‘Los descendientes’: el archipiélago familiar

fotograma Los descendientes

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J. L. CELADA | Padres, hijos, abuelos, primos… Unos y otros constituyen eso que llamamos familia, y que el Diccionario de la RAE identifica en una de sus acepciones como el “conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje”. Lo que ninguna definición contempla, sin embargo, es el frágil equilibrio de relaciones que se establece entre sus miembros, víctimas de sentimientos encontrados e intereses espurios que no entienden de genes ni de sangre. Y no hay situación que escape a la oportunidad de sacarlos a relucir: junto a una cama de hospital o alrededor de la mesa en cualquier celebración.

De todo ello dan buena cuenta Los descendientes, último trabajo del siempre interesante Alexander Payne (Election, A propósito de Schmidt y, especialmente, Entre copas), un melodrama sobre repartos –de herencia, de responsabilidades…– y otras crisis en las paradisíacas playas de Hawai.

Convertidos en un personaje más de la historia, aquellos rincones casi vírgenes de la geografía estadounidense, blanco favorito de la especulación inmobiliaria, son aquí testigos del doloroso trance que atraviesa un abogado patrimonialista (espléndido George Clooney) al recibir en pocas horas un doble e inesperado golpe.

fotograma Los descendientesSin ocasión apenas para reponerse del desconcierto causado por ambos anuncios –una muerte y un engaño–, el protagonista se verá obligado a administrar con tino la venta de las tierras de sus antepasados, mientras se afana en recuperar el tiempo perdido como progenitor. Dos modos bien distintos de velar por un legado –material o espiritual–, pero con idéntico grado de compromiso hacia los suyos (ya sean tatarabuelas o hijas).

Como islas a la deriva, aunque sabedores del archipiélago al que pertenecen, jóvenes y mayores acaban compartiendo su pena, su rabia, su confusión…, dispuestos a explicarse –y a pedir explicaciones–, a perdonar –y a buscar el perdón–. Un ejercicio de sana humanidad que nos deja por el camino momentos de sincera emoción (la que aflora de los dilemas morales sugeridos), sabiamente aliviada por esa frescura y naturalidad que parece brotar de los propios paisajes, pero que solo el humor (por boca de un amigo impertinente) potencia como feliz contrapunto a las heridas y debilidades de un puñado de seres dignos de la mirada limpia y compasiva que arroja sobre ellos el director.

Con un tono que raya la confidencia, sin golpes de efecto ni grandes declaraciones, Payne nos sumerge en las entrañas de la institución por excelencia para revelarnos sus contradicciones más universales. Las mismas que, en mayor o menor medida, compartimos con Los descendientes, y que hacen de esta película un retablo reconocible (y recomendable) del único puerto seguro, a prueba incluso de lanchas motoras.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The descendants.

DIRECCIÓN: Alexander Payne.

GUIÓN: Nat Faxon, Jim Rash y Alexander Payne, sobre la novela de Kaui Hart Hemmings.

FOTOGRAFÍA: Phedon Papamichael.

MÚSICA: Dondi Bastone y Richard Ford.

PRODUCCIÓN: Jim Burke, Alexander Payne y Jim Taylor.

INTÉRPRETES: George Clooney, Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause, Patricia Hastie, Beau Bridges, Robert Forster, Matthew Lillard, Judy Greer

En el nº 2.786 de Vida Nueva.

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