Los jóvenes católicos continúan indignados

15M 2011 Puerta del Sol protestas de jóvenes indignados

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA y FRAN OTERO | Un año después de su irrupción, el Movimiento 15-M entra en una fase nueva: diversificado en asambleas locales y dividido en facciones, varios grupos han anunciado que volverán a “tomar” las plazas. ¿Hacia dónde avanza este fenómeno social? ¿Y los jóvenes católicos, siguen o no sumándose a sus reivindicaciones? [Los jóvenes católicos continúan indignados, extracto]

Este 15 de mayo hará un año desde que la Puerta del Sol de Madrid viera cómo prendía la mecha de un movimiento ciudadano, liderado por los más jóvenes, que cambiaba la pasividad por la protesta activa contra las consecuencias de una crisis que, a nivel mundial, se ha demostrado como la peor en casi un siglo.

Durante semanas, las plazas de muchas poblaciones de España vieron cómo eran “tomadas” por asambleas de debate en las que se pretendía fijar un mínimo de principios esenciales que exponer a la clase política. Poco a poco, las concentraciones se fueron disolviendo, aunque dieron paso a la diversificación.

Hoy, un año después, el fenómeno permanece vivo en algunos ámbitos locales y, sobre todo, de un modo global a través de las redes sociales. Del mismo modo, a la vez que parece fraccionarse –una parte apuesta por organizarse como una asociación y otra insiste en la no institucionalización–, mantiene intacto su activismo.

Y es que varios grupos han anunciado que acamparán en espacios públicos, entre el 12 y el 15 de mayo, con el fin de organizar asambleas multitudinarias. La Puerta del Sol puede volver a ser icono de un grito indignado.

¿Y los jóvenes católicos? Hace un año, muchos se echaron a las calles para solicitar una regeneración democrática y unas condiciones de vida más justas para las personas que menos tienen. Entonces, aun teniendo en cuenta la complejidad de los hechos, desde Vida Nueva informamos que Los jóvenes católicos también están indignados. ¿Lo continúan hoy?

Elisa García España, profesora de Derecho Penal en Málaga y miembro de las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), cree que el movimiento ejerció “la función de mostrar su inconformidad ante el desequilibrio social y económico existente” y, por eso, considera “acertada” la opción de organizarse en asambleas populares abiertas, “manteniendo la semilla de la reflexión política”. Sobre el futuro, tiene la esperanza de que “algo se pueda hacer por esta sociedad anclada en criterios de capital y estructuras sociales injustas”.jóvenes indignados protestas de estudiantes

Saúl Pérez, pesidente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), cree que “el Movimiento 15-M está a punto de despertar de nuevo”. Y es que, aunque reconoce que este ha sufrido un “desgaste lógico”, a causa de “errores” y algunas estrategias “equivocadas”, la catarsis que lo provocó se mantiene intacta.

Y aún mucho peor: “En apenas 100 días, se ha puesto en cuestión el sistema público, tanto en educación y sanidad como en otros servicios. Ello, unido al endurecimiento de la política fiscal y laboral, pone en riesgo la situación de muchas personas y familias, especialmente las más vulnerables y empobrecidas, creándose una desigualdad de acceso muy peligrosa y elitista”.

Sobre todo para los jóvenes, “a los que se les dificulta la posibilidad de adquirir una mínima estabilidad que les permita plantearse proyectos de vida a medio o largo plazo”.

Para el dirigente de la JOC, el cambio de Gobierno ha supuesto el paso de un PSOE que “quedó totalmente desgastado a consecuencia de unas políticas económicas que traicionaban su propia identidad” a un PP “que se alinea mejor con las políticas neoliberales que están imponiendo los mercados a los países más debilitados por la crisis”.

Esto, unido a “la corrupción política, la condición privilegiada de determinados grupos sociales y la inmunidad de determinadas personas a consecuencia de su estatus”, evidencia “la desigualdad, desvergüenza e injusticia del sistema en el que nos instalamos”.

“Sistema infectado”

El sacerdote y escritor Cinto Busquet, del Movimiento de los Focolares, cree que las movilizaciones han ayudado a consolidar en la opinión pública que “algo fundamental está endémicamente infectado en el sistema global que regula la dinámica económica de las grandes finanzas, y que esto influye directamente de manera negativa en la vida y en los derechos de los ciudadanos”.

“En apenas 100 días, se ha puesto en cuestión
el sistema público, lo cual,
unido al endurecimiento de la política fiscal y laboral,
pone en riesgo la situación de muchas personas
y crea una desigualdad de acceso muy peligrosa”.

Saúl Pérez, presidente de la JOC.

David Cantero, presidente del sector juvenil de Acción Católica General (ACG-J), acepta que, “si queremos seguir en este sistema económico, necesitamos contraer el gasto público y perder poder adquisitivo”. Otra cosa es que, a su juicio, haya que plantearse si es el propio modelo económico el que debería modificarse o no: “Me pregunto por qué los planteamientos nunca pasan por ajustar el mercado y las políticas para que el decrecimiento no sea un inconveniente, sino una realidad más con la que hay que convivir, e incluso en estos momentos pueda primar una cohesión social por encima de los intereses económicos”.

