La Iglesia salvadoreña propone que se ‘reediten’ los Acuerdos de Paz

José Luis Escobar y Gregorio Rosa Chávez obispos El Salvador

El país celebra el 20º aniversario de la histórica firma acosado por la violencia y la pobreza

Firma de los Acuerdos de Paz de El Salvador en Ciudad de México

Firma de los Acuerdos de Paz en Ciudad de México (1992)

PABLO ROMO CEDANO. MÉXICO DF | El 16 de enero se conmemoran 20 años de los Acuerdos de Paz de El Salvador, también llamados de Chapultepec, firmados en Ciudad de México entre el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el Gobierno salvadoreño, entonces presidido por Alfredo Cristiani. Este acontecimiento, que marca un antes y un después en la historia del país centroamericano, será celebrado en diversos foros en San Salvador y en París, y contará con la activa participación de la Iglesia. [Siga aquí si no es suscriptor]

Durante cinco días, la Iglesia organizará actividades, sesiones de trabajo y evaluación, reflexiones en torno a la paz (la que se alcanzó hace dos décadas y la situación que vive hoy el país) y una Eucaristía por la Paz en la catedral metropolitana coincidiendo con tan histórica fecha.

El presidente del Episcopado salvadoreño, José Luis Escobar Alas, ha reconocido que, “como Iglesia, valoramos mucho los Acuerdos de Paz, y siempre estuvimos a favor”.

Y, al echar la vista atrás, admite que “en gran parte sí se han cumplido”, por lo que hace una “balance positivo” de los mismos. No en vano, “es plausible –dice– no haber vuelto a la guerra”, algo por lo que “el país merece un reconocimiento mundial”.

Sin embargo, el también arzobispo de San Salvador lamenta “el momento de violencia en el que vivimos”, que, a su juicio, “no estuvo muy contemplado en dichos Acuerdos”. Por eso, Escobar entiende que “la celebración de los 20 años de los Acuerdos de Paz debe invitarnos a reflexionar para que se cumplan completamente. Hay una deuda con la sociedad, no se ha saldado la situación que se proponían los Acuerdos”. “20 años no son suficientes”, advierte.

José Luis Escobar y Gregorio Rosa Chávez obispos El Salvador

José Luis Escobar y Gregorio Rosa Chávez

En términos semejantes se ha manifestado su obispo auxiliar, Gregorio Rosa Chávez, quien, durante una reciente entrevista en una televisión local, denunció que “la falta de reconciliación social después de la guerra generó rencor y la violencia que ahora vivimos”, y urgió a alcanzar un nuevo pacto social que unifique a la sociedad salvadoreña.

Para ello, se requiere hoy “una nueva edición de los Acuerdos de Paz”, buscando generar consensos en “una sociedad con posturas antagónicas”, en la que es preciso “rehacer el tejido social con un nuevo pacto de nación, desde la familia, y abordarlo con una perspectiva de esperanza”.

La propuesta de la Iglesia (ver recuadro más abajo) se inspira en las conclusiones de una reciente consulta, promovida por el Consejo Nacional de Educación, que –entre otros aspectos– destaca la necesidad de adoptar “un modelo de desarrollo económico que genere fuentes de empleo y oportunidades de inclusión social”, especialmente para los jóvenes, y que “cualquier solución que se plantee para combatir la violencia debe pasar por una coordinación interinstitucional”.

“Se trata –explicó Rosa Chávez– de apostar por la prevención, fomentar la inclusión, valores, y que busquemos una propuesta nacional, cada uno haciendo lo que le corresponde”.

Largo proceso

La firma de la paz llegó en enero de 1992, después de un largo y tortuoso proceso de encuentros previos. En muchas ocasiones, fue la Iglesia, con su arzobispo como expresión visible, por entonces Arturo Rivera y Damas, quien promovió dichos acercamientos. No todos fueron exitosos, pues en algunas ocasiones generaron confrontaciones que incluso se tradujeron en ofensivas militares.

