Benedicto XVI: “Las personas deben poder vivir decentemente”

Michel Roy, secretario general de Caritas Internationalis

El Papa reclama a los Estados que las leyes no aumenten las desigualdades sociales


Benedicto XVI audiencia con cinco nuevos embajadores no residentes ante la Santa Sede

Audiencia con los cinco nuevos embajadores, no residentes, ante la Santa Sede

MARÍA GÓMEZ | Más allá de la actual y grave crisis económica y financiera, las situaciones de sufrimiento y dolor se repiten por toda la geografía mundial: guerras, hambrunas, miseria estructural, conflictos enquistados en sociedades subdesarrolladas… Así las cosas, no sorprende que el Papa multiplique, a su vez, las palabras de apoyo y consuelo, y también de denuncia de estas situaciones.

La última ocasión en que lo ha hecho ha sido el 4 de mayo, en el transcurso de la audiencia que Benedicto XVI concedió a cinco nuevos embajadores, no residentes, ante la Santa Sede. En su discurso ante los nuevos representantes diplomáticos de Etiopía, Malasia, República de Fiji, Armenia e Irlanda, el Pontífice llamó a “una nueva movilización para hacer frente, en la justicia y la solidaridad, a todo lo que amenaza al ser humano, a la sociedad y al medio ambiente”.

Joseph Ratzinger se refirió a todo tipo de pobreza, material y espiritual, citando expresamente varios problemas: “El éxodo hacia las grandes ciudades, los conflictos armados, el hambre y las pandemias, que afectan a tantas poblaciones, desatan una pobreza que en nuestros días ha asumido nuevas formas”.

Lamentó también la crisis económica mundial, que “hace que cada vez más familias vivan con precariedad”. Pero advirtió de un riesgo, si cabe, mayor: “Cuando la pobreza coexiste con una enorme riqueza, brota la percepción de una injusticia que puede convertirse en fuente de rebelión. Por tanto, es necesario que los Estados garanticen que las leyes no aumenten las desigualdades sociales y que las personas puedan vivir decentemente”.

Recordó que el desarrollo al que aspiran todas las naciones no debe limitarse a lo puramente económico, sino que ha de ser algo integral. E insistió en una idea recurrente en su pensamiento, como es prestar atención a “otro tipo de miseria: la que se refiere a la pérdida de referencia de los valores espirituales, a Dios. (…) Los Estados tienen el deber de promover su patrimonio cultural y religioso, que contribuye al desarrollo de una nación, y de facilitar el acceso a todos, porque familiarizándose con su historia, cada uno llega a descubrir las raíces de su propia existencia”.

David Cooney, nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede

David Cooney, nuevo embajador de Irlanda ante la Santa Sede

Nuevo embajador irlandés

Mensajes aparte, esta audiencia tuvo un interés añadido: la presentación de David Cooney como embajador de Irlanda, después de, el pasado mes de noviembre, el Gobierno de Dublín anunciara que cerraba su Embajada ante la Santa Sede.

A pesar de que el primer ministro Enda Kenny alegó necesidades de reducir el gasto público, la decisión ponía en evidencia el deterioro de las relaciones entre Irlanda y el Vaticano tras los repetidos escándalos de pederastia eclesial. No era una ruptura oficial de las relaciones diplomáticas, y poco después se aclaraba que un próximo embajador no tenía por qué estar presente en Roma… como así ocurrirá. Cooney, que sustituye a Noel Fahey, es, desde 2009, secretario general del Ministerio de Asuntos Exteriores.

La identidad católica de las instituciones de enseñanza

El que pronunció ante los embajadores no ha sido el único discurso pontificio relevante de los últimos días. El sábado 5, Benedicto XVI recibía a una nueva delegación de obispos estadounidenses, que realizan, desde hace varias semanas, su visita ad limina. En esta ocasión, el Santo Padre habló, sobre todo, de la educación religiosa y la formación en la fe de los jóvenes de los Estados Unidos, “el desafío interno más urgente para la comunidad católica en vuestro país”, les señaló.

Obispos de los Estados Unidos en visita ad limina

Obispos de los Estados Unidos en visita 'ad limina'

Primero, reconoció los progresos que se han realizado en los últimos años para mejorar la catequesis y revisar los textos para que sean conformes al Catecismo de la Iglesia Católica, y elogió los esfuerzos por “preservar el gran patrimonio de las escuelas católicas, primarias y secundarias”, del país.

A pesar de que estas se han visto “profundamente afectadas por los cambios demográficos y el aumento de los costos”, se ha logrado que la educación permanezca “al alcance de todas las familias, cualquiera que sea su situación financiera”.

