“La evangelización no puede sacrificar elementos esenciales de la disciplina”

La comisión para la Iglesia católica en China pide más responsabilidad a los seglares

dos mujeres chinas católicas rezando con un rosario

ANTONIO PELAYO. ROMA | Un día después de haber finalizado la reunión que tuvo lugar en Roma del 23 al 25 de abril, se publicó el comunicado de la quinta plenaria de la Comisión para la Iglesia católica en China, que fue instituida por Benedicto XVI en 2007.

Como ya informamos la semana pasada, los reunidos –¿cuántos?, ¿quiénes?, ¿presididos por quién?– iban a tratar el tema de La formación de los fieles laicos a la luz de la situación de la comunidad católica y en el marco del Año de la fe. Los resultados del intercambio de ideas e informaciones sobre la cuestión ocupan los primeros párrafos del comunicado.

En ellos se resalta que los seglares chinos “deben entrar cada vez más profundamente en la vida de la Iglesia nutridos por la doctrina, conscientes de su pertenencia eclesial y coherentes con las exigencias de la vida en Cristo”.

En segundo lugar, “deben entrar en la vida civil y en el mundo del trabajo, ofreciendo con plena responsabilidad su propia contribución: amar la vida y respetarla desde su concepción hasta su término natural, amar la familia promoviendo los valores que son también propios de la cultura china tradicional, amar la patria como ciudadanos honestos y solícitos por el bien común”.

La segunda parte del comunicado se inicia con una referencia “a los obispos y sacerdotes que están detenidos y sufren injustas limitaciones en el cumplimiento de su misión. Se ha expresado –se recalca– admiración por la firmeza de su fe y por su unión con el Santo Padre”.

Como en fechas coincidentes con la reunión o poco anteriores a ella, han tenido lugar en China dos consagraciones episcopales “legítimas”, es decir, con la aprobación no solo del Gobierno, sino de la Santa Sede (monseñor Timoteo Metodio Qu Ailin en la diócesis de Changsha y monseñor Chen Guangao en la de Nanchong), el comunicado aborda el que sigue siendo el problema por excelencia en las relaciones chino-vaticanas.

Lei Shiyin (portando la cruz a la derecha), durante su ordenación ilícita como obispo chino junio 2011

Ordenación ilícita de un obispo chino en Leshan en 2011

“Se ha notado –expresa como premisa inicial la nota vaticana– que persiste la pretensión de algunos organismos llamados ‘asociación o conferencia’ de situarse por encima de los obispos y de guiar la vida de la comunidad eclesial”, pretensión ya rechazada por la carta de Benedicto XVI, que ponía las cosas a este respecto muy claras.

“Claridad –se lamenta– que ha sido ofuscada por los eclesiásticos que han recibido ilegítimamente la ordenación episcopal o por obispos ilegítimos que han asumido actos de jurisdicción o sacramentales, usurpando un poder que la Iglesia no les ha conferido. El comportamiento de estos obispos, además de agravar su situación canónica, ha turbado a los fieles y con frecuencia ha forzado la conciencia de los sacerdotes y de los fieles que se han visto involucrados por estos actos”.

“Además –prosigue el texto–, esta claridad ha sido ofuscada por los obispos legítimos que han asistido a ordenaciones episcopales ilegítimas. Muchos de ellos han aclarado su situación y han presentado sus excusas; el Santo Padre benévolamente les ha perdonado; otros, sin embargo, que también habían tomado parte en dichos actos, no han hecho aún esta aclaración y se les anima a que lo hagan cuanto antes”.

Por si quedaba alguna duda sobre la inflexible posición de la Santa Sede, el comunicado recuerda “que la evangelización no puede realizarse sacrificando elementos esenciales de la fe y de la disciplina católicas. La obediencia a Cristo y al Sucesor de Pedro es el presupuesto de toda renovación auténtica, y esto es válido para todos los componentes del Pueblo de Dios. Los mismos seglares son sensibles a la clara fidelidad eclesial de sus Pastores”.

