Cáritas denuncia el mayor maltrato a la mujer migrante

dos mujeres inmigrantes con una niña

Un informe analiza los problemas específicos que sufren los 104 millones de féminas en esta situación

mujer con niños inmigrantes

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Con motivo del Día de la Mujer (8 de marzo), Cáritas Internacional ha hecho público un informe en el que analiza las difíciles condiciones de vida para los 104 millones de mujeres migrantes (un 48,3% del total) que actualmente hay repartidas por todo el mundo. El objetivo final del estudio es llamar la atención sobre las necesidades específicas de quienes se ven obligadas a abandonar sus países, generalmente, con una situación aún más grave que la de los varones. [Cáritas denuncia el mayor maltrato a la mujer migrante – Extracto]

El documento se titula El rostro femenino de la inmigración y está elaborado a partir de las conclusiones de una conferencia que reunió a finales de 2010, en Senegal, a más de un centenar de expertos de la institución eclesial.

Aunque valora el hecho de que, en plena crisis, el trabajo de las mujeres se está manteniendo de un modo más estable –el cuidado doméstico, que es su principal labor, no ha decaído como lo han podido hacer la construcción, la agricultura o la manufactura, principalmente ocupados por hombres–, señala que las mujeres están expuestas a una mayor vulnerabilidad y discriminación. Una desprotección a la que se añade el que cada vez son más las que emigran solas.

De ahí que Cáritas, además de analizar las distintas problemáticas, opte por demandar a las autoridades competentes políticas concretas para su atajamiento.

Algo que sirve también para congratularse por los avances. Como en el caso del Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, publicado el pasado año por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En lo que catalogan de “hito” –no existía ninguna legislación global en este sentido–, se manifiestan esperanzados en que su aplicación sea un hecho y que, por lo tanto, las personas que trabajan en los hogares privados cuenten con un horario delimitado, seguridad social y otros derechos como cualquier otro tipo de empleado.

Como explica el estudio, el trabajo doméstico “sigue siendo invisible y excluido del ámbito de la legislación laboral”, dando lugar a todo tipo de excesos.mujer inmigrante en México

Del mismo modo, advierte contra “el enfoque paternalista” hacia la inmigración femenina que se da en lugares como Bangladesh, donde se prohíbe que las mujeres menores de 35 años abandonen el país por motivos laborales. Así, constatan, se “empuja” a muchas mujeres a que recurran a bandas clandestinas, pudiendo caer fácilmente en manos de “delincuentes que se dedican a la trata de seres humanos”.

Algo similar se da cuando “los gobiernos de varios países asiáticos asumen la necesidad de que la migración laboral sea controlada a través de agencias de contratación”, lo que, en la práctica, obliga a las empleadas domésticas “a pagar para poder encontrar un trabajo”.

Sin embargo, “estos costos no incluyen medidas de protección”. En definitiva, esto representa una muestra de que “los gobiernos se preocupan más por el control que de la protección de las trabajadoras migrantes, porque es un negocio proficuo”.

Contra las mafias de la trata

Respecto a las remesas que las mujeres envían a sus familias en los países de origen, se detecta un grave problema por la ausencia de un marco que las regule, movilizándose una gran parte de las mismas a través de canales clandestinos. Cáritas solicita a los gobiernos una legislación clara, reducir las tarifas de las transferencias y desarrollar programas de micro-crédito. Algo que ella misma emprenden a través del fomento de pequeños negocios.

No menos dañina resulta la acción de las mafias en el negocio de la trata de mujeres, obligadas a ejercer la prostitución. Cáritas aboga por el impulso de “planes nacionales” que fijen “acuerdos justos y equitativos entre países de origen y de destino que regulen la movilidad internacional de los trabajadores, con el fin de asegurar desplazamientos seguros”.

También es necesario otorgar una amplia información previa al viaje (algo que la entidad eclesial realiza en todas sus delegaciones), así como, por parte de las autoridades nacionales, conceder un “estatus humanitario” que no tenga en cuenta el estado jurídico de la víctima.

Otra situación que refleja su mayor discriminación se da con las refugiadas (en 2010, eran 16 millones de personas en todo el mundo, de los que algo menos de la mitad son féminas). En África, al estar habitualmente en campamentos superpoblados, carecen de los mínimos recursos alimentarios y son más fácilmente víctimas de abusos sexuales.

En Europa, “las mujeres que solicitan asilo se enfrentan a detenciones injustificadas y prolongadas y retorno forzoso, así como al acceso restringido a sistemas médicos o sociales”.

Paralelamente a las situaciones por las que pasan las mujeres migrantes, sus hijos suelen ser los que sufren consecuencias igualmente críticas. Un claro ejemplo, según revela un estudio de Save de Children que recoge Cáritas, se da en Sri Lanka. Desde allí, en 2009, emigraron 247.119 personas, de las que el 51% eran mujeres.

dos mujeres inmigrantes con una niñaComo consecuencia, casi un millón de niños se quedaron en el país alejados de sus madres (el 75% de las emigrantes están casadas y el 90% tienen hijos). Los peligros de estas separaciones familiares son muchos: “Sus matrimonios están en peligro y sus hijas se vuelven vulnerables, ya que algunas pueden terminar dejando la escuela para asumir las tareas del hogar e incluso sufrir abusos sexuales de sus padres, para que asuman las ‘responsabilidades del matrimonio’”.

En conclusión, Cáritas solicita “acuerdos bilaterales o multilaterales que aseguren el respeto y la protección de las necesidades de las migrantes”; con medidas hasta ahora inusuales, como “la posibilidad de emigrar legalmente a otros países para trabajar en otros sectores del mercado laboral, no solo en el sector de los servicios”.

Que las migrantes no tengan un contrato legal las lleva a “un callejón sin salida”; ese limbo “no proporciona capacitación específica en el trabajo, no abre las puertas a otras ocupaciones y raramente permite la continuación de una educación oficial”.

Un viaje plagado de peligros

Con el fin de alertar de los peligros del viaje, Cáritas Internacional muestra en su informe ejemplos concretos de su acción.

En primer lugar, a través de distintos proyectos de Cáritas Sri Lanka, parte de las iniciativas a acometer antes de la salida, insistiendo mucho en el desarrollo de programas de sensibilización sobre los riesgos del viaje y la situación en que se pueden encontrar en el país de acogida, así como en la información sobre el modo de asegurar la documentación, pues no es raro que el propio personal de aduanas la confisque, con el fin de explotar a la víctima.

En cuanto al viaje en sí, habitualmente en pésimas condiciones, exponen el ejemplo de su actividad en el desierto de Mali, donde cuentan con una Casa del Migrante en la que este recibe alimentación y asistencia médica y psicológica.

Ya en el país de acogida, como en todas las delegaciones nacionales, Cáritas Austria ofrece capacitación con cursos de idioma y formación profesional.

En el nº 2.793 de Vida Nueva.

 

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