Una vida sagrada y con-sagrada

ALBERTO INIESTA | Obispo auxiliar emérito de Madrid

“Estamos tan acostumbrados a su presencia omnipresente que no reparamos en lo pobre que quedarían la Iglesia y el mundo sin la existencia de la Vida Consagrada con sus dos mil instituciones y su millón de miembros…”.

Se ha dicho, con una frase profética y valiente, que la Vida Consagrada tiene más futuro que pasado. ¡Y hay que reconocer que tiene detrás una larga y fecunda historia de santos y de sabios, de misioneros y de mártires! Aunque en algunas zonas de la Iglesia ha disminuido el número de vocaciones, en otras está viviendo una nueva floración.

La Vida Consagrada tiene, si no exclusivamente, sí que muy apropiadamente una dimensión de intimidad con Cristo, según san Pablo. Jesús amaba a las multitudes, pero tenía también sus amigos y amigas íntimos, con los que compartía un trato especial y una estrecha amistad.

Pero, además, una mayoría prolonga y perfecciona la vida de las primeras comunidades cristianas, donde todo se comparte: la economía, la convivencia, la oración, el trabajo, el descanso, etc.

Así, aun viniendo de familias diferentes, forman una familia nueva, como imagen de la Iglesia doméstica. De suyo, la raíz y el ideal de la Iglesia doméstica es la familia cristiana, pero no siempre se cumple, por la libertad humana, que puede hacer que algunos de sus miembros no quieran ser cristianos, aunque sigan siendo de la familia, cosa que, por principio, no puede suceder en la comunidad de Vida Consagrada, que tiene un carisma especial de Cristo que no comparte con otras vocaciones: el celibato por el Reino, que el Señor asumió toda su vida hasta la muerte.

Estamos tan acostumbrados a su presencia omnipresente que no reparamos en lo pobre que quedarían la Iglesia y el mundo sin la existencia de la Vida Consagrada con sus dos mil instituciones y su millón de miembros, en números redondos, y con sus variados carismas y servicios, desde la vida monástica hasta los institutos seculares, pasando por las congregaciones misioneras, hospitalarias, de enseñanza, etc.

Como su nombre indica, se trata de una vida sagrada y con-sagrada, entregada comunitariamente por amor a Dios y a los hermanos.

ainiesta@vidanueva.es

En el nº 2.788 de Vida Nueva.

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