La Iglesia del Sahel africano, alerta ante otra hambruna

hambruna en los países del Sahel

El informe de una ONG destaca el papel crucial de las comunidades locales en los desastres

hambruna en los países del Sahel

El hambre ya se deja sentir también en varias zonas de Níger

ALBERTO EISMAN | Cuando el huracán ‘Mitch’ devastó en 1998 grandes zonas de varios países centroamericanos, causando graves pérdidas humanas y materiales, un pueblo cerca del río Choluteca se vio aislado del mundo exterior durante dos semanas. La comunidad cristiana local cocinó y cuidó del resto del pueblo, movilizó a un grupo de mujeres para que prepararan comida y coordinó a los jóvenes para distribuir los alimentos entre los ancianos e impedidos. Además, la comunidad organizó grupos de hombres para reparar casas y recoger leña y comida, que fue almacenada en la iglesia.

Después de 14 días, llegó a aquella zona el primer bote con representantes de una ONG internacional, que comprobaron estupefactos lo que había conseguido esa comunidad de base. Cuando se encontraron con su líder, este les dijo: “Nosotros estábamos aquí antes del desastre, estábamos aquí durante el desastre y estamos aquí después del desastre. Agencias como la vuestra van y vienen, pero la Iglesia siempre estará aquí”.

Este es uno de los ejemplos contenidos en un reciente informe de la ONG protestante Tearfund, que resalta el papel crucial que las comunidades cristianas juegan y pueden jugar en situaciones de desastres naturales y humanos.

Las Iglesias locales –parroquias, comunidades de base, movimientos eclesiales, etc.– ofrecen ya de por sí una organización social interna, comprometida y enraizada en la comunidad local y, al mismo tiempo, presentan unos recursos materiales y humanos que pueden ser esenciales a la hora de hacer posible que una situación de emergencia pueda –al menos en parte– ser gestionada por la población del lugar, en vez de depender de la ayuda de emergencia proporcionada por organizaciones de afuera.

En estos días, Benedicto XVI acaba de exhortar a la comunidad internacional “a interesarse seriamente por la extrema pobreza de estas poblaciones en las que las condiciones de vida se deterioran”.

El Papa se refería esta vez a la preocupante situación de los países del Sahel, región del África Occidental que está sufriendo ya las consecuencias de las escasas lluvias de los últimos meses, con el consiguiente descenso en la producción agrícola de hasta un 50% en algunos países.

Pues bien, las Cáritas del Sahel han sido las primeras en confirmar la gravedad del momento, señalando que Chad o Mauritania tienen solo alimentos para cubrir los primeros tres meses de 2012, y otros países vecinos cuentan con un par de meses más de reservas. Todo ello significa que muy pronto podría darse en la zona un estado de hambruna generalizada.

Formar y sensibilizar

La gestión de desastres humanitarios no es una materia que se enseñe hoy en los seminarios, facultades de teología u otros centros de formación pastoral, pero es un hecho que, cuando suceden tragedias de este tipo, los fieles recurren a sus líderes religiosos esperando apoyo y atención.

Según el citado informe de Tearfund, las comunidades eclesiales y sus líderes podrían contribuir de gran manera a elevar sustancialmente los niveles de protección civil y alerta temprana de desastres con el simple esfuerzo de preparar y formar a sus cuadros internos y sensibilizarlos acerca de las contingencias y riesgos que pueden eventualmente tener lugar en una zona determinada.

Así las cosas, las Cáritas del Sahel preparan ahora ya planes de contingencia para intervenir de manera rápida y mitigar los efectos de esta grave situación alimentaria que se avecina, ya sea distribuyendo alimentos gratuitamente entre los más vulnerables como promoviendo subsidios alimentarios, o apoyando programas de “comida por trabajo”, aparte de distribuir semillas para la próxima siembra. Todas estas acciones de emergencia de las diferentes Cáritas han sido posibles gracias a un sistema de alerta temprana para prevenir y disminuir el impacto de posibles crisis alimentarias.

Mientras tanto, desde Cáritas Española se ha aprobado una contribución de 100.000 euros para secundar las actividades de Cáritas Malí y se seguirán apoyando durante las próximas semanas los planes de las distintas Cáritas del Sahel. Todas estas ayudas se añaden a las ya aprobadas en enero para Mauritania por importe de 147.543 euros, destinadas a las poblaciones rurales más vulnerables del sur del país.

En el nº 2.789 de Vida Nueva.

Compartir