John Barwa: “Hemos perdonado a quienes nos persiguen”

John Barwa, arzobispo de Orissa, en India

Arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, en Orissa (India)

John Barwa, arzobispo de Orissa, en India

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA. Fotos: LUIS MEDINA | El obispo John Barwa representa perfectamente lo que supone ser parte de una minoría hoy en la India. Y es que pertenece a dos. En el segundo país del mundo con más habitantes tras China y donde el 73,1% practica el hinduismo, él es de etnia tribal (los indígenas están incluso fuera del sistema de castas que articula la sociedad india, quedando en situación de total exclusión) y católico (como apenas el 2,3% de la población). Algo que marca el carácter de quien es arzobispo de las diócesis de Cuttack y Bhubaneswar, ambas en el Estado de Orissa. [Entrevista con John Barwa – Extracto]

Allí donde saben muy bien lo que supone ser una minoría ante el fundamentalismo. Y es que dos oleadas de violencia desatadas por los radicales hinduistas, en la Navidad de 2007 y en el verano de 2008, causaron decenas de muertos y llevaron a huir como desplazados a 56.000 cristianos (de los que 10.000 aún no han regresado a casa).

Como pastor de esas minorías, monseñor Barwa, en una reciente visita a la sede madrileña de Ayuda a la Iglesia Necesitada, explica su sentimiento: “Pese a la terrible persecución padecida, estoy orgulloso de formar parte de este sufrimiento. Esto nos ha hecho más fuertes. Somos pobres, pero somos la luz del mundo. He visitado a la gente, y me dicen que han perdido sus casas, a sus familias… Todo, pero no la fe. Por eso estoy orgulloso”.John Barwa, obispo Orissa India

– Transmite fuerza, pero también mucha alegría…

– Eso es porque estoy convencido de lo que hago. Vivo mi fe lo mejor que puedo, sabiendo que todo lo que soy proviene de Dios, por lo que trato de ser consecuente. La clave es ponerse a disposición de todos. Y la oración. Yo rezo mucho… Las gentes de Orissa son felices, pues se sienten fortalecidas ante la persecución. De mi hermana, que es religiosa [como lo son siete sobrinas suyas, una de las cuales, Meena Barwa, se convirtió en símbolo de los ataques, tras sufrir una violación múltiple en público y perdonar a sus agresores], he aprendido a ver lo bueno en las personas antes que lo malo. Dios nos ha creado y todos tenemos cosas positivas. Así todo es mucho más fácil.

– Como lo es perdonar a los agresores. Uno de los grandes testimonios de los cristianos indios que han sufrido persecución es que no han respondido con más violencia…

– Por suerte, ahora en Orissa vivimos en paz. Hemos perdonado a quienes nos persiguen y seguimos adelante. Además, confiamos en la acción de la Justicia.

– Algo que forma parte de su historia.

– Orissa la evangelizaron jesuitas belgas en el siglo XIX. Los tribales indígenas éramos animistas. Veíamos que el espíritu estaba en todos los lados. Los jesuitas nos enseñaron que Dios es una persona. Nos enamoramos del amor de Dios. Y una vez que aceptamos esta fe, lo hacemos hasta la muerte. Para ello, rezamos mucho. Confiamos totalmente en Dios. Él nos quiere y con eso nos basta.

“Las gentes de Orissa son felices,
pues se sienten fortalecidas ante la persecución.
Dios nos ha creado y todos tenemos
cosas positivas. Así todo es mucho más fáci”.

– Los radicales hinduistas acusan a los católicos de ir contra la cultura india, pero ¿lo antipatriótico no es perseguir, precisamente, a quienes fomentan el desarrollo de todos?

– Apenas superamos el 2% de la población, pero generamos el 20% de la riqueza del país. Somos los mejores en educación, sanidad e I+D. Eso lo reconocen todos, pues ni siquiera podemos acoger a tantas personas como reclaman nuestros servicios… Sin embargo, esto no interesa que se sepa por parte de los que nos atacan. El problema no es con los hindúes, pues la mayoría nos respeta, sino con los radicales que no quieren razonar. Esos son los que no tienen en cuenta que el gran núcleo de los beneficiados por nuestra acción social no son católicos.

