiz es una persona muy divertida. Se expresa con tal frescura que, incluso por correo electrónico, no dejas de reírte con sus anécdotas. Incluso aunque sepas que escribe desde Pakistán, donde los cristianos sufren persecución. Pero es capaz de relativizarlo y de acortar la distancia con buen humor. [Extracto de la entrevista con Miguel Ángel Ruiz]

Nació en Madrid el 29 de julio de 1972, “de una familia muy andaluza y extremeña, pues nuestro pueblo es el último de Badajoz lindando con Córdoba, La Granja de Torrehermosa. Mis dos hermanas mayores nacieron en el pueblo, y la tercera y yo nacimos en Madrid, pues mis padres se habían establecido ya allí”, narra con generosidad al ser preguntado por sus orígenes.

A los 11 años, al poco de que sus padres se separaran, se fue al aspirantado de los salesianos en Arévalo (Ávila), y a los ¡13! escribió a los superiores en Roma para pedirles que le dejaran ser misionero. Soñaba con China, pero le necesitaban en Pakistán…

Allí lleva más de 10 años de aprendizaje, sorpresas, lágrimas, esfuerzos y esperanza, “la época más maravillosa que yo podré recordar”. El Ministerio español de Asuntos Exteriores acaba de otorgarle la Encomienda de la Real Orden de Isabel la Católica. “¿Cómo se llama en concreto lo que me han concedido?”, tuvo que preguntar dos veces, entre disculpas, al embajador español en Pakistán. “Yo no estaba familiarizado con estas cosas, y lo que me preocupaba era dónde acomodar al Rey si venía”.

Miguel Ángel Ruiz es una persona íntegra. Cuando tienes la oportunidad de saludarle en persona, el elocuente brillo en sus ojos revela al hombre honesto y utópico. “Me considero fundamentalmente apasionado por mi vocación como salesiano, como sacerdote y como misionero. Creo que no hay otra actitud posible en la vida para que nuestro caminar en este mundo tenga sentido. Vivir la vida a tope merece la pena. Vivirla sin pasión por nada es desperdiciarla”.Miguel Ángel Ruiz, misionero salesiano en Pakistán

Recibe la condecoración como “un auténtico honor para mí, pero también para todos los misioneros españoles del mundo”. “La concesión de cualquier premio no debe ser un punto de llegada, sino de partida para seguir superándonos. Esto es un desafío: seguir sirviendo a los más necesitados en nombre de la Iglesia, como el sacerdote que soy, pero también consciente de ser español, nación que ha dado grandes ejemplos de generosidad y heroísmo”.

La entrega tendrá lugar en Lahore, en el Centro Técnico Don Bosco que Miguel Ángel dirige: “Creo que es de justicia que nuestros alumnos y colaboradores participen de forma activa”.

En 2007, la Conferencia Episcopal Alemana se convirtió en el principal apoyo económico y de recursos humanos del Centro. Pero el contrato del salesiano vence en este 2012 (“¡A finales de año también yo me voy al paro!”), y no está seguro de cuál será el próximo capítulo de ese libro de aventuras que, asegura, podría escribir.

Decisiones con el corazón

Más allá de la sonrisa, Miguel Ángel es una persona que confía y se abandona en Dios… “Desde que acepté venir a Pakistán, he vivido mi vocación misionera totalmente consciente de que estoy aquí porque Dios quiere, y de que me iré cuando Él lo quiera también. Ese es Miguel Ángel: alguien que cree que las decisiones más importantes de nuestra vida se han de tomar con el corazón. La mente ayuda, pero los europeos somos demasiado dados a pensar, repensar, requete-pensar…”.

… Y su entrega reverbera Su luz: “En los momentos difíciles, de flaqueza, de soledad, las noches obscuras del alma, se descubre a Cristo de manera brutal, no dulcificado, no adaptado, no inculturizado, solo Cristo. Entonces, las verdades más importantes de nuestra vida humana aparecen desnudas, y la flaqueza se vuelve fuerza, la oscuridad, luz, y la soledad, compañía”.

EN ESENCIA

Una película: 1492: La Conquista del Paraíso, de Ridley Scott.

Un libro: Vida y Misterio de Jesus de Nazaret, de J.L. Martín Descalzo.

Una canción: cualquiera de Enya.

Un deporte: fútbol (¡y del Atleti, claro!).

Un rincón del mundo: dondequiera que tenga un amigo.

Un recuerdo de infancia: el día que mis padres se separaron.

Una persona: el papa Benedicto XVI.

La última alegría: los chicos que rescatamos de una fábrica de ladrillos.

La mayor tristeza: una sociedad donde la gente no conozca a Dios.

Un deseo frustrado: aún los puedo conseguir todos.

Un sueño: que la Iglesia transmita todo el Amor de Dios por la Humanidad.

Un regalo: chocolate.

Un valor: el honor.

Que la gente recuerde… lo que se consigue ayudando a los demás.

En el nº 2.800 de Vida Nueva.

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir