Shlemon Warduni: “La mitad de los cristianos han abandonado Irak”

Shlemon Warduni, obispo presidente de Cáritas Irak

El presidente de la Cáritas nacional también observa también cambios positivos

Shlemon-Warduni, obispo presidente de Cáritas Irak

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Foto: LUIS MEDINA | “La mitad de los cristianos han abandonado Irak”. Esta, entre otras muchas, es una de las terribles consecuencias desde que, una década atrás, el país asiático fuera invadido por una coalición liderada por los Estados Unidos con el fin de derrocar al dictador Sadam Husein. [Extracto de la entrevista con Shlemon Warduni]

Shlemon Warduni, obispo de Babilonia de los Caldeos y presidente de Cáritas Irak, ha expuesto esta realidad en un encuentro informativo que tuvo lugar días atrás en la sede madrileña de la institución caritativa en España.

El prelado, rememorando los días previos a la invasión, defiende que “la Iglesia siempre ha apostado por la paz”. Por ello, “además de que se acabara la dictadura, esperábamos que al cambio se uniera la llegada de la paz”.

No tardarían en ver decepcionado ese deseo cuando el país entró en una dinámica de “violencia generalizada” en la que los secuestros, los coches bomba o los tiroteos son, desde entonces, el triste día a día. Así es como ha quedado sumido en el caos “un país como el nuestro, muy rico en recursos, y que se ha visto abocado a la pobreza por una serie de intereses de otras naciones extranjeras”.

La pobreza, el desempleo, la inseguridad y la persecución –“la Iglesia de Irak, que se remonta ya al siglo I, cuando fue fundada por santo Tomás, siempre ha sido madre de mártires”– son los factores que desencadenan la progresiva salida del país de los cristianos: hoy, aunque no hay cifras oficiales, su número oscila entre los 500.000 y los 800.000. Algo que Warduni califica de “trágico”. Aunque, a los que se mantienen, esta situación les ha hecho “perseverar en una fe fuerte y arraigada”.

Otro de sus problemas es la división: “La mayoría de los cristianos somos de rito caldeo. Somos orientales y nuestra lengua es el arameo. Pero, al mismo tiempo, formamos un gran mosaico entre católicos, ortodoxos y protestantes, estando a la vez todas las confesiones disgregadas en diferentes grupos. Además, tras la entrada de las tropas estadounidenses, en un fenómeno que ha ido unido a una fuerte entrada de capital extranjero, han crecido mucho las sectas evangélicas”.

Frente a la división de la minoría cristiana, está “la unidad del islam y el poder de la sharia (ley islámica), que se levanta como una gran frontera insalvable para nosotros”. Y es que en Irak, si bien el Gobierno garantiza una cierta libertad de culto, “no existe una verdadera libertad religiosa”. Los cristianos se encuentran con trabas “hasta para inscribirse como un matrimonio”.

Pese a todo, “el objetivo principal de la Iglesia y de Cáritas es ayudar a las víctimas de la violencia y a los desplazados. Algo que hacemos de un modo integral, sin mirar las creencias de cada cual”. Como se aprecia en su Programa de Voluntariado, del que forman parte 300 iraquíes, tanto cristianos como musulmanes, y que va dirigido a los más vulnerables: niños, mujeres, ancianos… sin diferenciar tampoco entre confesiones. Así es como los cristianos colaboran para tratar de reconstruir una sociedad rota. Lo cual les granjea “el aprecio y el respeto de la mayoría de los musulmanes, siendo una minoría radical la que nos persigue”.

Amor y perdón

En definitiva, como defiende el presidente de Cáritas Irak, la Iglesia “ha de mostrar que es amor y perdón, no venganza”. Por ello, su colaboración se extiende a la esfera de lo institucional, manteniendo periódicos encuentros con representantes de musulmanes y otras confesiones cristianas, así como con las diferentes autoridades gubernamentales.

Ante todos ellos, buscan ir “a las causas de los conflictos”, como el que se da entre suníes y chiíes, “y ofrecer nuestra mediación para resolver cualquier confrontación”.

Además, y esto es otro cambio positivo, “estamos dejando de ser vistos como extranjeros en nuestra propia tierra. Al principio, muchos nos identificaban intencionadamente con las tropas invasoras, acusándonos de no ser iraquíes. Hoy, poco a poco, tras la salida de los militares estadounidenses y nuestra constante insistencia en que somos cristianos e iraquíes, esto empieza a cambiar”.

Un pequeño síntoma para la esperanza entre una comunidad que, desde su condición de minoría, pone su granito de arena para construir un Irak con futuro.

En el nº 2.799 de Vida Nueva.

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