Editorial

Alegría, esperanza y cautela

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EDITORIAL VIDA NUEVA | La sociedad española venía esperando, de un momento a otro, el paso dado por la banda terrorista ETA el pasado día 20, optando por el proceso político y abandonando el proceso armado para lograr sus objetivos. Se trata de un cambio significativo: cambio de balas por urnas. No obstante, el objetivo de la lucha sigue en pie, aunque con medios distintos. No hay que perder ese horizonte. Mediante un comunicado, ETA hacía pública su decisión de cese definitivo del terror, fruto sin duda de negociaciones que algún día se conocerán. Ignoramos el precio pedido por ETA en la letra pequeña de los acuerdos realizados en la tramoya. Esperemos que no haya habido claudicaciones de las que tengamos que arrepentirnos.

Una ola de optimismo y esperanza recorrió España, si bien con distintas tonalidades. El terrorismo de ETA no es solo un problema del País Vasco, aunque es ese escenario el que más ha sufrido. Sin embargo, el problema es de ámbito nacional, pues sus sangrientas consecuencias se han sentido en todo el país. Optimismo y esperanza compartidos por grupos políticos y distintas fuerzas sociales. Con cautela, pero con sonrisa, todos han valorado la noticia. Varias consideraciones al respecto:

  • 1. Un rayo de luz y esperanza

Es la primera reacción, que no se puede dejar de valorar con actitudes mezquinas y partidistas. El paso es bueno, aunque sea insuficiente. El pueblo vasco y el pueblo español necesitan de una buena dosis de autoestima. Es posible erradicar la violencia con tesón, abrochando bien los valores democráticos y no dejando lugar al chantaje. Es la democracia la que gana y es el pueblo español quien ha de felicitarse por esta actitud firme de lucha contra la barbarie mantenida y sostenida durante décadas, mientras escuchaba el ruido de las armas y enterraba a sus muertos. Al final siempre gana la razón, aunque en el camino queden muchas víctimas.

Contra la tentación de enfatizar las sombras del momento para eclipsar el positivo paso que nos conducirá a un futuro sin terror, convendría abandonar los debates estériles y las especulaciones. La victoria de la sociedad española en un momento de gran malestar económico puede reforzar la autoestima del país, algo deprimida en los últimos años.

  • 2. Disolución de ETA

ETA todavía no se ha disuelto ni ha entregado las armas. Y el diálogo que reclama ni será fácil ni puede hacerse alegremente. El recuerdo de las víctimas de ETA, fríamente olvidadas en el comunicado etarra, preside dolorosamente el nuevo escenario. Estas décadas de terrorismo no se cancelarán de la noche a la mañana.

La nueva etapa exigirá talento y visión de futuro, sin demagogia. Hay que seguir trabajando por la disolución total, entrega de las armas, cumplimiento de condenas, entrega a la justicia de algunos asesinos aún sueltos y petición de perdón por el terror sembrado en casi 50 años. Los responsables políticos vascos no deben tachar de sus agendas estas importantes reivindicaciones. Son las que demanda la sociedad española y sobre las que pedirá cuentas en su momento. Urge el reconocimiento de la culpa.

  • 3. Un futuro abierto

El futuro es la clave y se abrirá de forma clara tras la elecciones del 20-N, en las que, sin duda, jugará un papel importante este comunicado etarra. Se empiezan a vislumbrar movimientos en el escenario político y social. Tanto los partidos de corte nacionalista como los centralistas deben tener claro que, en ese futuro sin el ruido de las armas, ha de consolidarse la democracia sin chantajes parlamentarios, y teniendo muy claro el marco legal de la Constitución.

Agrupaciones políticas que, como Bildu, han dado muestras de desacato, se intuye que crecerán en la próxima legislatura con la fuerza de haber apadrinado este paso de los etarras. Una clase política dividida y en continua riña hará que avancen posturas poco claras, como las de quienes han sido cancerberos del radicalismo etarra. La unidad de acción para sacar al País Vasco de la crisis sigue siendo necesaria.

  • 4. La Iglesia y la paz

La Iglesia también se ha alegrado de este anuncio y ha recordado a las víctimas de la barbarie etarra, a la vez que ha reconocido que se abre una rendija de esperanza. Pese a algunos casos aislados, la Iglesia, tanto en Madrid como en las diócesis vascas, han mantenido una actitud de serenidad haciendo continuos llamamientos a la paz y a la unidad del pueblo cristiano en aquella tierra. Los documentos han ido acompañados de gestos y acciones que no han caído en saco roto.

Ahora es el momento en el que ha de seguir limpiando senderos por los que transitar, alejado el peligro violento, pero sin olvidar que la construcción de la paz es tarea diaria y constante. Restañar heridas, abrir caminos y alentar a todos desde el mensaje evangélico.

  • 5. Un trabajo en común

Euskadi forma parte de España y de Europa. Es la realidad que nos hemos dado en los marcos constitucionales. Lo contrario debe ser debatido, analizado y discutido por las vías democráticas. Es un trabajo común que ha de estar por encima de intereses partidistas.

Este momento es clave para evitar una nueva guerra de partidos en el territorio vasco. Se trata de un trabajo en común, no solo dentro del perímetro y de la jurisdicción autónoma, sino también en el contexto de España y Europa. La colaboración conjunta contra el terrorismo ha logrado erradicarlo. Ahora, esa colaboración conjunta puede servir para lograr muchas más cosas para el pueblo vasco. Es la hora de la colaboración.

En el nº 2.774 de Vida Nueva (del 29 de octubre al 4 de noviembre de 2011).

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