Contra la guerra y la mentira

foto familia ganadores Premios Barco de Vapor y Gran Angular 2012

Entregados los premios de literatura juvenil e infantil Gran Angular y El Barco de Vapor 2012

ganadores premios Barco de Vapor y Gran Angular 2012

Jesús Díez de Palma y Catalina González Vilar, ganadores de este año

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Hace tiempo que la literatura, ya sea juvenil o infantil, alcanza en España una notable calidad y originalidad. Tiene, por tanto, un latente respaldo del lector. Son los géneros que están sosteniendo la industria editorial en tiempos de transición hacia lo digital. El cambio de paradigma no solo afecta a las ventas o al papel: también a los modos y maneras de leer, comprender y formarse de los jóvenes. [Premios Barco de Vapor y Gran Angular 2012: contra la guerra y la mentira, extracto]

Inmersos en este escenario de transformación, es justo reconocer la persistencia de premios como El Barco de Vapor y Gran Angular, convocados por la Fundación SM, en seguir enriqueciendo la oferta literaria dirigida a niños y adolescentes, contribuyendo con su notable inversión económica –son los de mayor dotación en todo el mundo para el género infantil y juvenil, con 50.000 euros cada uno– a la dedicación de los autores. Y un año más, porque ya alcanzan los 34. Desde los tiempos, ya lejanos, de aquel Fray Perico y su borrico (1979), del inolvidable Juan Muñoz, el premio y la colección El Barco de Vapor es sinónimo de calidad y compromiso, que ha sabido asumir también Gran Angular. Ahora, como los nuevos tiempos exigen, en versión papel y, por supuesto, digital.

Jesús Díez de Palma (Madrid, 1962), el ganador de este año del Premio Gran Angular con la novela El festín de la muerte, es un sólido ejemplo de la aportación del galardón a la literatura juvenil española contemporánea.

La novela hace tiempo que ha abandonado el espejismo para hablar con franqueza de quiénes somos y a qué mundo nos enfrentamos. La guerra está ahí, nunca lo ha dejado de estar: en los telediarios, en la literatura, en la historia. El profesor Díez de Palma ha sabido, sin embargo, aportar una voz conmovedora y ecuánime en un tema que nunca pasa de moda porque, como él mismo afirma, “siempre hay guerras y horror”, aunque siempre es difícil de explicar a los más jóvenes ese horror, ese “festín de la muerte”.

Su novela lo logra poniendo énfasis en el desastre de la guerra, en el dolor que causan todas las guerras, las que son y han sido. Porque siempre están protagonizadas por víctimas, porque en las guerras todos son víctimas.

libros ganadores Premios Barco de Vapor y Gran Angular 2012

Los dos libros ganadores: 'El festín de la muerte' y 'El secreto del huevo azul'

Personas

El festín de la muerte habla más de personas que de bombas. Habla más de las consecuencias antes que detenerse a narrar los porqués. No importan. Díez de Palma pone delante del lector juvenil una retahíla de personajes que viven, padecen y se transforman en el transcurso de la II Guerra Mundial. Incluso, a veces, quienes disparan son víctimas de esa barbarie.

No todos mueren, algunos sobreviven al drama, negándose a convertirse en un monstruo semejante al que combaten, como Juan Delgado, soldado español de la División Azul; como Pavel Tachenko, apenas un niño enrolado sin remedio en la resistencia soviética.

Estos son solamente dos de las vidas cruzadas en algún punto de la Europa en guerra entre 1939 y 1945 –“la muerte había comenzado, un festín que duraría seis años”– que sobresalen en la novela, concebida como una sucesión de relatos en distintos escenarios en guerra (Londres, Normandía, Berlín, Cracovia) donde el denominador común son inocentes sobre los que la guerra cae y lo devasta todo.

La elección de la II Guerra Mundial no es casual. Viene motivada por la voluntad del autor de narrar sobre escenarios alejados de una mirada ideológica. Lo esencial es lo que habita dentro de las guerras, el hombre, la mujer, que son los que las padecen y cuyos destinos quedan marcados para siempre.

