Rouco pide recibir el Concilio “de forma adecuada”

Obispos en Asamblea Plenaria inauguración abril de 2012

Critica duramente ante la Asamblea Plenaria la visión más aperturista del Vaticano II

Obispos en Asamblea Plenaria inauguración abril de 2012

FRAN OTERO. Foto: LUIS MEDINA | El pasado lunes 23 de abril arrancaba la 99ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE) con el gran atractivo que tienen estas citas: el discurso del presidente.

Estaban presentes la mayoría de los obispos –aunque hubo ausencias significativas– y representantes de distintos estamentos como la Vida Religiosa, movimientos… También muchos periodistas.

Ante este auditorio, aunque dirigiéndose esencialmente a los obispos, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, avanzó las líneas maestras de la Iglesia en España para los próximos años –de esta reunión saldrá el plan pastoral de la CEE–, que pasan por la Nueva Evangelización, por la situación de crisis, por la celebración del Año de la fe y del aniversario del Concilio Vaticano II. Un texto ad intra, dirigido a los que tienen que guiar al Pueblo de Dios.

A las dos últimas cuestiones, el Concilio y el Año de la fe, dedicó gran parte de su intervención, a través de la que esgrimió, con palabras de Benedicto XVI, algunas conclusiones.

Para el prelado gallego hay “aspectos problemáticos” en determinadas formas doctrinales de recepción de la enseñanza conciliar. Cita al Papa para explicarlo: “Los problemas de esta recepción han nacido del hecho de que ha habido dos hermenéuticas contrarias que se han enfrentado y han batallado entre ellas. Una ha causado confusión; la otra ha dado frutos (…). De una parte está la interpretación que denominaría hermenéutica de la ruptura; es la que con frecuencia ha gozado de la simpatía de los mass-media, y también de una parte de la teología moderna. De la otra parte está la hermenéutica de la reforma, de la reforma en la continuidad”.

El Año de la fe como impulso

Por todo ello, Rouco Varela dijo que para impulsar la visión correcta del Concilio llega el Año de la fe, convocado por Benedicto XVI y que comienza el próximo 11 de octubre. La clave, según explicó, está en la lectura “de manera apropiada” de los textos conciliares y de que sean asumidos “dentro de la Tradición de la Iglesia”. En este sentido, continuó, también es decisivo el Catecismo de la Iglesia Católica, porque “permite leer el Concilio según la hermenéutica de la continuidad”.

De hecho, advirtió de que una “falsa recepción (…) tiene también que ver con la crisis de la fe: con la fe en el Dios vivo, revelado en Jesucristo y con el misterio de la Iglesia”. “La vana pretensión de construir una nueva Iglesia, distinta de la preconciliar, denota una grave crisis de fe en la Iglesia”, añadió.

Para paliar estas deficiencias, continuó, el Año de la fe propone como objetivos “la confesión de la fe en la plenitud de la verdad de sus contenidos y la profesión de la fe públicamente, dentro y fuera de la Iglesia”. Se trata, en definitiva, de promover una mayor formación doctrinal y una “recta confesión de fe”.

Crisis económica

Aunque poco espacio, el purpurado dedicó algunas líneas a la crisis económica y social que atraviesa España, de la que dijo “es el factor más preocupante y al que hay que prestar más atención”.

Y aunque no le compete ofrecer soluciones económicas y políticas, sí aportó una pequeña receta, que tiene la fe y la caridad como ingredientes inseparables: “Si no se sigue el camino que hace posible la caridad, no será posible una buena solución a la crisis. Sin la caridad, es decir, sin la generosidad sincera, movida en último término por el amor de Dios y del prójimo, será imposible introducir los cambios necesarios en el estilo de vida y en las costrumbres sociales y políticas que han conducido a la crisis y que seguirán amenazantes aun cuando hayan sido solucionados los problemas más graves”, propuso.

Un proceso durante el que “será necesario apartarse de la codicia, que da alas a la ilusoria identificación de la felicidad con la mera acumulación de bienes, a la búsqueda irresponsable del enriquecimiento rápido así como a la cultura del endeudamiento exagerado”.

Y para concluir, afirmó: “Nunca exhortaremos lo suficiente a ayudar a los que sufren más duramente las consecuencias de la crisis mediante el voluntariado o la aportación económica en Cáritas y otras instituciones de asistencia y prevención”.

En el nº 2.798 de Vida Nueva.

 

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