La Ley de Víctimas, esperanza de las víctimas y dignidad nacional

Monseñor Nel Beltrán Santamaría. Obispo de Sincelejo

¿Por qué hablar de la ley de víctimas?

Porque hoy hay un amanecer de esperanza para los campesinos y para el país, en la llamada Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Esa ley ha creado condiciones nuevas para el campo. Si se cumple a cabalidad, el mundo agrario colombiano jamás volverá a ser el mismo.
¿Y por qué la Iglesia? Porque para el creyente, el Reino de Dios está representado en la parábola del buen samaritano o en la parábola del rico Epulón y Lázaro. Porque el cuadrante de la fe pasa por el amor a los más necesitados: “… porque tuve hambre y me diste de comer, porque tuve sed y me diste de beber”. Por eso la Iglesia, que es especialista en leer los signos de los tiempos, comprende la importancia particular de este momento para el campo colombiano.

Contexto de la ley 1448 y de su desarrollo jurídico, social y político

El contexto remoto es la larga y vergonzosa historia del paramilitarismo y la para-política con sus secuelas de despojo, desplazamiento y muerte. Había que ponerle fin a esa tragedia. Se dio, llena de limitaciones y compromisos, la llamada desmovilización. Y vino luego, la ley 975 conocida como la Ley de Justicia y Paz. Desde esa ley la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, CNRR, logró ayudar a poner en el centro nacional la barbarie de la guerra leída desde la perspectiva de sus resultados: las víctimas humanas. Todo ello puso en la conciencia nacional el fenómeno de las víctimas. Y se generó un gran movimiento de solidaridad nacional, estado-sociedad civil, cuyo más preciado fruto fue la ley 1448, Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, que produjo el Congreso Nacional.

 

¿Qué es lo que hace víctima a una persona?

La violación de algunos de sus Derechos Humanos fundamentales y del Derecho Internacional Humanitario, sea la violación individual o colectiva, y si “ocurre con ocasión del conflicto armado interno”. Estos elementos son los fundamentales para comprender la condición de víctimas (ley 1448 art. 3).

 

Algunos aciertos y limitaciones de la ley 1448

Esta ley devuelve la dignidad a las víctimas y, en ellas, a todos los colombianos y a la humanidad misma que ellos representan. Porque víctima es un apellido fatal y forzosamente transitorio. Su nombre verdadero es “persona”. Y se recupera plenamente esta dignidad humana cuando se recuperan los derechos fundamentales. La Ley de Víctimas puso a las víctimas en el corazón de la agenda nacional. Más exactamente el valor de la persona humana. Y acerca a Colombia al sueño de ser un Estado social de Derecho.
Por otra parte la ley ha reconocido que sí hay conflicto armado. Y esta verdad ha sido liberadora y replantea radicalmente, la búsqueda de la reconciliación y la paz. Y a ella no se llega sino por la recuperación de los Derechos Humanos Fundamentales.
Igualmente, la ley ha reconocido que todos somos responsables por acción o por omisión,  por su puesto en niveles bien diferentes, y que por eso todos debemos comprometernos con el cumplimiento de esta ley y pagar sus costos con solidaridad social.
La ley con todo y su enorme novedad y riqueza, es inacabada. Se da en medio del conflicto, lo que hace difícil su cumplimiento. Baste recordar que el Presidente de la Republica denunció una “mano negra” detrás de las nuevas violencias surgidas para impedir la restitución de las tierras a sus verdaderos propietarios. La ley asume con sabiduría pero con riesgosa y audaz novedad, la justicia transicional, que se apoya en la verdad y que lleva a la reparación. Desafía a replantear la vía del consenso como la más humana y la menos costosa para conseguir la paz. Indirectamente redefine con inteligencia, el papel de la presencia militar en el camino de la paz.
La ley es un punto de llegada a un proceso social y político renovador. Pero está por ejecutar. Su vocación es convertirse, en diez años, en un nuevo punto de partida.
Colombia tiene deudas atrasadas con el desarrollo, el campo y la paz. Esta lección no es nueva. Lo novedoso es que se reconoce desde el Estado y se quiere remediar entre todos, por la vía de la Verdad, la Justicia y la Reparación.

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