PERFIL: Ángel Galindo, un moralista de la escuela de Häring

Ángel Galindo rector de la Universidad Pontificia Salamanca UPSA

Ángel Galindo rector de la Universidad Pontificia Salamanca UPSA

JUAN RUBIO. Fotos: UPSA | Ángel Galindo, el nuevo rector de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), es un sacerdote segoviano y se le notan en sus maneras los trazos del clero diocesano. Es uno de esos curas ordenados en el posconcilio que, tras una breve experiencia pastoral en su diócesis, es enviado a estudiar.

A comienzos de los años setenta, después de haber estudiado en el Seminario de Vitoria, prepara la licenciatura y los cursos de doctorado en esta misma universidad salmantina de la que ahora es rector. Llega la década de los ochenta y el profesor Galindo va a Roma a estudiar Moral junto a uno de los grandes padres de esta disciplina, el P. Bernhard Häring. Allí coincidiría con el actual obispo de Santander, Vicente Jiménez, experto también en la materia, y al que le une una buena amistad.

Eran los años posteriores al atentado contra Juan Pablo II, los momentos en los que se asienta el pensamiento del papa Wojtyla con la ayuda del recién llegado cardenal arzobispo de Munich, Joseph Ratzinger, a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Galindo tuvo ocasión de tratar al futuro pontífice. Aún recuerda con emoción la tarde que pasó junto otros siete compañeros con el cardenal Ratzinger paseando por el Trastevere romano, acompañado por un viejo alumno muy apreciado por Ratzinger y que ahora era profesor en el Alfonsiano.

Pero quien más le marcó fue el P. Häring. De él aprendió mucho de su amor a la Iglesia. “Era un hombre tremendamente humano, que vino a la Moral desde el mundo de la Medicina. Recuerdo sus conversaciones sobre los campos de concentración en donde había actuado como médico y que tanto le habían influido. Ese humanismo le vino del mundo sangrante de la guerra y de la experiencia del sufrimiento. Vivió de la solidaridad con el dolor del que hablaba Adorno. Solidaridad con las víctimas”, dice el profesor Galindo, para quien Häring “abrió, desde esa experiencia, su moral personal y fundamental.

Más tarde, los problemas vendrían de su concepción de la moral social. Hay algo que no podemos olvidar, y es cómo su visión sobre la santidad influyó mucho en la Lumen Gentium”.

“A los jóvenes que no encuentran trabajo
les diría que no se queden parados,
que busquen alguna ONG o un voluntariado
donde puedan desarrollar sus capacidades”.

Ángel Galindo cree mucho en las generaciones intermedias de profesores que hoy imparten clase en Salamanca. Le agrada que digan que la ‘Ponti’ es “fábrica de obispos” y cree mucho en el diálogo con la sociedad y con otras instituciones. Hacer convenios con ellas es una manera de compartir proyectos.

Lee mucho de economía y de participación social, poca literatura. No ve televisión; solo escucha “de la radio, el parte, como decía mi madre, y para estar enterado”.

Le pregunto qué les diría a los jóvenes que acaban y no tienen trabajo: “Yo les diría que busquen alguna institución social, no un partido político, sino una institución social, dígase una ONG, o voluntariado donde puedan realizar eso que han aprendido en la universidad. Ante la dificultad de encontrar trabajo, aconsejo que no se queden parados, en su casa o en el bar. Si no que entren dentro de una de las muchas instituciones que existen para realizar y desarrollar esas capacidades que tienen, bien en el ámbito de la geografía española o en el Tercer Mundo. Digo esto porque creo en la sociedad participativa“.

“Y creo que, si no es participativa, no es sociedad -continúa-. Es un verticalismo, teledirigido por no sabemos por quién a nivel político, y eso no es una sociedad democrática. Y entonces, si queremos ver el futuro del universitario, este está en que conozca y se comprometa en el ámbito de las sociedades participativas o instituciones básicas de la sociedad. De creyentes o de no creyentes, me es igual. Pero que sea participativa y que pueda ejercer ahí sus facultades”.

Galindo cree en la necesidad de un rearme moral en la sociedad: “He escrito varias cosas sobre eso, y el gran defecto de la sociedad europea –y con peculiaridades, de la sociedad española– es que está desmoralizada; y cuando digo desmoralizada, no digo pesimista, si no que ha perdido gran parte de los valores antropológicos que la enriquecían. Por lo tanto, resulta importante que los políticos se den cuenta de que deben utilizar y pedir la aportación de las instituciones básicas para que se moralice a esta sociedad. Y una de estas instituciones también es la Iglesia”.

En el nº 2.786 de Vida Nueva.

 

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