Esos personajes como Pavel, que desde los once años sobrevive disfrazado de soldado, de invierno y de hambre; o como los polacos Hanna y Jaroslaw, que ven desaparecer en una bomba sus sueños de matrimonio; como Jacques y Jean Pierre Legrand, los hermanos de cinco y nueve años que solos cruzarán Francia para regresar con su familia…

El festín de la muerte es una obra que habla de la guerra y que aboga por la paz. Es una obra coral, por la que desfilan muchos personajes de distintas edades y nacionalidades europeas –explica su autor–. El hilo narrativo es el tiempo histórico que transcurre desde septiembre de 1939 hasta abril de 1945, prácticamente toda la II Guerra Mundial, un conflicto que irrumpe con violencia en la vida de todos los personajes”.

Como en Agnieska Kalinowska, la madre de Hanna, que se arrastra por el campo de concentración de Treblinka, y a quien el narrador, omnisciente y ecuánime, describe: “Ella era católica, debía tratarse de algún error burocrático. Las autoridades no perdieron mucho tiempo. La solución era bien sencilla: ella era judía porque estaba allí. Para el resto de los judíos, de sus nuevos congéneres, se convirtió en una extraña. Resignación, en realidad no es necesario pertenecer al pueblo elegido de Dios para ser uno de los elegidos por los nazis”.

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Los ganadores, junto con la princesa Letizia, el ministro Wert y la presidenta Aguirre

Ella se siente judía, porque Jaroslaw, así lo explica, el adolescente que había hecho feliz a su hija, lo era. Y, en definitiva, el autor interpreta la humanidad –y hacía ahí apunta la novela– como un todo que configura la única patria posible para el ser humano.

Verdad

Una patria compuesta con herramientas como la verdad. Así es la guerra. Díez de Palma no la edulcora, ni tergiversa. Habla de la muerte y de la guerra, de nazis que se creen superiores, de persecución judía, de pueblos arrasados por los soldados de Tercer Reich, de familias destruidas… que remiten a éxitos como El niño con el pijama de rayas, de John Boyne. Aunque es una novela compuesta con un lenguaje a veces lírico, necesariamente claro para atraer al lector adolescente y mostrarle, el valor de la paz.

Esa “verdad” que arguye Díez de Palma es, curiosamente, el objeto central de la otra obra ganadora, El secreto del huevo azul, con la cual Catalina González Vilar (Alicante, 1976) ha obtenido el Premio de Literatura Infantil El Barco de Vapor.

Dirigida a un lector de entre 8 y 10 años, la obra, ilustrada magníficamente por Tomás Hijo, convierte decir la verdad en “una novela de aventuras que participa del mundo fantástico de los cuentos de hadas, con príncipes, princesas, bestias y mundos extraordinarios”, según explica la autora. Libros así, con ese nutriente de valores que defiende, se convierten en preciosas herramientas educativas.

Sobre todo, cuando González Vilar ha sabido escoger el mundo onírico de los cuentos de hadas medievales con sus príncipes, magos y castillos, para transformarlo en un hermoso y alegre cuento sobre el valor de la verdad. Y que, además, tiene como protagonista a un príncipe, niño aún, al que su madre, la Reina, encarga custodiar un misterioso huevo azul que le ha sido regalado mientras que emprende un viaje en busca de dos tigres blancos.

De vuelta, el príncipe Rolav, ante la desaparición del huevo, miente al afirmar que de este nació una maravillosa lagartija azul con escamas como záfiros… Para remediar su engaño deberá entrar en el País de las Mentiras y descubrir el valor de la verdad de la mano de la princesa Aritnem.

“Es también, como lo son todas las aventuras, un viaje en busca de respuestas –apunta la escritora–, una historia acerca del valor necesario para superarse a uno mismo, para afrontar las propias decisiones y elegir quiénes queremos ser”.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.795 de Vida Nueva.

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