La Iglesia de Honduras denuncia el hacinamiento en las cárceles

incendio de una cárcel en Honduras, familiares de los presos

Un incendio causa 359 muertos en un penal que sobrepasaba en un 240% su capacidad


incendio de una cárcel en Honduras, familiares de los presos

Familiares de los presos acuden al penal en busca de noticias

PABLO ROMO CEDANO. MÉXICO DF | Con el rostro visiblemente conmovido, el obispo de Comayagua (Honduras), Roberto Camilleri, consoló a los supervivientes y a los familiares de las víctimas del incendio producido el día 14 en la Granja Penal, donde al menos 359 reos perdieron la vida. El fuego, de dudosa procedencia, consumió buena parte del centro, que, en el momento de la tragedia, estaba ocupado por más de 850 internos.

Camilleri, junto con Reinaldo Moncada, párroco del lugar, y Rosbym Padilla, coordinador de Cáritas Comayagua, expresaron su consternación por la que calificaron como “la peor tragedia en la historia de los centros penales de nuestro país”. Dolor y queja, por las pésimas condiciones en las que se encuentran las cárceles.

Y es que, según el Observatorio Internacional de Prisiones, la ocupación de este penal rebasaba en un 240% su capacidad. Por ello, el prelado franciscano consideró “lamentables las condiciones inhumanas de hacinamiento e inseguridad en que vive la población penal de nuestro país, específicamente en el Centro Penal de Comayagua”, e invitó a la sociedad hondureña “a que pidan a nuestras autoridades el garantizar la integridad y la dignidad de los prisioneros, para que no se repita una lamentable tragedia como esta que ha afectado a tantas familias hondureñas”.

Desde Roma, Benedicto XVI envió un comunicado a Camilleri en el que pedía que transmitiera a los familiares de las víctimas su “dolor y tristeza”. Igualmente, episcopados de todo el mundo han querido mostrar su pésame.

Es el caso del de Chile, que, por boca de su presidente, el salesiano Ricardo Ezzati, se manifestó “conmovido”. “Sabemos el inmenso sufrimiento que provoca este tipo de tragedias; por ello, queremos manifestar nuestra cercanía y afecto hacia ellos, lo que hacemos extensivo a la Iglesia y al hermano pueblo de Honduras”, concluía el arzobispo de Santiago, dirigiéndose directamente a los familiares de los afectados.

Se da la circunstancia de que las autoridades hondureñas deben comparecer próximamente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la muerte de 107 internos en un incendio ocurrido el 17 de mayo de 2004, en el Centro Penal de San Pedro Sula. De hecho, en los últimos años, se han producido hasta tres siniestros en cárceles, “con el agravante –según Camilleri– de que la Granja Penal de Comayagua era considerada como la cárcel de mayor seguridad a nivel nacional”.

Sin embargo, a tenor de lo sucedido, se ha comprobado que el Estado no ha sido capaz de implementar medidas de seguridad para prevenir y evitar la repetición de tragedias así.

Además, solo cuatro días después de lo ocurido en la Granja Penal de Comayagua, tres incendios devastaron más de 500 puestos en otros tantos mercados de Tegucigalpa. Aunque las causas del fuego están por esclarecer, afortunadamente, no hubo que lamentar víctimas mortales. Cabe recordar que Honduras es uno de los países con mayor criminalidad en el mundo y forma parte de la ruta hacia los Estados Unidos y El Caribe para el narcotráfico.

Una larga lista negra en México

Una riña organizada por bandas rivales, el 12 de febrero, dejó un saldo de 44 muertos y 30 reos prófugos en el Centro de Readaptación Social de Apodaca, municipio colindante a la ciudad de Monterrey, en México. No es la primera ocasión en que sucede una tragedia en esta prisión.

El pasado 20 de mayo, 14 internos murieron allí tras un incendio provocado. Pero, por desgracia, esta sucesión de violencia se extiende a muchas más cárceles en todo el país. El 13 de octubre, una riña dejó siete muertos en la cárcel vecina de Cadereyta. En la prisión de Altamira, el 5 de enero murieron 31 internos y quedaron 13 gravemente heridos.

El 20 de enero de 2010, hubo una pelea en la penitenciaría de Durango, con un saldo de 23 muertos. En la prisión de Matamoros, el 15 de octubre de 2011, murieron 20 reclusos. En Gómez Palacio, hace poco más de dos años, fallecieron otros 20 detenidos. En los últimos cinco, se han fugado de las cárceles del país al menos 320 internos.

En este contexto, la Pastoral Penitenciaria realiza su silenciosa labor acompañando a presos en su proceso de rehabilitación. En un documento de reciente circulación, este departamento eclesial afirma que, en los últimos diez años, más de un millón de mexicanos han pasado por la experiencia carcelaria.

Todo “un desafío para la pastoral”, más aún cuando la mayor parte de los atendidos son pobres, con pocos estudios y menores de 30 años.

En el nº 2.790 de Vida Nueva.

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