El desafío que planteó el Papa fue, sin embargo, el de la identidad católica de la educación superior. Varios prelados le habían explicado que los colegios y universidades católicas reconocen cada vez más la necesidad de “reafirmar su identidad distintiva”. “No obstante –señaló el Pontífice–, aún queda mucho por hacer”.

Ratzinger se remitió al Canon 812 del Código de Derecho Canónico, según el cual “quienes explican disciplinas teológicas en cualquier instituto de estudios superiores deben tener mandato de la autoridad eclesiástica competente”.

Y exhortó: “La importancia de esta norma canónica, como expresión concreta de la comunión eclesial y de la solidaridad en el apostolado educativo de la Iglesia, se hace aún más evidente si tenemos en cuenta la confusión creada por los casos de disidencia aparente entre algunos representantes de las instituciones católicas y el liderazgo pastoral de la Iglesia: discordias como esas perjudican el testimonio de la Iglesia y, como demuestra la experiencia, pueden ser explotadas fácilmente para comprometer su autoridad y su libertad”.

Más adelante, recordó que la tarea de la educación universitaria no es solo transmitir conocimiento, sino “dar forma a los corazones. (…) Los estudiantes deben ser alentados a articular una visión de la armonía entre fe y razón, capaz de guiarles a lo largo de toda la vida en la búsqueda del conocimiento y la virtud”.

Michel Roy, secretario general de Caritas Internationalis

Michel Roy, secretario general de Caritas Internationalis

Nuevos Estatutos para Caritas Internationalis

Un último tema que ha reclamado la atención hacia el Vaticano en esta semana ha sido la renovación del marco jurídico de Caritas Internationalis, a través de un decreto general firmado el 2 de mayo por el cardenal Tarcisio Bertone y aprobado de forma específica por el Santo Padre el pasado 27 de abril.

El decreto viene a ‘actualizar’ el quirógrafo Durante la última cena, de 2004, por el que Juan Pablo II aprobaba los Estatutos de la entidad y le confería personalidad jurídica canónica pública.

El documento confiaba al Pontificio Consejo Cor Unum la tarea de seguir y acompañar la actividad de Caritas Internationalis, y a la Secretaría de Estado, que velara por su gobierno y actividades a nivel internacional, según se explica en una nota difundida por la Sala de Prensa vaticana. Para asuntos específicos, la institución caritativa actuaría en colaboración con otros dicasterios, como Justicia y Paz, Emigrantes e Itinerantes y Pastoral de la Salud.

Entre enero y mayo de 2011, un grupo de trabajo mixto Caritas-Santa Sede estudió una renovación de los Estatutos que expresara “todavía mejor” la naturaleza de la organización y que aclarara la distribución de las competencias de los distintos dicasterios y organismos interesados.

Los nuevos Estatutos fueron debatidos en la Asamblea General del organismo en mayo de 2011, aprobados por el Comité Ejecutivo a finales de año y remitidos a la Secretaría de Estado, que los devuelve ahora.

Con respecto a los antiguos, refuerzan el papel del Pontificio Consejo Cor Unum, que seguirá la actividad de Caritas y será “responsable de la aprobación de sus textos de contenido doctrinal o moral”.

Por su parte, el Pontífice deberá aprobar el nombramiento del tesorero, como ya hacía con el presidente y el secretario general, y nombrará también al menos a tres miembros del Consejo Ejecutivo; “no obstante –se aclara–, sigue siempre en vigor que la mayoría de los miembros [37 en total] sea indicada por las Caritas nacionales, de las que depende la responsabilidad de gobierno del importante organismo de la Confederación”.

Y además de la figura del consiliario, se prevé la presencia de un asistente eclesiástico y una Comisión de Asistencia. Por último, se redactará una normativa de trabajo específica para el personal de Caritas Internationalis, que, “aunque no sean empleados vaticanos, forman parte de la comunidad de trabajo de la Sede Apostólica”.

“Las nuevas reglas para Caritas Internationalis tendrán el efecto de integrar con más fuerza al organismo dentro de la Santa Sede”, resumía su secretario general, Michel Roy, en declaraciones a Radio Vaticano.

“La Santa Sede ha modificado una parte, una pequeña parte, de los Estatutos, que habían sido aprobados por el Comité Ejecutivo el pasado diciembre”, explica Roy, para quien solo se trata de una modificación en el gobierno de la Confederación.

El laico francés citaba al cardenal Robert Sarah, presidente de Cor Unum, para asegurar que “la misión de Caritas Internationalis no está en absoluto puesta en discusión. Lo fundamental es lo que Caritas hace en el mundo para permitir a los más pobres que salgan de la pobreza y encuentren la propia dignidad, promover una mayor justicia en lo social y poner a la persona humana en el centro del debate político y económico internacional”.

En el nº 2.800 de Vida Nueva.

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