Por encima de las posibilidades

CARLOS AMIGO VALLEJO | Cardenal arzobispo emérito de Sevilla

“Estar por encima de nuestras posibilidades, desde el punto de vista de nuestra condición como creyentes, es querer ‘hacerse como dioses’, convertirse uno mismo en norma y criterio de discernimiento y moralidad…”.

Con esto de la economía y de la crisis de casi todo, se oye con frecuencia el mea culpa de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Que se ha gastado más de lo que se tenía, que la deuda se ha disparado, que nos hemos quedado con los bolsillos vacíos…

Las posibilidades, desde el punto de vista de nuestra relación con Dios, son ilimitadas, porque el objeto al que se dirigen no está encuadrado dentro de unas estrictas coordenadas y parámetros cuantificables. Tampoco se puede limitar la libertad del pensar. Otra cosa distinta es la responsabilidad ética del comportamiento, que debe ajustarse a la verdad y al bien.

Estar por encima de nuestras posibilidades, desde el punto de vista de nuestra condición como creyentes, es querer “hacerse como dioses”, convertirse uno mismo en norma y criterio de discernimiento y moralidad, dejando que el subjetivismo campe por sus respetos en unos comportamientos caprichosos. Lo que gusta, vale y al precio que sea, aunque ello suponga la claudicación de la propia dignidad y el respeto que se debe al prójimo.

Estar por encima de las propias posibilidades es el querer adueñarse del árbol del bien y del mal, y hacerlo de tal manera que el relativismo se lleve la mejor parte para no dejar títere con cabeza. No es simplemente el decir que cada cosa se juzga y valora desde el color con el que se mire, sino que todo es incoloro, amorfo, indeterminado. La relativización conduce al desfondamiento de la verdad objetiva.

Estar por encima de nuestras posibilidades es también querer adueñarse de la palabra. Dios puede decir lo que quiera y, entonces, yo también, viene a decir el arrogante descreído, sin tener en cuenta que el creyente acepta la revelación de Dios y que esa palabra conocida es la que conforma la vida de quien la escucha y la sigue fielmente.

Estar por encima de las posibilidades es querer inventarse un Evangelio que no es el de Jesucristo. Es que si Cristo viviera ahora… Pues en nada cambiaría la buena noticia anunciada, porque Dios no dice ahora sí y después no, sino que su palabra es inmutable.

Otra cosa distinta es que el anuncio del mensaje y la catequesis deban tener en cuenta el lenguaje en el que hablan los hombres y la cultura a la que pertenecen. El texto no cambia en absoluto, aunque la música con la que se cante sea distinta.

Estar por encima de nuestras posibilidades es “ir por libre” sin tener una Iglesia a la que se pertenece, unos sacramentos que alimentan la vida de fe y un testimonio coherente de vida cristiana. Estar por encima de las propias posibilidades es creer a la propia manera, sin revelación, doctrina ni magisterio.

Decía Benedicto XVI: “Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal. (…) Todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras” (Mensaje para la Cuaresma de 2012).

En el nº 2.792 de Vida Nueva.

Compartir