Monseñor Julio César Vidal. Obispo de Cúcuta

“Tenemos que brindar oportunidades”

Monseñor Julio César Vidal, obispo de Cúcuta desde hace siete meses, volvió a la carga con sus señales públicas de paz, perfectamente dirigidas a los grupos violentos emergentes que se mueven en Córdoba. Su ánimo de fomentar la paz y su controvertido contacto con líderes de esa nueva expresión de criminalidad le generaron reacciones de todo tipo durante 2011.

Después de un silencio por parte de las bandas al margen de la ley que lo contactaron el año pasado, buscando beneficios legales para abandonar sus actividades, él es quien rompe ese silencio urgiendo una respuesta de aquellos grupos.
Este prelado, hasta no hace mucho obispo de Montería, Córdoba, uno de los departamentos con mayores índices de criminalidad y desajustes sociales, sigue trabajando de la mano con las autoridades civiles y académicas ahora en la capital norte-santandereana, formas y mecanismos que prevengan el auge de la violencia, que en su criterio, es posible erradicar, si se brindan oportunidades de desarrollo y rehabilitación para quienes tradicionalmente no las han tenido.
Asediado como de costumbre por la prensa en los días de la primera Asamblea General de Obispos de 2012 (versión XCII) monseñor Vidal se apartó por un rato de aquella nube para responder a Vida Nueva lo que muchos colombianos de fe se preguntan. Con el acento caribe y desparpajo que lo caracterizan, aprovechó la oportunidad para contar sobre sus nuevas tareas y retos al frente de la diócesis de Cúcuta y su deseo porque los violentos vengan de donde vengan tomen un nuevo camino para su propia rehabilitación.
¿En que quedaron esos contactos con las bandas criminales en el departamento de Córdoba?
Hace cinco meses se suspendieron totalmente las comunicaciones con este servidor, y es comprensible, yo pasé a otra diócesis y eso me absorbió por completo, estuve supremamente ocupado porque encontré un plan de compromisos pastorales muy grande, de tal manera que aunque ellos me comunicaron en Montería que seguirían en contacto conmigo, no lo ha habido, de hecho no hasta el momento.
¿Cuál es la situación que ahora maneja en el departamento de Santander; es igual o menos dramática que la de Córdoba?
Es igual de preocupante y pienso que puede ser más grave. Por ser Cúcuta una ciudad de frontera, se suman aspectos como la situación de contrabando, la presencia de las FARC y el ELN en el Catatumbo, todas estas cosas y también la presencia del narcotráfico, pues se crea mucha inestabilidad, en barrios muy populares de Cúcuta. Como es frontera, se presta para pasar de un barrio a otro, son utilizadas muchas personas, personas mayores, adolescentes, jóvenes, es complicada la cosa. Pero sin duda también hay muy buena voluntad. Tengo mucha esperanza porque tanto el alcalde como el gobernador de Norte de Santander, están muy dispuestos a iniciar un trabajo que restablezca y mejore todo el tejido social de esa región de Norte de Santander.
Usted es alguien que siempre busca el contacto directo. ¿Con quiénes se ha contactado en la región como para fomentar la pastoral de la paz?
Pues ahora mismo con las universidades, la sociedad civil, hay grupos comprometidos en esto, con el obispo de San Cristóbal (Venezuela) y el obispo de Tibú; con ellos estamos pensando en hacer un trabajo en ese sentido también. Con el gobernador y los alcaldes de la región tuvimos una reunión en donde hicimos el aporte para su plan de desarrollo en el aspecto social y en el tema de la paz, que fue muy bien recibido. Entonces, como se lo hemos expresado a cada uno de ellos, queremos coadyuvar al buen gobierno y un buen gobierno es que toque los temas sociales, que sea incluyente, que se vincule a la sociedad civil con el desarrollo de esos planes, de modo que eso lo consideramos muy positivo. Con el alcalde de Cúcuta, tenemos unos proyectos de atención juvenil para que en las instituciones educativas también que se los prevenga a todos estos jóvenes sobre la violencia, los grupos armados, la droga, todo lo que destruye el tejido social.
¿Qué pastoral resulta efectiva frente a quienes han optado ya por el camino de la violencia armada?
Creo que lo que tenemos que hacer es brindar oportunidades. Nosotros en pastoral juvenil, uno de los aspectos que estamos elaborando es el llamado emprendimiento, y con eso queremos que aquellos jóvenes que no pasan a la universidad y tampoco logran un trabajo, encuentren al menos una posibilidad y un capital semilla con el gobierno municipal, que los ayude, y con respecto a los demás, estamos a través de las instituciones de caridad de la Iglesia brindándoles siempre una oportunidad de recuperación. En esto último, contamos con lugares de rehabilitación del drogadicto, del alcoholismo y también para quienes se quieren recuperar de la violencia.
¿A qué atribuye usted la alta criminalidad en unos departamentos más que en otros, por ejemplo el caso de Córdoba?
Este último es un departamento con bastante conflicto en donde están presentes prácticamente todos los grupos tanto ideológicos subversivos, como los grupos también de narcotraficantes y contrabandistas, situación que desestabiliza la sociedad, de modo que hay que buscar caminos de restitución del tejido social, ofreciendo nuevas oportunidades que neutralicen este tipo de situaciones.
¿Le ve futuro al diálogo para la paz ahora mismo con grupos que se mezclan para resurgir en la criminalidad?
Nosotros nunca perdemos la esperanza. He hecho una invitación a través de los medios a los grupos que en su momento se contactaron conmigo, como son “los rastrojos” o “los urabeños”, “los paisas”, “las águilas negras”. Que no echen pie atrás. Sé que en los últimos cinco meses han pasado muchas cosas, que han asesinado a jefes, que han apresado a otros, en fin, eso ha creado situaciones nuevas, pero no hay duda para yo invitarlos a que sigan en un proceso de paz; el presidente les ha abierto la posibilidad, eso me consta y yo me comprometí con ellos a hacer que el presidente abriera ese espacio. Él públicamente lo dijo en febrero del año pasado y nuevamente en julio, entonces yo los sigo invitando, como ellos mismos lo decían para que cese esta violencia en Colombia, contribuyan a la pacificación y se sometan a la autoridad. VNC

Propuestas del obispo, incorporadas a los planes de desarrollo de las autoridades en Santander

Diálogos regionales y subregionales de paz: los conflictos sociales, políticos, económicos tienen connotaciones diferentes en nuestra geografía regional.
Educación integral para la paz: la paz no solo es ausencia de guerra o superación efectiva del conflicto (Dinámica en pedagogía de paz, cátedra de paz que va más allá del conflicto social, político y económico).
Programa de derechos humanos y DIH (Cátedra de paz en centros educativos públicos y privados). Construcción de ciudadanía desde la familia, vecindad y desde la sociedad / convivencia ciudadana – reconciliación.
Promoción y difusión de los derechos humanos, DIH, con énfasis en víctimas y población en situación de desplazamiento y vulnerable.
Participación y garantías de víctimas.
Inclusión social: implica los componentes político, económico, cultual y ambiental.
Empoderamiento de las comunidades.
Creación de una universidad agraria.
Financiación y cofinanciación de créditos agrarios.
Programa Integral de Soberanía y Seguridad Alimentaria.
La reducción de la pobreza absoluta.
Trabajar con minorías étnicas y sociales.
Trabajar el tema de tenencia y propiedad de la tierra.

Texto: J. Escobar
Fotos: CEC

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