Cuaresma todo el año

Francisco J. Castro, franciscano Santiago Compostela

La crisis lleva a muchas personas a llamar a la puerta de los conventos

Francisco J. Castro, franciscano Santiago Compostela

El franciscano Paco Castro

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | “Dar limosna hoy, actitud básica de la Cuaresma, consiste en compartir lo que se tiene y lo que se es. Y la solidaridad es un atajo para acercarnos a la justicia”, dice a Vida Nueva Francisco J. Castro Miramontes, rector-guardián del convento e iglesia de San Francisco de Santiago de Compostela y colaborador del Hogar-Albergue como “facilitador-mediador” para conseguir apoyos y atender las necesidades de los usuarios. Un albergue de acogida para personas necesitadas como otros muchos centros atendidos por religiosos y religiosas en España.

Ahora que se acaban de hacer públicas las estadísticas sobre las declaraciones del IRPF a favor de la Iglesia, es oportuno recordar la labor social que tantas instituciones eclesiales hacen por los pobres. “Solo hay que salir a la calle y ver lo que la Iglesia hace”, decía Fernando Giménez Barriocanal, en rueda de prensa.

En esta situación de crisis, qué sería de muchas personas sin la ayuda de la Iglesia, de Cáritas o centenares de instituciones benéficas sostenidas personal y económicamente por las congregaciones religiosas españolas. “Callen las palabras, hablen las obras”, decía el banquero de los pobres, el franciscano lusitano Antonio de Padua.

Optar por la solidaridad

Nos dice Paco Castro –como todos le llaman– que, “frente a la crisis económica y sus nefastas consecuencias (tras entronizar al dios egoísmo realizado en ánimo desmedido de lucro y avaricia), podemos optar por la solidaridad, ya que al mal se le vence a fuerza de bien. Mientras los poderosos y sabios discuten sobre medidas económicas, la Iglesia ha de seguir a pie de calle practicando el arte del amor al prójimo”.

Francisco Honrubia en el Albergue San Francisco, Compostela

El P. Honrubia, en uno de los dormitorios del albergue

El Albergue de San Francisco nació en 1971 como opción en favor de los últimos, impulsado por Antonio Peteiro, franciscano que fue arzobispo de Tánger. En principio, se pensó como lugar de acogida de peregrinos, pero se percataron de que existía una realidad más imperiosa: los sin techo o transeúntes, personas que estaban de paso por la ciudad y no tenían medios.

Con este impulso inicial, durante años, tomó las riendas Roberto Lista, amén de la colaboración de otros muchos frailes. Ya en 2009, bajo el empuje de Francisco Honrubia, actual director, y coincidiendo con el VIII centenario de la fundación de la Orden Franciscana, homenajearon a Francisco de Asís dando un paso adelante en esta tarea. Y así, surgió un nuevo proyecto: realizar unas obras de mejora para complementar la acogida nocturna con una diurna, de manera que la puerta de San Francisco estuviese siempre abierta.

Dignificar la vida de las personas

En realidad, les movió a los franciscanos tratar de dignificar la vida de las personas, aunando el aspecto caritativo-asistencial con la oferta de soluciones o alternativas más duraderas. En este sentido, existe un plantel de colaboradores contratados que realizan así una labor estable en el tiempo, siempre con el fin de atender mejor a las personas usuarias, y un grupo de voluntariado que ayuda en esa tarea, tejiendo así una red de solidaridad bajo el prisma de acción-reacción. Servicios de acogida nocturna, de duchas, lavado de ropa, peluquería, consultorio médico, botiquín, eventualmente reparto de alimentos, asesoría laboral, ropero, cursos formativos…

Solo en el año 2011 pernoctaron en el albergue un total de 728 personas y se atendió a más de 1.000. El incremento de la demanda no es, sin embargo, la única consecuencia de la crisis; también ha cambiado el perfil del usuario.

“Es especialmente preocupante el aumento del número de jóvenes que han entrado en el círculo de la calle por degradación, normalmente chicos que se habían emancipado gracias al trabajo, pero que se han quedado en paro”, explica Castro.

LEVADURA

Francisco de Asís fue pobre entre los pobres. Los tiempos han cambiado y los franciscanos se sienten depositarios de su espíritu y herederos de una historia de santidad que tenía como referencia el “a mí me lo hicisteis”. Los religiosos, como la Iglesia, han estado, están y seguirán estando calladamente junto a los últimos… aunque a algunos les siga costando reconocerlo.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.790 de Vida Nueva.

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