Se cumplen los mil Cursillos de Cristiandad en Córdoba

ANTONIO GIL. CÓRDOBA | La diócesis de Córdoba ha vivido la celebración del Cursillo de Cristiandad número mil, destacando la solemne Eucaristía en la catedral, presidida por el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos; con la presencia del arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, y su auxiliar, Santiago Gómez; y los obispos de Córdoba, Demetrio Fernández; de Segovia, Ángel Rubio, y de Asidonia-Jerez, José Mazuelos.

El Movimiento de Cursillos llegó a Córdoba hace 58 años de la mano del sacerdote Felipe Tejederas –quien realizó su cursillo en Cartagena–, y a partir de 1957, fueron potenciados por Juan Capó Bosch, canónigo y profesor del Seminario, proveniente de Mallorca, donde había sido de los iniciadores de esta feliz experiencia.

Como ha señalado el obispo de la diócesis, la historia de Cursillos de Cristiandad se entronca con todo un despertar del laicado católico en España en la primera mitad del siglo XX, que desemboca en el Concilio Vaticano II, cuyos mejores frutos recoge la Exhortación Christifideles laici (1988). Córdoba tuvo la suerte de contar con unos líderes seglares de primera categoría, aconsejados por celosos sacerdotes, que los impulsaron a vivir con plena conciencia su vocación laical en la Iglesia.

Durante dos jornadas, 21 y 22 de enero, la diócesis ha conmemorado no solo una fecha y un recuerdo, sino unos frutos esparcidos a lo largo y a lo ancho de la capital y de los pueblos, ya que han sido más 33.000 personas las que realizaron la experiencia del Cursillo. Si hubiese que destacar algo, habría que referirse al lenguaje y metodología novedosas, y al impacto que logró y logra en creyentes y no creyentes: se presentaba a Cristo y su Evangelio como el gran encuentro que desemboca en una vida con sentido, feliz, lograda. Los Cursillos también fueron significativos por convertirse, desde el primer momento, en aldabonazo a las conciencias aletargadas o dormidas.

En el nº 2.786 de Vida Nueva.

Compartir