El tiempos de crisis, respeto a la persona

discurso papa Benedicto XVI ante el Cuerpo Diplomático 2012

Benedicto XVI defiende ante el Cuerpo Diplomático la vida y la libertad religiosa

discurso papa Benedicto XVI ante el Cuerpo Diplomático 2012

ANTONIO PELAYO, corresponsal de Vida Nueva en ROMA | En este oficio de periodista, a veces lo más difícil es encontrar el título de la noticia, hasta tal punto de que en las grandes redacciones –de entonces, y supongo que también en las de ahora– había un especialista para titular y ejercía su delicado oficio lo mismo con una crónica internacional que con una reseña taurina. [Siga aquí si no es suscriptor]

Me gustaría ver cómo este teórico colaborador titulaba el discurso ante el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede que Benedicto XVI pronunció el lunes 9 de enero, 180 embajadores que representan casi todas las naciones de la Tierra (con la excepción de China, Arabia Saudita, Vietnam, Corea del Norte, Mauritania y algún que otro país de menor importancia).

La dificultad aumenta porque el Papa y sus colaboradores han escogido este año la fórmula tour d’horizon para repasar la actualidad mundial, citando los puntos calientes y los motivos de esperanza de los cinco continentes.

En consecuencia, los títulos posibles –según el interés de cada país– se multiplican. En Italia, por poner el ejemplo que tengo más a mano, los grandes rotativos (el Corriere della Sera o La Repubblica) han privilegiado las elogiosas palabras sobre las relaciones Iglesia-Estado y han ignorado todo el resto.

papa Benedicto XVI discurso Cuerpo Diplomático 2012Solo Avvenire lo pública íntegro y abre su portada con este título: “Más reglas, más dignidad. El Papa: opciones fuertes y nuevas energías para salir de la crisis”. En páginas interiores, los titulares son: “De la crisis, reglas para el bien de todos”, “La apertura a la vida, camino del futuro” y “La libertad religiosa, primer derecho humano”.

Por su parte, L’Osservatore Romano sintetiza: “Respeto a la vida y a la libertad religiosa”, y añade en un subtítulo: “La crisis impone reflexionar sobre la dimensión ética de la existencia incluso antes que sobre los mecanismos económicos”.

Con estas pautas, podemos ya abordar la tarea de ofrecer una síntesis del discurso. Una observación previa: en la elaboración de esta alocución de primeros de año intervienen primero las nunciaturas, que envían a Roma sus sugerencias, que la Secretaría de Estado reordena antes de pasarle al Papa una primera propuesta, reelaborada personalmente por él, pero que conserva la matriz inicial.

Avances

Así, por ejemplo, se recogen con escrúpulo los “pasos” diplomáticos de 2011: las relaciones con Malasia, los acuerdos firmados con Azerbaiyán, Montenegro y Mozambique, el nombramiento de un nuncio apostólico ante la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), el reforzamiento de la colaboración con la Organización Internacional para las Migraciones, etc.

También aparecen algunas de las decisiones de la comunidad internacional que más han satisfecho a la Santa Sede, como la prohibición del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de los procedimientos que utilicen células madre embrionarias, el reconocimiento en Georgia de las minorías religiosas o la sentencia de la Corte Europea de Derechos Humanos a favor del crucifijo en las escuelas italianas.

Al introducir el tema de la crisis, Ratzinger recurre a una reflexión más personal: “Verdaderamente, allí donde no resplandece la luz divina, el mundo está en sombras. Realmente el mundo está en la oscuridad allí donde el hombre no reconoce ya su vínculo con el Creador, poniendo en peligro asimismo su relación con las demás criaturas y con la creación misma. El momento actual está marcado lamentablemente por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales, que son su expresión dramática”.

“En este sentido –prosiguió–, no puedo dejar de mencionar ante todo las graves y preocupantes consecuencias de la crisis económica y financiera mundial. Esta no solo ha golpeado a las familias y empresas de los países económicamente más avanzados, en los que ha tenido su origen, creando una situación en la que muchos, sobre todo jóvenes, se han sentido desorientados y frustrados en sus aspiraciones de un futuro sereno, sino que ha marcado también profundamente la vida de los países en vías de desarrollo”.

Ética y nuevas reglas

“No nos debemos desanimar –atajó inmediatamente–, sino reemprender con decisión nuestro camino con nuevas formas de compromiso. La crisis puede y debe ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética antes que sobre los mecanismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar encauzar las pérdidas individuales o las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad”.

discurso papa Benedicto XVI ante el Cuerpo Diplomático 2012El Pontífice enhebra una reflexión sobre los efectos que la crisis y la incertidumbre han producido en los jóvenes, especialmente en el Norte de África y Oriente Medio; sin citarla expresamente, se refiere a la primavera árabe.

“En este momento –explica–, es difícil trazar un balance definitivo de los sucesos recientes y cuáles serán sus consecuencias para el equilibrio de la región. A pesar del optimismo inicial, se abre paso el reconocimiento de las dificultades de este momento de transición y cambio, y me parece evidente que el modo adecuado de continuar el camino emprendido pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de toda persona humana y de sus derechos fundamentales”.

“El respeto de la persona debe estar en el centro de las instituciones –sigue–, y las leyes deben contribuir a acabar con la violencia y prevenir el riesgo de que la debida atención a las demandas de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en meros instrumentos para conservar o conquistar el poder”.

Y hace una referencia a Siria: “Siento una gran preocupación por la población de los países que sufren todavía tensiones y violencias, en particular Siria, en la que espero que se ponga rápidamente fin al derramamiento de sangre y se inicie un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes”.

Familia y futuro

La segunda parte del discurso se centra en la vida y la familia, que “no se trata de una simple convención social, sino más bien de la célula fundamental de toda la sociedad. Consecuentemente, las políticas que suponen un ataque a la familia amenazan la dignidad humana y el porvenir mismo de la humanidad. El marco familiar es fundamental en el itinerario educativo y para el desarrollo de los individuos y los estados; por tanto, se necesitan políticas que valoricen y favorezcan la cohesión social y el diálogo. En la familia, la persona se abre al mundo y a la vida y, como tuve ocasión de recordar en mi viaje a Croacia, ‘la apertura a la vida es signo de apertura al futuro’”.

Hablando de la libertad religiosa, recuerda a Shahbaz Bhatti, ministro paquistaní católico asesinado en 2011.

“En muchos países, los cristianos son privados de sus derechos fundamentales y marginados de la vida pública; en otros, sufren ataques violentos contra sus iglesias y sus casas. A veces son obligados a abandonar los países que han contribuido a edificar, a causa de continuas tensiones y de políticas que frecuentemente los relegan a meros espectadores secundarios de la vida nacional”.

Por fin, sin renunciar a su preocupación por la conservación del medio ambiente, Joseph Ratzinger lamenta el desastre ecológico de la central nuclear japonesa de Fukushima: “La salvaguardia del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y el cambio climático constituyen ámbitos importantes para la promoción del desarrollo humano integral”.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

 

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