Cantero, que se muestra especialmente preocupado por los recortes que afectan a las familias y a los inmigrantes –“los pobres útiles de los que nos aprovechamos para que esto funcione”–, apunta que, pese a todo, los más alarmantes son los producidos en la ayuda al desarrollo: “Uno de los objetivos principales, si nos queremos autodenominar países desarrollados, sería propiciar el crecimiento para que, más pronto que tarde, todos podamos estar en niveles económicos y sociales parecidos. Si no habrá mucho desarrollo económico, pero poco desarrollo humano”.

Sin embargo, la realidad es que, en un año, en nuestro país el sector de la cooperación internacional podría verse rebajado a la mitad.

María Ángelez Blázquez, militante de la Juventud Estudiante Católica (JEC), y hasta hace unos meses su presidenta, comparte esta inquietud: “Es indignante la cultura del individualismo, del sálvese quien pueda, porque está haciendo que no asumamos la responsabilidad que tenemos sobre aquellas zonas más explotadas”. Algo que, a su entender, debe interpelar a los jóvenes católicos: “Nos indigna que sigamos al dios del dinero y no al Dios de los hombres”.

un joven indignado enseña su documentación a la policía en la Puerta del SolSaúl Pérez fija el contexto como referencia: “Los jóvenes habíamos sido un colectivo especialmente afectado por la crisis, aunque hasta entonces parecía que la juventud se había adormecido. Pero despertó. Y lo hizo en un tiempo internacional en el que la primavera árabe había demostrado que las movilizaciones masivas, pacíficas y juveniles podían modificar las políticas de los gobiernos, e incluso derrocarlos”.

Por eso, un año después, solicita que, ante “el desprestigio de todas las instituciones, especialmente las políticas”, se difunda “el cuestionamiento de una verdadera democracia, más participativa y bajo el paraguas del pacifismo y la sensatez”.

Para la religiosa Xiskya Valladares, el fenómeno contiene aspectos positivos y negativos. Los primeros tienen que ver con “el fin pasotismo de la juventud”.

Los otros los vivió hace un año por su propia experiencia en la Puerta del Sol: “Lo que pude experimentar en la acampada me decepcionó mucho. Aún tengo fotos con las blasfemias de los carteles de la zona feminista, aún recuerdo las tiendas marcadas para practicar sexo, y aún me suenan las discusiones que escuché en algunas asambleas, donde se instigaba a retirar la religión de toda la vida pública o a eliminar las escuelas concertadas… Aparte de recibir insultos por mi hábito religioso. Sé que no todo el 15-M es igual, pero lo recuerdo para afirmar que los cristianos debemos participar en estos movimientos siempre y cuando comulguemos con las ideas que defienden”.un joven indignado habla en una asamblea del 15M

Pero, ¿el Movimiento 15-M tiene capacidad real para volver a emerger como un elemento interpelador colectivo? Cinto Busquet le ve largo recorrido, pues “los grandes cambios históricos y sociales no se producen de un día para otro. Como movimiento de concienciación popular, ya ha tenido su incidencia, pero, probablemente, su contribución en la gran batalla por una mayor justicia social no haya aún terminado”.

El camino pasa por el asociacionismo

También David Cantero se muestra convencido de que sí. Aunque apuesta por un “nuevo” 15-M que se aleje de “una ideología demasiado concreta” que, como critica, se aprecia en el hecho de que, tanto en sus asambleas como en sus foros digitales, “haya bastante gente que cae en la crítica fácil a la Iglesia. Criticar se puede, pero sin generalizar y nunca sin conocer”.

Además, cree que el camino ha de estar en el asociacionismo, propiciando el paso de algo hererogéneo a una institución que, por ejemplo, se integre en el Consejo de la Juventud de España.

Saúl Pérez también cree que ha sido un error estratégico “no haber estrechado más lazos con otras entidades para canalizar propuestas. No hay que olvidar que la historia de conquistas sociales se ha dado gracias a que las generaciones pasadas se involucraron en este tipo de mediaciones con sindicatos, asociaciones vecinales e incluso partidos políticos. Ello no quiere decir que no haya que poner en cuestión determinados fallos que también puedan darse en estas organizaciones, pero desde una crítica constructiva”.

Igualmente, es cierto que “el modelo asambleario puede adquirir determinados vicios que dificulten la toma de decisiones, como la posibilidad de bloqueo o veto por una minoría, o la ausencia de un liderazgo colectivo en el que se delegue la adopción de determinadas actuaciones”.

“Los jóvenes con los que comparto vida
ansían un mundo diferente,
pero no saben qué medios usar
sin sentirse manipulados por unos o por otros”.

