La “falta de ética” en política desangra a Guatemala

Guatemala obispos denuncian falta de ética

Ahí está la causa de la violencia y la pobreza que asolan el país, según los obispos

Guatemala obispos denuncian falta de ética

M. Á. MALAVIA | Al igual que todos los episcopados del resto del mundo, el guatemalteco tiene entre sus grandes objetivos para 2012 potenciar la Nueva Evangelización. Sin embargo, su dramática situación de violencia –el promedio de asesinatos en el país centroamericano asciende a 16 diarios, lo que sumarían alrededor de 6.000 a lo largo de 2011– ha hecho que la Conferencia Episcopal, reunida para su Asamblea Plenaria anual del 23 al 27 de enero, reitere el deseo de acompañar a su sufriente pueblo y que ello acapare gran parte de las reflexiones de los prelados.

Así, en su comunicado final, estos señalan cuáles son los dos grandes retos sociales con los que se enfrenta Guatemala: la pobreza y la violencia.

Una preocupación, la primera, que se refleja en un detallado análisis de la situación: “Más de la mitad de los ciudadanos viven en una pobreza que se manifiesta de muchas maneras: falta de ingresos necesarios para una vida digna; desnutrición y salud precaria de los niños y jóvenes; una calidad educativa que no capacita para el trabajo competente, aunque reconocemos como importante la expansión de la cobertura educativa así como el aprecio por la educación formal; falta de oferta de trabajo suficiente y digna, lo que conduce a muchos a buscar mejores ingresos en el extranjero; se utilizan los bienes naturales con poca responsabilidad ambiental; hay una falta de un desarrollo rural integral por el que clama el país”.

Para los pastores guatemaltecos, estos son síntomas de un “deterioro de la vivencia de los valores morales en la cultura”, lo que afecta, fundamentalmente, a la familia. Esta, con el conjunto de la sociedad, se enfrenta al otro gran reto que las amenaza: la violencia en sus distintas fórmulas.

De un modo especial, el narcotráfico, que “mina los valores de la convivencia”. Frente a esta situación de inseguridad y violencia, consideran que ambas se combaten “atacando a las raíces y causas que las provocan y no solamente a sus manifestaciones”.

Estas causas, remarcan, son “la falta de ética y moral tanto en la gestión pública como en las acciones de los ciudadanos, que últimamente se enraízan en la idolatría al dinero, al poder y al placer”.

Finalmente, y de un modo práctico, “la conflictividad social presente en el país debe ser abordada con mecanismos que procuren la solución justa y participativa”, conduciendo, así, al “afianzamiento del Estado de derecho”.

El bien común, criterio moral

Paralelamente, acompañando a acciones políticas concretas, han de hacerse presentes una serie de principios morales –que los obispos retoman de la carta pastoral Construir en justicia inspirados por Dios, publicada en enero 2011– que, a modo de “guías éticas”, vigilen por “el respeto a la persona como fundamento de una ética política y social, la búsqueda del bien común como criterio moral para discernir la bondad o maldad en las decisiones gubernamentales, empresariales y ciudadanas, el principio del destino universal de los bienes (tal como se entiende en la Doctrina Social de la Iglesia) como norma de la administración de los bienes temporales y el principio de la subsidiariedad”.

Renovación de cargos

La Asamblea Plenaria anual aprovechó la reunión para renovar cargos en las presidencias de las comisiones pastorales, así como la propia presidencia de la Conferencia Episcopal, resultando elegido para la misma el obispo de La Verapaz, Rodolfo Valenzuela, quien deja la vicepresidencia para sustituir a Pablo Vizcaíno, obispo de Suchitepéquez.

Se mantiene como secretario general el capuchino Bernabé Sagastume, obispo de Santa Rosa de Lima. Ambos fueron los anfitriones de la visita que el presidente de la República, Otto Pérez Molina, realizó a la propia sede del Episcopado.

Como hizo público el comunicado episcopal, el diálogo con la máxima autoridad del país fue “respetuoso, franco y sincero”, pudiéndole expresar los obispos “preguntas e inquietudes sobre temas importantes del país”.

Entre ellas, pudieron figurar las sospechas de relación entre algunos grupos de poder y las bandas criminales conocidas como “maras”, o la falta de políticas para combatir la pobreza, factores ambos que provocan una descontrolada emigración.

En el nº 2.788 de Vida Nueva.

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