Unidos para la evangelización de una Europa en crisis

congreso ecuménico en Alemania 2010

Ginebra acoge la 40ª Comisión Mixta de episcopados e Iglesias del continente

congreso ecuménico en Alemania 2010

Celebración de un congreso ecuménico en Alemania, en 2010

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Con el fin de ofrecer un testimonio de cercanía, la Comisión Mixta que reúne cada año a la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK) y al Consejo de Conferencias Episcopales Europeas (CCEE), se dio cita del 26 al 28 de enero, en lo que supuso su 40ª edición. De un modo muy simbólico, lo hizo tras la clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (18-25 de enero).

Además, la cita tuvo lugar en Ginebra, sede del Consejo Mundial de las Iglesias y de la Federación Luterana Mundial, que fueron visitados por los participantes, así como el Centro Ecuménico de la ciudad suiza.

Como reflejó el lema del encuentro (Nuevos retos para el testimonio de las Iglesias en Europa), no solo se abordaron asuntos estrictamente eclesiales, sino que se realizó un amplio y complejo análisis sobre los fenómenos que marcan el mundo actual en su relación con lo religioso –como la economía o la presencia de las Iglesias en la vida pública–.

Gran parte de la atención se la llevó la crisis económica. A ella se refirió en el discurso inaugural el presidente de la KEK, el metropolita Emmanuel de Francia, quien se cuestionó sobre “la capacidad de Europa para poner en práctica una política para el desarrollo sostenible”. A su juicio, una economía basada en un consumo moderado es aquella que “debe respetar la dignidad humana, el medio ambiente y la diversidad cultural”.

La fe, un bien social

Por su parte, el profesor de Teología en el Kings College de Londres, el reverendo Alister McGrath, se mostró preocupado por que cada vez es más frecuente que haya “algunas sospechas” sobre las instituciones religiosas, equiparándolas a otras instituciones, “como gobiernos, bancos y grandes empresas”, culpando al conjunto de “su poder, su falta de transparencia, sus intereses y su mala gestión financiera encubierta”.

Esto es lo que lleva a que, aunque haya “un renovado interés por la espiritualidad”, esta vivencia religiosa se quiera vivir de un modo “personal e individual, y no necesariamente vinculada a una afiliación institucional”. Para McGrath, es esencial que todas las Iglesias muestren que llevan “un mensaje de moderación” y “tolerancia”, huyendo del tópico por el que se equipara la religión con el “extremismo” y el “fanatismo”.

En definitiva, según el teólogo irlandés, hay que aprovechar la “oportunidad” para “participar en el debate intelectual y mostrar que la fe cristiana es un bien para la sociedad”. Solo así se aprovechará la dicotomía de un tiempo en el que coinciden un “nuevo ateísmo” que se abre paso por Europa y un renacido interés por lo espiritual.

El presidente del CCEE, el cardenal Péter Erdö, primado de Hungría, hizo hincapié en que “el compromiso ecuménico es una necesidad, que se refiere a todos los cristianos y no se puede dejar solo a un pequeño grupo de especialistas”. De tal modo que supone “una tarea espiritual que requiere de las oraciones de todos los cristianos, conscientes de que la unidad visible es un don de Dios”.

El arzobispo de Budapest destacó que la Nueva Evangelización, la gran apuesta de la Iglesia católica en el momento actual, “no habría sido posible sin una perspectiva ecuménica”.

Ante el reto de la misión, el reverendo alemán Cordelia Kopsch, vicepresidente de la KEK, reconoció las dificultades comunes a todas las Iglesias, que “se enfrentan a una disminución en sus comunidades y en sus recursos financieros”, debiendo abordar a la vez “una crisis espiritual y económica”.

Frente a esto, y pese a las presiones de ciertos colectivos, deben “resistir la tentación de reducir su presencia en la esfera pública”. Y es que “es la credibilidad del testimonio público lo que está en juego”.

Retomó esta cuestión el obispo auxiliar de Berlín, Matthias Heinrich, para quien la secularización requiere dos áreas de evangelización. Primero, la interna, “para fortalecer la fe de los cristianos en la Iglesia”.

Y, desde esta, la externa, protagonizada en la sociedad por los mismos fieles, “mediante su testimonio en el trabajo y en la vida”, así como con una presencia pública de la Iglesia, “abierta y sin miedo”, trabajando “con los medios de comunicación seculares” y estando “presente en los campos de la educación y la cultura”.

En el nº 2.787 de Vida Nueva.

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