Los primeros encuentros entre el Gobierno y el FMLN se llevaron a cabo el 15 de octubre de 1984 en La Palma, departamento de Chalatenango, con la presencia de Guillermo Manuel Ungo (FMLN) y el propio presidente de El Salvador. Después tuvieron lugar en Ayagualo, La Libertad; en Sesori (1984); San Miguel (1986); y, finalmente, en la Nunciatura Apostólica de San Salvador, el 4 de octubre de 1987.

Cabe señalar que esta última cita contó con la presencia del entonces presidente José Napoleón Duarte y delegados de la dirigencia del FMLN, entre ellos Salvador Samayoa, y que, al término de la misma, se emitió un importante comunicado expresando la voluntad de buscar un alto el fuego y respaldar las posturas del Grupo Contadora (Colombia, México, Panamá y Venezuela). A pesar de ello, el esfuerzo de diálogo y negociación no cristalizó hasta cinco años después.

A partir de este encuentro en la Nunciatura Apostólica, las partes en conflicto se encontraron en diversas sedes internacionales, culminando este proceso el 16 de enero de 1992 en el Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, en presencia del secretario de Naciones Unidas y los presidentes del Grupo Contadora y de otros países que participaron en el proceso de pacificación.

Los Acuerdos de Chapultepec establecieron como objetivo terminar el conflicto armado por la vía política, reconociendo como partido político al FMLN; impulsar la democratización del país; garantizar el irrestricto respeto a los derechos humanos; y reunificar a la sociedad salvadoreña. De igual manera, en nueve capítulos, se contemplaron modificaciones fundamentales a la Constitución; implementación de políticas económicas que favorecieran a sectores marginados; respeto total a las libertades políticas; y reformas de la estructura militar, cosa que no se realizó y causó una severa crisis al poco tiempo.

Los 12 largos años de guerra civil se saldaron con al menos 75.000 muertos, 8.000 desaparecidos y más de 12.000 heridos permanentes, además de los cientos de miles de salvadoreños que huyeron de sus hogares, mientras que el país más pequeño del continente se instalaba en una bancarrota de nefastas consecuencias para su futuro.

Asuntos pendientes

Si bien en 1997 la ONU dio por concluido el proceso de paz para El Salvador, muchos fueron los asuntos que quedaron pendientes: la ley de amnistía ha impedido hasta la fecha juzgar a los responsables de crímenes, algunos de ellos de lesa humanidad; el conocimiento cabal de la verdad histórica; la reparación y restitución a las víctimas; la extradición a España de los militares inculpados por el asesinato de los jesuitas de la UCA (Universidad Centroamericana ‘José Simeón Cañas’)… Por si no fuera suficiente, persiste “la situación de violencia y pobreza en la que vivimos”, lamenta Escobar, al tiempo que llama a no olvidar a las víctimas y reclama una solución al gran problema de una sociedad cada vez más polarizada.

Una ‘Biblia’ en cinco puntos

Rosa Chávez definió el documento que recoge la propuesta de la Iglesia como “una especie de Biblia para la paz”, porque “eso es lo que soñamos en un país con un alto índice de violencia”. El texto se resumiría en estos cinco puntos:

  • 1. Cualquier solución que se plantee debe pasar por una coordinación interinstitucional e intersectorial funcional con el propósito de avanzar hacia un acuerdo nacional.
  • 2. La adopción de un modelo de desarrollo económico que genere fuentes de empleos y oportunidades de inclusión social, especialmente para el sector juvenil.
  • 3. Diseñar e impulsar programas preventivos enfocados a talleres vocacionales, oportunidades laborales y uso productivo del tiempo libre en los jóvenes.
  • 4. La promoción de principios y valores morales y espirituales desde los diferentes ámbitos sociales, incluyendo el centro escolar, la familia, las iglesias, la comunidad.
  • 5. Los medios de comunicación deben revisar de forma crítica su programación para eliminar todo aquel contenido que promueva la utilización de la violencia.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

Compartir