Investigación de las filtraciones

El 26 de abril, L’Osservatore Romano publicaba en su primera página la siguiente Notificación de la Secretaría de Estado: “Como consecuencia de la reciente divulgación en la televisión, en periódicos y en otros medios de comunicación de documentos cubiertos por el secreto oficial, el Santo Padre ha dispuesto la constitución de una comisión cardenalicia para que lleve a cabo una investigación autorizada que arroje luz sobre tales episodios”.

cardenal Julián Herranz

El cardenal Julián Herranz

“Su Santidad –continúa– ha encargado que formen parte de dicha comisión cardenalicia, que actuará en todos los niveles por mandato pontificio, los eminentísimos señores cardenales Julián Herranz, designado como presidente, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi. La comisión cardenalicia ha entrado en funciones el 24 de abril para establecer el método y el calendario de sus trabajos”.

Los expertos que ha podido consultar este informador coinciden en subrayar que esta comisión presidirá y coordinará las dos investigaciones que en su día (el 16 de marzo) anunció el sustituto de la Secretaría de Estado, Angelo Becciu: “Una a nivel penal conducida por el promotor de Justicia del Tribunal Vaticano y otra a nivel administrativo a cargo de la Secretaría de Estado”.

Si la noticia era de esperar, no han faltado en los corrillos romanos algunas ironías sobre este “consejo de ancianos” (los tres cardenales cuentan, respectivamente, 82, 88 y 83 años) encargado de desenhebrar tan compleja cuestión, aunque a los tres se les reconocen amplísimos conocimientos jurídicos y experiencia del mundo curial. El Corriere della Sera titulaba: “Un detective del Opus Dei contra los cuervos del Vaticano”.

50 años de ‘Pacem in terris’

Los 50 años de la publicación de un documento tan colosal como la Pacem in terris de Juan XXIII no podían ser ignorados o minusvalorados por la Santa Sede, y, además de otras iniciativas, la Academia Pontificia de Ciencias Sociales ha dedicado a la encíclica roncalliana su 18ª Asamblea Plenaria, celebrada en Roma del 27 de abril al 1 de mayo bajo el título La búsqueda global de una ‘tranquillitas ordinis’.

Como reconocía Benedicto XVI en su mensaje de saludo a los participantes, la Pacem in terris fue una carta abierta al mundo (expresión utilizada por el cardenal belga Suenens cuando la presentó en la ONU). “Era el cordial llamamiento de un gran pastor –escribe el Papa– próximo al final de su vida, a favor de la causa de la paz y de la justicia para que fuesen promovidas a todos los niveles de la sociedad, nacional e internacionalmente”.

Benedicto XVI con Mary Ann Glendon durante la asamblea Academia Pontificia Ciencias Sociales 2010

El Papa con Mary Ann Glendon en la asamblea de 2010

El programa del congreso organizado por la Academia –que preside la americana Mary Ann Glendon, profesora de la Universidad de Harvard y exembajadora de los Estados Unidos ante la Santa Sede– era muy ambicioso y, a la luz de la encíclica, intentaba vislumbrar “los nuevos signos de los tiempos desde una perspectiva global para la paz establecida a la luz de la verdad, la justicia, la caridad y la libertad”.

Las ponencias fueron desarrollando sucesivamente temas tan sugerentes como, entre otros: Europa, una contribución al mundo mejor (cardenal Reinhard Marx), La primavera árabe, esperanzas y temores (monseñor Vincenzo Paglia, de la Comunidad de Sant’Egidio), Nuevas formas posibles de la gobernanza global (Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo), Una aproximación geopolítica a la justicia en un mundo globalizado (cardenal Óscar R. Madariaga), o El significado del ‘reino de Dios’ proclamado por Jesús en relación con la paz en el mundo de hoy (Luis F. Ladaria, secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe).

Los 46 miembros de la Academia –cuyo canciller es Marcelo Sánchez Sorondo– han participado muy activamente en los debates, y el obispo argentino, junto con el arzobispo de Dijon (Francia), Roland Minnerath, y la profesora británica M. S. Archer, presentaron a la prensa sus personales impresiones de tan interesante sesión.

“El contexto en el que hemos trabajado estos días –afirmó Sánchez Sorondo– ha sido el del Año de la fe anunciado por Benedicto XVI, o, lo que es lo mismo, el de la nueva evangelización ya expuesto en la encíclica Fides et Ratio de Juan Pablo II: el modelo apostólico va en unos casos de la fe a la cultura y a la vida de los pueblos, y en otros, de la razón a la fe como hizo Pablo en su discurso del Areópago ateniense”

En el nº 2.799 de Vida Nueva.

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