La propuesta de Fritz Lobinger y los “equipos de ministros ordenados”

sacerdotes comunitarios propuesta de Fritz Lobinger

Dos formas de presbiterado que coexisten y colaboran

Obispo Fritz Lobinger

EMILIA ROBLES BOHÓRQUEZ | La escasez de sacerdotes y su media de edad, cada vez más elevada, plantean un grave problema a la Iglesia, sobre todo a ciertas comunidades que, lejos de poder participar en la Eucaristía, tienen que conformarse con una celebración dominical de la Palabra animada por laicos o religiosas en los que se delega. Aunque durante las últimas décadas se han ofrecido propuestas de solución desde diversos ámbitos, la que aquí recogemos del obispo emérito Fritz Lobinger y sus “equipos de ministros ordenados” puede suponer una importante novedad, tanto en el planteamiento de la cuestión como en la resolución de la misma.

Cada vez se hace más patente un grave problema en la Iglesia católica: la escasez de sacerdotes y la elevación de la edad media de los mismos; con diferencias cuantitativas, según diócesis y regiones del planeta, pero innegable como tendencia global. Se añade a este otro problema, que ya señalaba la última Conferencia del Consejo Episocopal Latinoamericano (CELAM) en Aparecida: la deficiente distribución de los curas existentes.

obispo Fritz Lobinger

El obispo Lobinger

En el actual planteamiento canónico de cómo han de ser las relaciones entre sacerdote, comunidad y Eucaristía, los hechos reseñados traen como consecuencia inevitable, entre otras, que cientos de miles de comunidades, especialmente en el Hemisferio Sur, vean limitada su celebración dominical a una celebración de la Palabra animada por personas laicas, o por religiosas, en las que se delega. Estas comunidades se ven, sin embargo, privadas de la Eucaristía; esto constituye una grave contradicción para una Iglesia que se expresa y se construye en la Eucaristía.

Si bien la tendencia de la crisis vocacional para el actual modelo de sacerdocio es creciente, como crecientes son sus consecuencias, este no es un problema nuevo, ni sobre el que no haya habido reflexiones previas.

Se han ofrecido en las últimas décadas propuestas de solución desde diversos ámbitos de Iglesia; propuestas que, por diferentes razones, hasta ahora, fueron globalmente desestimadas (como celibato opcional, o viri probati); o bien, habiendo sido puestas en práctica, como el diaconado permanente, se han revelado ineficaces o insuficientes.

En muchas diócesis, los laicos ya están desarrollando
una imprescindible colaboración
que hace posible, además, que los sacerdotes
puedan acceder a los servicios demandados
por todas las comunidades que tienen a su cargo.

La propuesta ampliamente desarrollada ahora por el obispo católico Fritz Lobinger puede representar, por distintos motivos, una novedad importante, no solo en un planteamiento nuevo del problema, sino también en el planteamiento de las soluciones.

Equipos de ministros ordenados y el altar vacío: la propuesta de Lobinger

El día 8 de abril de 2011 se presentaban en Madrid los dos últimos libros del obispo Fritz Lobinger. De origen alemán, formado y ordenado en este país, Lobinger ha permanecido casi 50 años en Sudáfrica. En la actualidad es obispo emérito de la diócesis de Aliwal y continúa viviendo en Durban.

Desde allí escribe, participa en encuentros diversos y sigue reflexionando en torno a una alternativa para la situación crítica de la única forma actual de presbiterado que, al mismo tiempo cuide otros equilibrios. Ha publicado ya libros y artículos sobre este tema en varios idiomas y en diversos continentes.

Los dos libros, editados por Herder, se titulan: Equipos de ministros ordenados. Una solución para la eucaristía en las comunidades y El altar vacío. Un libro ilustrado para debatir sobre la falta de curas.

En ellos se reflexiona sobre una alternativa complementaria a la única forma de presbiterado existente en los últimos siglos en la Iglesia católica romana, es decir, a los actuales curas célibes, largamente formados en seminarios.

Pues, según el autor, al problema de su insuficiencia numérica, se añade el, no menos relevante, de que los presbíteros se han ido cargando, a lo largo de los siglos, con un acumulación de funciones, hasta convertirse –en muchas comunidades– en una especie de factótum, en una interacción poco deseable que se realimenta mutuamente con la pasividad de muchas comunidades.

Dos formas de presbíteros: “comunitarios y diocesanos”

sacerdotes comunitarios propuesta de Fritz LobingerEn la propuesta de Lobinger aparecen elementos novedosos, que podrían ayudar a abrir nuevos caminos para la reflexión y el diálogo en la Iglesia.

En primer lugar, parte de una experiencia que ya ha sido desarrollada en gran parte de las diócesis del Hemisferio Sur. Se trata de una experiencia positiva, que se acredita viable, aunque de manera incompleta, a falta del paso final de la ordenación.

En muchas de estas diócesis se constata que un número muy elevado de personas laicas están desarrollando ya, en parroquias y comunidades, diversos ministerios (con tal adecuación y eficacia que no deja lugar a dudas de que podrían desarrollar más si se les permitiera), trabajando en estrecha colaboración con los actuales sacerdotes.

Esa imprescindible colaboración es, además, la que hace posible que los sacerdotes puedan acceder a los servicios demandados por todas las comunidades que tienen a su cargo.

Se observa, pues, que este tipo de cooperación genera satisfacción en todas las partes, al tiempo que se queda corto, por las limitaciones existentes para la ordenación presbiteral de estas personas laicas. De resultado de estas experiencias, queda demostrado que la participación activa de estas personas laicas redunda en:

  • Vida más activa de las comunidades.
  • Desarrollo de los dones y carismas presentes en ellas.
  • Mayor conciencia de todos los miembros de la comunidad de ser Iglesia.
  • Menor separación entre clero y laicado.
  • Reparto más equilibrado de tareas.
  • Satisfacción de los sacerdotes, que se ven menos desbordados y se convierten en formadores permanentes y orientadores espirituales.

De lo anterior se deduce que una medida que ya se pone en práctica en muchos lugares para responder a una necesidad, con un enfoque adecuado, se puede acreditar como deseable, más allá de situaciones de urgencia.

En el nº 2.786 de Vida Nueva. Pliego íntegro ‘Dos formas de presbiterado que coexisten y colaboran’ para suscriptores

 

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