Mucho Concilio por aplicar

Juan de Dios Martin Velasco

La XXIII Semana de Teología Pastoral del ISP aborda la actualidad y el futuro del Vaticano II en su 50º aniversario

sesión de Concilio Vaticano II

FRAN OTERO | No serán pocos los eventos que este año recordarán el 50º aniversario del Concilio Vaticano II. Así lo hará la Semana de Teología Pastoral –que organiza el Instituto Superior de Pastoral, de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA)– en su 23ª edición los próximos días 24, 25 (día en que Juan XXIII anunció el Concilio, en 1959 ) y 26 de enero. [Siga aquí si no es suscriptor]

Para ello, contará con importantes teólogos del propio Instituto –José Luis Corzo, Felicísimo Martínez, Juan de Dios Martín Velasco–, de la Facultad de Teología del Norte de España –Eloy Bueno de la Fuente y Jesús Martínez Gordo– y de la Universidad Pontificia Comillas –Nurya Martínez-Gayol Fernández–. Además, intervendrá el arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, y de tres matrimonios, de tres generaciones diferentes, que ofrecerán su visión sobre el Concilio. [Programa de la Semana]

Un evento bajo el título Recibir el Concilio 50 años después, cuyo espíritu queda reflejado en esta cita de Karl Rahner: “Un Concilio es, con sus decisiones y enseñanzas, solo un comienzo y un servicio. Solo puede dar indicaciones y expresar verdades doctrinalmente. Y por eso es solo un comienzo. Y después todo depende de cómo se lleven a cabo esas indicaciones y cómo caigan esas verdades en el corazón creyente y produzcan allí espíritu y vida. Esto no depende del Concilio mismo, sino de la gracia de Dios y de todos los hombres de la Iglesia y de su buena voluntad. La renovación de la Iglesia no ocurre en el Concilio y a través de sus decretos, sino después”.

participantes de varias confesiones del Concilio Vaticano IIPor eso, según explica a Vida Nueva el coordinador de la Semana, Juan Pablo García Maestro, su pretensión fundamental es la de “hacer un balance de los 50 años de andadura del acontecimiento más importante del siglo XX”, así como asumir “el gran legado que nos dejó: ‘escrutar los signos de los tiempos, dialogar con el mundo, no para condenarlo, sino para escuchar los anhelos, problemas y esperanzas de los hombres y mujeres de hoy. Pero, sobre todo, buscar la unidad de los cristianos para que nuestra evangelización sea creíble’”.

Por eso, y al hilo de la cita de Rahner, García Maestro insiste, a pesar de que hay voces que piden otro concilio, en que “todavía no se ha puesto en práctica el Vaticano II”, y añade que “necesitaremos aún mucho tiempo para que se ponga por obra la riqueza de sus documentos”.

“Pero si no se profundizan su documentos, pienso que no podemos avanzar. Por lo tanto, el Concilio Vaticano II hay que conocerlo con profundidad para luego poder aplicarlo”, opina.

Un siglo XXI para los laicos

De este modo, el Vaticano II tiene mucho que aportar, sobre todo, ante interrogantes sobre la contribución de los laicos a la reforma interna de la Iglesia, sobre los cambios en los ministerios de la Iglesia de hoy o ante la presencia pública de los cristianos en la sociedad.

“Tengo la esperanza –continúa García Maestro– de que el tema del laicado y del papel de la mujer se tome en serio en la Iglesia del Tercer Milenio. Se ha dicho que el Concilio Vaticano I fue el del Papa; el segundo ha sido de los obispos, y nada impide que en este siglo XXI sea, finalmente, el de los laicos”.

De hecho, opina que buena parte de “la relevancia, credibilidad y capacidad evangelizadora” del cristianismo en el siglo XXI “depende de los laicos, mujeres y hombres”. “Son ellos los que están llamados a asumir un papel principal en la necesaria Nueva Evangelización, en la inevitable y cada vez más urgente transformación de las estructuras, ministerios y organizaciones eclesiales”, concluye.

Reformar la organización del poder

Juan de Dios Martin Velasco

Juan de Dios Martin Velasco

En esta línea, también se manifiesta uno de los ponentes y profesor del Instituto Superior de Pastoral, Juan de Dios Martín Velasco, pues cree que el Concilio puede colaborar en algunas reformas importantes de tipo institucional que necesita la Iglesia; que si se aplicasen, provocarían una organización más acorde.

Esta nueva forma, continúa, pasa por un cambio en la organización del poder en la Iglesia, por la incorporación de los seglares, “que no se ha hecho”; por dar un lugar a las mujeres; por reformular verdades para hacerlas inteligibles hoy, así como nuevos modos de ejercicios de los sacramentos, susceptibles de ser acogidas por el hombre actual.

Más allá de esto, Martín Velasco no separa la perspectiva de futuro del Concilio Vaticano II –sobre lo que versará su ponencia en la Semana– del futuro del cristianismo, “un futuro incierto” por la crisis de fe y del fracaso en su transmisión.

“Hay una forma de cristianismo –muy centrado en la Gran Iglesia, con una organización rígida, con su centro en la jerarquía y que regula las creencias de los fieles– que está en crisis, ya no rige la vida social; un cristianismo que parece imposible que permanezca por la desinstitucionalización e individualización en la Iglesia católica”.

Contra lo que dicen algunas voces, Martín Velasco cree que esta crisis no es reponsabilidad del Vaticano II, más aún, asegura que si la Iglesia no hubiese pasado por el Concilio, “se hubiese visto más afectada”. Eso sí, reconoce que, como en todas las organizaciones muy estructuradas, el desarrollo y la forma de organización posterior al Concilio pudo crear algunas crisis.

Así las cosas, se plantea los posibles escenarios que pueden surgir en el futuro: la desaparición en algunos países, aunque no es lo probable; un cristianismo diluido, que solo se mantuviese a través de sus grandes creaciones culturales e inventos pero sin referencias; o que se prolongase la situación actual, con un cristianismo que se parapeta, y adopta una postura defensiva, para responder a la crisis y tiende a hacerse sectario, y con un cristianismo liberal, que se adapta tanto que apenas mantiene su identidad.

Ante esta situación poco halagüeña, el teólogo afirma, en la línea de Benedicto XVI, que el cristianismo “solo perdurará si responde a la crisis radical en la que está”. “El cristianismo necesita que se remedie esto y que se regenere la fe de las comunidades cristianas con la experiencia de fe. En definitiva, o el cristianismo se hace místico o no podrá seguir siendo cristianismo”.

Estas y otras reflexiones son las que podrán escuchar y compartir los asistentes a la Semana de Teología Pastoral, que suele alcanzar una participación media cada año de 350 personas, entre alumnos, antiguos alumnos y amigos del Instituto, así como párrocos y fieles de las distintas diócesis de España. Una Semana que alcanza su edición número 23 con el objetivo de seguir avanzando en la identidad de la Teología Pastoral y de dar respuestas a los grandes retos que la Iglesia tiene en la actualidad.

En el nº 2.785 de Vida Nueva.

 

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