CONFER regionales: la comunicación y animación también son tarea local

Carlos Bermejo, ofm, presidente CONFER Castilla-La Mancha

Con Castilla-La Mancha, ya son 55 las CONFER diocesanas y 14 las regionales

Carlos Bermejo, ofm, presidente CONFER Castilla-La Mancha

Carlos Bermejo, ofm, presidente CONFER Castilla-La Mancha

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | La intensa actividad de la CONFER nacional a veces puede dejar en un segundo plano el protagonismo de las delegaciones regionales, cuyo trabajo es menos conocido, pero útil y necesario. No son propiamente organismos de decisión y de elaboración de proyectos, sino de comunicación y de animación.

A pesar del descenso numérico, son muchas todavía las comunidades de religiosos, tantas como para mantener una estructura de 55 CONFER diocesanas y 14 regionales.

Recientemente, se ha creado la de Castilla-La Mancha, en la que se integran cerca de 226 comunidades. Su recién elegido presidente, Carlos Bermejo, ofm, ha explicado a Vida Nueva que estaban incluidas en CONFER-Centro, junto con la de Madrid, siendo “un ente gigantesco en cuanto a número de entidades y diversidad de espacios socioculturales de proveniencia. Nosotros nos encontrábamos un poco como gallos en corral ajeno. La Nacional hizo una consulta a las diocesanas de nuestra región autónoma y el resultado fue la conveniencia de crear nuestra propia CONFER Regional”.

En este caso concreto –comenta el franciscano–, “nace de la necesidad de aglutinar comunidades religiosas insertas en un ámbito socio-cultural y religioso con unas características comunes. No es lo mismo una región eminentemente urbana, como la Comunidad de Madrid, que una más bien rural, como Castilla-La Mancha”.

El día 26 de enero pasado tuvo lugar, en la sede central de Madrid, la Asamblea constituyente de CONFER Castilla-La Mancha, en la que participaron los superiores y superioras de los institutos religiosos con presencia en esa comunidad autónoma, las presidentas de las diocesanas de Toledo, Ciudad Real, Guadalajara, Cuenca y Albacete, convocados por el presidente nacional, Elías Royón, y la secretaria general, Julia García Monge. Previa consulta a los interesados e interesadas, fue elegida la Junta Directiva y la sede, que será Toledo. De ahí procede también su nuevo presidente.

Para Carlos Bermejo, la nueva responsabilidad que acarrea su designación supone, a título personal, “una nueva invitación para desempeñar un nuevo servicio; va en nuestras entrañas de consagrados no negar nuestra disponibilidad a quien nos la pida. Esta es una de las pequeñas grandezas de la Vida Consagrada”.

Entre las líneas de fuerza que desea poner en marcha en esta nueva etapa destacan la comunicación y el apoyo mutuo, pero también lo que él denomina “levantar la cabeza”. Y se explica: “Es ya un lugar común, al tratar de la Vida Consagrada, hablar de la carencia de vocaciones y del envejecimiento de nuestras órdenes y congregaciones. Esto nos está creando como un complejo de culpabilidad pensando que todo lo hemos hecho mal; y así podemos encontrarnos atenazados y paralizados. Pues no. Tenemos que levantar la cabeza con la certeza básica de que hemos hecho, y estamos haciendo, aquello que creemos que tenemos que hacer; con nuestras fragilidades e incongruencias, sí; pero también con esa certeza básica que solo dan la fe y la entrega incondicional al Señor. También aquí debemos apoyarnos mutuamente, y a veces consolarnos, como cuando una comunidad ha prestado un servicio impagable a una diócesis y viene despedida como si de un mueble inútil se tratara”.

Especialmente significativo es también su deseo de ayudar a recordar el amor primero: “No es que un presidente de CONFER deba ser un acompañante espiritual. A todos y a todas, por diversos caminos, la Llamada, con mayúscula, nos lleva al único necesario: Jesucristo y su Evangelio. Cuando uno ve consagradas de ochenta y tantos años trabajando con drogodependientes o animando comunidades cristianas en barrios periféricos y en aldeas perdidas de nuestra Castilla, nos recuerdan el amor primero. Ese amor primero de novicio y novicia, pero acrisolado por toda una historia de fidelidad, de trabajos, de sudores y de alegrías”.

LEVADURA

Castilla-La Mancha no es una tierra de paso. Es una tierra para quedarse, de vides y campos anchos donde trabajan cientos de religiosos y religiosas en pueblos grandes y pequeños. Tierra de grandes santos, de mártires, de gente buena con una vetusta historia, pero con un futuro no menos esperanzador.

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.789 de Vida Nueva.

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