Ante los nuevos desafíos, nuevos catequistas

chica joven asiste a catequesis

La experiencia de fe y la formación son cuestiones imprescindibles

chica joven asiste a catequesis

FRAN OTERO | La Iglesia, en España y en el mundo entero, aborda durante todo este año la cuestión de la Nueva Evangelización, de volver a transmitir la fe con desafíos que exigen un modo de actuar diferente; nuevos métodos, nuevos lenguajes y expresiones. En primera línea de esta tarea están los catequistas, y sobre ello se ha reflexionado en las XLV Jornadas de Delegados Diocesanos de Catequesis, que, bajo el lema Nueva Evangelización, Nuevos Catequistas, ha organizado la Subcomisión Episcopal de Catequesis. La pregunta se hace inevitable: ¿es necesario hoy un nuevo perfil de catequista, un nuevo catequista? [Ante los nuevos desafíos, nuevos catequistas – Extracto]

Para Manuel López López, director del Secretariado de Catequesis de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, que participó en las Jornadas con una comunicación titulada Los catequistas que hoy necesita la Iglesia, “no hace falta un nuevo catequista, si entendemos por catequista la persona que con su testimonio y vida, más que con palabras, transmite y muestra una forma de vida con coherencia, con estilo, al estilo de Jesús”.

“Pero los tiempos actuales nos presentan diferentes retos ante los que los catequistas no están preparados. El escenario cultural de fondo de la secularización, es decir, vivir la vida al margen de Dios; el escenario de la globalización; el escenario de los medios de comunicación, ya que se exige estar en los nuevo areópagos; el escenario económico; el de la investigación científica y tecnológica, campos que corren el peligro de convertirse en nuevos ídolos; y el escenario de la política”, añade.

En cualquier caso, para el delegado gaditano, el perfil debe ser el de una persona eclesial, que propone caminos desde el Evangelio en los lugares donde vive, y que acepta los desafíos que se plantean respondiendo a ellos como persona constructora de “otro reino, con otros valores…”.

“Ser persona que viviendo en su ambiente, tiene la audacia de formular preguntas acerca de Dios, sin permanecer encerrado en las comunidades e instituciones, saliendo a los caminos y aldeas. En definitiva, manifestando al mundo otra forma de vivir y entender la vida desde la fuerza profética y transformadora del mensaje evangélico”, concluye.

Renovación

Por su parte, Francisco Julián Romero Galván, delegado episcopal de catequesis de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, cree que la figura del catequista y su perfil está “bien definido” por la Iglesia y, por ello, reconoce que no han ido a las Jornadas a buscar un nuevo perfil, sino “a ver cómo somos capaces de que nuestros catequistas lo cumplan y sean verdaderos transmisores de la fe”.

“La Iglesia está empeñada en una Nueva Evangelización, nueva en su método, lenguaje y expresiones. Pero continúa transmitiendo el mensaje de siempre, la Buena Noticia de Jesucristo, para que nuestros contemporáneos puedan experimentar encontrarse con Él, vivir con Él y seguirle de corazón. Creemos que para esto, la figura del catequista puede desempeñar un papel importante, imprescindible y necesario”, explica a Vida Nueva.

EL PERFIL NECESARIO DEL CATEQUISTA:
– Preocupado por el anuncio.
– Con madurez humana, cristiana y apostólica.
– Integrado en una comunidad de referencia.
– Iniciado en la oración.
– Con formación bíblico-teológica.
– Con formación en ciencias humanas.
– Con formación pedagógica.
– En continua formación catequética en su comunidad.

Con todo, cree que una de las tareas importantes es la renovación de catequistas, pues constata que, en los últimos tiempos, “cuesta que nuevos creyentes se dediquen a esta preciosa misión”. “Como en todo, en unos momentos de tanta secularización cuesta encontrar a catequistas nuevos que sigan transmitiendo la fe de la Iglesia que ellos viven”, agrega.

También por la secularización, Romero insiste en que es necesario recordar el perfil de catequista que la Iglesia ha querido siempre, y que no es más que “el de una persona madura en lo humano y madura en su fe –porque la celebra, la vive, la conoce–, con cualidades para las relaciones humanas, que sabe trabajar en grupo, que es capaz de conectar con la vida de aquellos que catequiza, que tiene una formación cultural y cristiana suficiente…”. “Necesitamos hoy mayor autenticidad en los que se dedican en la Iglesia a transmitir la fe a los otros”, sentencia.

La formación, fundamental

Sobre esta misma cuestión, Manuel López cree que el catequista ha cambiado, del mismo modo que la sociedad y el mundo han cambiado. En este sentido, considera que la sociedad actual demanda al catequista, además de fe, la formación específica para dar razón de ella.

“Si queremos creyentes renovados, la prioridad debemos ponerla en lograr creyentes preparados, ya que cualquier actividad pastoral que no cuenta para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, necesariamente carecerá de valor”.

Y ante una necesaria Nueva Evangelización, la figura del catequista se hace “fundamental”, dice Manuel López, pues “si no hay testigos, no hay anuncio del mensaje, no hay propuesta de fe”.

“Decisivo”, así lo califica Francisco Julián Romero, ya que en esa Nueva Evangelización, “los nuevos creyentes han de encontrar comunidades cristianas con una fe seria y madura. En ella deben estar los catequistas necesarios que, bien formados y con fe madura, puedan entregar esa llama a los que desean redescubrir la belleza de la vida cristiana, porque se alejaron de Dios, o aquellos que la descubren por primera vez”.

La formación, que aparece continuamente en el discurso de ambos delegados, es “tan necesaria que se hace obligatoria”, dice el extremeño. “No es posible que hoy un catequista ejerza su misión desde la buena voluntad. Debe saber dar razón de su fe y darla a los demás, sin miedos ni complejos”, concluye.

A modo de ejemplo, y precisamente en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, no existe una escuela específica para catequistas, pero sí hay formación básica desde el contenido del Catecismo de la Iglesia Católica, en una enseñanza reglada que se imparte a lo largo de dos cursos en clases semanales.

Lo que hay que mejorar

Como en todos los ámbitos de la vida, siempre hay cuestiones que mejorar y, por ello, Manuel López incluyó en su comunicación algunas de ellas. En su opinión, es importante el compromiso de los sacerdotes y de las personas consagradas, pues aunque considera imprescindible tener un laicado preparado, los sacerdotes no pueden situarse al margen de la labor catequética.

“La catequesis no es algo que se pueda delegar sin más, como tampoco se delega la economía de la parroquia, siendo la catequesis mucho más importante”, explica. También cree que ha llegado el momento de plantearse una opción preferente por los adultos, así como la atención a personas discapacitadas.

Por otra parte, ve fundamental abordar la diversificación en los procesos catequéticos, y que los distintos grupos puedan tener momentos de encuentro. A nivel más logístico, recomienda utilizar el material adecuado al nivel y preparación de las personas que están en el proceso de la iniciación cristiana, contar con instalaciones y dependencias adecuadas, establecer un horario pedagógico y fijar una programación.

En el nº 2.790 de Vida Nueva.

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