Valentín Masengo: “No es justo que los pobres paguemos las consecuencias de una crisis que no provocamos”

Obispo de Kabinda (República Democrática del Congo)

Valentín Masengo obispo Kabinda República Democrática del Congo

Texto y fotos: JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO | A Valentín Masengo Nkinda, obispo de Kabinda, le duele ver cómo se ganan la vida los jóvenes de su diócesis: “Tardan una semana en recorrer más de cien kilómetros empujando una bicicleta en la que llevan fardos de alimentos de hasta 200 kilos para venderlos en la ciudad de Mbuji-Mayi. Apenas comen, por el camino les sangran a impuestos y ganan muy poco. Una vez me encontré a uno tumbado en la cuneta, al lado de su bicicleta, y pensé que estaría dormido. Bajé del coche y vi que estaba muerto. Este sistema económico destroza al ser humano”.

No es esta la única imagen dramática que han contemplado los ojos de este hombre de 72 años, desde 1995 obispo de Kabinda, en la provincia del Kasai Oriental: “Estuve en mi diócesis durante las tres oleadas de guerras que empezaron en Ruanda y que han causado muerte y destrucción en la República Democrática del Congo”.

Su territorio, de 51.600 kilómetros cuadrados y con un millón y medio de habitantes, es de los más aislados y deprimidos del enorme país, a pesar de su cercanía a uno de los mayores centros de explotación de diamantes del mundo. Doctorado en Derecho Canónico en Roma, la gran preparación intelectual de este hombre está detrás del espíritu crítico del que hace gala durante la entrevista.

– ¿Que desafíos pastorales tiene usted en su diócesis?

– Si tenemos en cuenta que la primera tarea de la Iglesia es la evangelización, la mayor dificultad son las comunicaciones: las parroquias son enormes y, como poco, están a unos 100 kilómetros entre sí. Tenemos suerte de tener bastantes sacerdotes: 83 diocesanos y dos misioneros, además de un monasterio de clarisas y tres excelentes congregaciones de religiosas de vida activa, entre ellas las Dominicas del Rosario, de origen espanol.

El daño de la guerra

– Y donde más daño se hace es en la guerra. Usted conoce muy bien esa realidad…

– La conozco porque, hasta 2003, nuestro territorio ha estado ocupado por soldados ruandeses, quienes a menudo se instalaban en las parroquias, dejándolas destrozadas. Muchos párrocos tuvieron que huir al bosque para escapar de las matanzas. Ocuparon también la granja de la diócesis, nuestra única fuente de ingresos. Teníamos 1.800 vacas, con las que alimentábamos a niños desnutridos, pero los militares se las comieron todas. Yo había enviado a dos sacerdotes a estudiar Veterinaria y Agronomía para llevar la granja adelante, pero nos quedamos sin nada.

“Si queremos servir al pueblo,
muchas veces no tenemos más remedio
que reemplazar al Estado y hacer
lo que el Gobierno tendría que hacer”.

– ¿Por qué la Iglesia en su región se dedica a temas que son más propios del Gobierno?

– Eso mismo me han preguntado en Europa cuando he pedido dinero para construir un puente. Pero es que, si queremos servir al pueblo, muchas veces no tenemos más remedio que reemplazar al Estado y hacer lo que el Gobierno tendría que hacer.

– Benedicto XVI publicó en noviembre su carta pastoral ‘Africae Munus’. ¿Qué destacaría de este mensaje para su continente?

– La carta Africae Munus Es un documento que retoma el Sínodo de 2009. Había que desarrollar los términos de justicia, paz y reconciliación. Los conflictos vividos en muchos países, particularmente en la zona de los Grandes Lagos, reflejan que aún no nos hemos dado cuenta de la importancia de la justicia. Para poder reconciliarnos, lo primero es crear la paz. Pero para tener una paz verdadera, hay que crear la justicia, y no la tenemos. Por ejemplo, no es justo que los países pobres tengamos que pagar las consecuencias de la crisis económica mundial que no hemos provocado.

Pero no hay que olvidar que, con este mensaje, el Papa no se dirige únicamente a los africanos, sino también a los países ricos, los cuales, cuando quieren aprovecharse de nuestros recursos, crean las condiciones para que estallen guerras entre nosotros. El mundo occidental ha promulgado la ley de la fuerza y no la de la justicia, como ha quedado patente durante el conflicto de Libia. Las razones dadas para intervenir eran puras mentiras, como las que se dieron para justificar la guerra de Irak.

En el nº 2.787 de Vida Nueva. Entrevista con el obispo Valentín Masengo, de RD Congo, íntegra para suscriptores

INFORMACIÓN RELACIONADA

Compartir