Elisa García, miembro de CVX

Eso sí, reivindica, “hay quienes han exigido al 15-M canalizar sus propuestas mucho más que a la propia clase política”. Cuando, por contra, sí ha conseguido que esta haya tenido que adoptar cambios en su actuación, “como la mayor trasparencia en el patrimonio de los cargos”.

En definitiva, ¿hay motivos para que los jóvenes, también los católicos, continúen indignados? María Ángeles Blázquez lo tiene claro: “El 15-M ha servido para despertar y enseñarnos a utilizar las manifestaciones como algo pacífico, comunitario y original”. Aunque una minoría aproveche a veces las grandes concentraciones para generar violencia.

Y pese a que una reforma del Código Penal pretenda limitar el derecho a manifestarse. Como insiste David Cantero, “lo más importante es que no pensemos que la democracia es votar una vez cada cuatro años, sino que hay que tener una participación activa. La sociedad no se puede construir sobre la ideología concreta de un partido; los cimientos sociales tienen que ser edificados entre todas las personas buscando espacios de entendimiento y tolerancia”.

Para Elisa García, las razones para la indignación de los jóvenes en España se han multiplicado. “Los jóvenes con los que comparto vida (los del grupo de Confirmación, mis alumnos universitarios o mis propias hijas) sienten incomprensión ante la situaciones de injusticia y la ausencia de buenas prácticas de nuestros gobernantes. Ansían un mundo diferente, pero no saben qué medios usar sin sentirse manipulados por unos o por otros”.

asamblea del 15M de jóvenes indignadosPor ello, los creyentes “tenemos un papel central, sobre todo, en aportar esperanza. Hemos de recordar de forma incansable que la persona está por encima de cualquier otro tipo de interés, que hay otra forma de afrontar la convivencia, que los mercados no pueden gobernarnos, que existen bancas éticas donde la especulación no tiene cabida, y que el medio ambiente hay que cuidarlo”.

Del mismo modo, Cinto Busquet cree que la indignación sigue siendo un sentimiento muy actual porque, “mientras hay muchos que sufren las consecuencias de la crisis, los grandes capitales continúan boyantes; mientras asistimos a desahucios inhumanos, los hoteles de cinco estrellas no notan el descenso de clientes…”.

En su opinión, la respuesta cristiana a esta situación está en el Evangelio, que siempre es un mensaje de esperanza, “no ingenuo, sino con un sólido fundamento. Dios está siempre de la parte del hombre crucificado, y la injusticia y el mal están destinados a ser derrotados por el Bien y la Bondad. Esta convicción da una gran fuerza interior para continuar luchando por grandes ideales, aunque a corto plazo no se vean resultados”.

Para el sacerdote, la doctrina social y la propia experiencia de la Iglesia en todos los rincones del mundo, “pueden ser una gran fuente de inspiración y una gran luz para todos” en estos momentos.

Sobre la implicación de los católicos en el Movimiento 15-M, Busquet cree que los cristianos apoyan “toda causa que sea justa y que promueva una mejor gestión de los recursos, teniendo en cuenta el bien de todos y no solo de algunos. Tendríamos que estar siempre ‘en pie de paz y de justicia social’, como dice un manifiesto del 15-M. Por eso no es extraño que, desde la fe, haya quien se sienta motivado a participar en estas acciones reivindicativas”.

“La respuesta cristiana está en el Evangelio,
no ingenuo, sino con un sólido fundamento.
Dios está siempre de la parte del hombre crucificado.
Esta convicción da una gran fuerza interior
para continuar luchando”.

Cinto Busquet, sacerdote y escritor.

Xiskya Valladares va más allá: “No es indignados, sino esperanzados, como superaremos mejor las dificultades. La crisis puede humanizarnos y hacernos más creativos. La indignación la asocio más a la rabia desesperada, y esta enferma al hígado. La esperanza es más optimista y ayuda a construir un presente mejor”.

En conclusión, defiende que los cristianos “debemos recordar que Jesús prefiere a los pobres”. Y es que su mensaje, que es “el mismo que para otros momentos”, se resume en el Sermón de la Montaña: “No robarle a la viuda y vivir la justicia, la misericordia y la lealtad, especialmente con los trabajadores que dependen de nosotros”.

En este sentido, la religiosa reconoce que los cristianos “no podemos quedarnos de brazos cruzados viendo cómo familias enteras pasan hambre y necesidad”. Pero, como explica, no se trata de fomentar la caridad mal entendida, sino de hacer realidad la justicia desde nuestro propio entorno y posibilidades. “Somos muchos millones de cristianos en España, y yo me pregunto: ¿no son bautizados los que han saqueado las arcas públicas, los que han creado las burbujas inmobiliarias y los muchos dirigentes bancarios y políticos? También son bautizados muchos empresarios y trabajadores de quienes depende la honestidad y la justicia de grandes y pequeñas instituciones. Somos todos quienes hemos creado la actual situación, cada uno con mayor o menor responsabilidad. Es hora esta de recordar qué significa ser cristiano y vivir con coherencia evangélica”.

En el nº 2.800 de Vida Nueva.

 

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