– Quienes acuden a sus escuelas y hospitales son los últimos de los últimos en la India: los tribales indígenas y los ‘dalit’, la casta de los “intocables” sobre la que se basa el sistema piramidal que marca toda la sociedad india. Precisamente, les acusan de socavar el modelo de convivencia por querer evangelizar a estas minorías…

– La Ley Anticonversión [vigente en siete Estados indios, siendo el primero de ellos Orissa, desde 1954, y que solo se aplica en los casos de conversión del hinduismo a otras religiones] es la excusa que utilizan para atacarnos. Lo que ocurre es que, viendo nuestro trabajo, muchos nos buscan para unirse a nosotros. ¿Cómo les decimos que no? Estamos en un callejón sin salida.

John Barwa, obispo Orissa India– Y eso que no se lo ponen fácil. Como denuncia, numerosas trabas burocráticas dificultan enormemente el que alguien se pueda bautizar católico. ¿Cómo explica que, pese a todo, la Iglesia crezca en la India con tanta fuerza?

– La fe es un regalo de Dios. Nosotros hacemos lo que podemos, pero lo demás lo hace Dios. En mis dos diócesis, las vocaciones a la Vida Consagrada y al sacerdocio crecen sin parar. En la misa que celebré por fin de año, acudieron 30.000 personas… Y, cada vez que confieso, lo hago entre 8 y 9 horas por las largas colas que se forman. ¿Por qué ocurre esto? Solo Dios es la respuesta.

La unidad como necesidad

– Su gran objetivo parece puesto en estrechar lazos de unidad con las otras minorías religiosas, tanto con los musulmanes como con el resto de confesiones cristianas.

– Si no estamos unidos, estamos arruinados. La propia persecución nos ha ayudado a verlo. Tenemos que acercarnos a los musulmanes [representan el 13% de la población]. Ellos también son perseguidos, pero tienen la ventaja de que sí están unidos, de que ofrecen un único mensaje a modo de respuesta. Los cristianos, por desgracia, estamos divididos. Y eso, siendo una minoría [solo un 4,7% de los indios son cristianos, de los que algo más de la mitad pertenecen a distintas comunidades protestantes], es un grave problema. En Orissa, estamos los católicos… y 74 comunidades evangélicas. ¡Y cada semana surgen más, fragmentadas entre sí! La división es nuestra debilidad, y de eso se aprovechan los fundamentalistas. Saben muy bien que, si estuviéramos unidos, no podrían contra nosotros.

“Tenemos que acercarnos a los musulmanes.
Ellos también son perseguidos,
pero tienen la ventaja de que sí están unidos,
de que ofrecen un único mensaje a modo de respuesta.
La división es nuestra debilidad”.

– Por lo que explica, en la India el ecumenismo no es solo un reto, sino toda una necesidad de supervivencia. ¿Tiene esperanza de que la unidad se consiga algún día?

– Yo rezo mucho por ello todos los días. Estoy seguro de que lo conseguiremos. Si no hoy, mañana. Y, si no, pasado mañana… Como cabeza de la Iglesia en Orissa, estoy hablando con todos los líderes. Y eso ya es bueno. Lo negativo es cuando algunos de estos grupos, como diría mi hermana, buscan robar a las ovejas del rebaño… Y lo peor es que lo hacen con el dinero por delante. Eso es, con otro ejemplo, como pescar en una pecera. También hay que decir que siempre buscan dirigirse a los católicos, pero nunca a los hindúes, porque saben lo que les puede pasar. La gente es débil, y a veces algunos de nuestros fieles se van con ellos, o retornan al hinduismo. Pero, a la larga, muchos vuelven a ser católicos.

– ¿Confía en los gobernantes, pese a que no hayan actuado con firmeza en defensa de las minorías?

– El actual Gobierno del Estado de Orissa [que ha sustituido al bloque fundamentalista que estaba en el poder cuando se desató la persecución] se ha mostrado propicio al diálogo. Siempre que les he reclamado, me han atendido. Aunque todavía falta por ver si todo queda reducido a buenas palabras, propias del lenguaje político. Espero que apliquen lo que dicen, pero por ahora estoy satisfecho.

– ¿Con qué Orissa sueña?

– Sueño con que sea una región de paz, igualdad, alegría, felicidad, libertad y dignidad humana.

En el nº 2.791 de Vida Nueva.

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