Cuando la parroquia y el barrio son uno contra la crisis

una mujer atiende a inmigrantes en una parroquia solidaria ante la crisis

Cada vez son más las comunidades concienciadas que atienden a centenares de familias

una mujer atiende a inmigrantes en una parroquia solidaria ante la crisis

JOSÉ LUIS PALACIOS | “Se te parte el alma”, explica Pedro Santiago Álvarez Porras, párroco de La Resurrección del Señor, en Madrid, al hablar de los efectos de la crisis en el barrio de Los Cármenes. Un lamento que algunas comunidades cristianas intentan cambiar por iniciativas que sirvan para paliar los efectos de la crisis y acercar el Reino de Dios a los más pobres. [Siga aquí si no es suscriptor]

De entre todas las realidades a las que este sacerdote tiene acceso entre su feligresía, hay algunas experiencias que se le hacen difíciles de soportar: “Está el caso de una familia a la que le han quitado los hijos porque no podían mantenerlos, para llevárselos no se sabe bien a dónde. También sé de al menos unas cinco familias a las que el propio IVIMA (Instituto de la Vivienda de Madrid) ha echado de sus casas porque han dejado de pagar el alquiler”.

De 2007 hasta aquí, las 30 personas de la parroquia que eran atendidas regularmente por Cáritas se han convertido en más de 1.300. Son unas 300 familias que reciben cada mes un carro de comida procedente del Banco de Alimentos, de donativos particulares y de compras directas realizadas por la parroquia. “Debemos ser una de las comunidades que más recurre al Banco de Alimentos: unos 35.000 kilos al trimestre”, apunta Álvarez Porras, quien añade que la Iglesia corre también con los gastos de transporte de los alimentos y el pago de algunas facturas de la luz o el agua.

asamblea parroquial Jaén

Asamblea de los fieles de la parroquia en Jaén

Unos 30 voluntarios de la parroquia se encargan de la distribución de alimentos y de ropa, mientras que el Equipo Parroquial de Cáritas se centra en la acogida y seguimiento de cada familia. Como comenta el párroco, las cuentas cuadran gracias a la ayuda externa de la propia Cáritas Diocesana, pero también del Arzobispado de Madrid y de particulares.

Entre los destinatarios, la mitad pertenecen a la comunidad. “Hay señoras de la parroquia de toda la vida, que podrían ser mi madre, que no están acostumbradas a pedir y a las que cuesta reconocer su situación. También están las familias con hijos en la catequesis”, enumera Álvarez Pozas. Los colectivos más castigados son los gitanos, los inmigrantes (latinos, del centro y del este de Europa, y los magrebíes), personas ancianas con pensiones muy bajas que ahora se encargan de sus hijos y nietos, parejas jóvenes con hijos…

A todos se les trata de ofrecer una respuesta eficaz e inmediata: “Mientras van a los trabajadores sociales del ayuntamiento y les dan cita para dentro de un mes, y luego pasan otros meses hasta que les dan alguna respuesta, en la parroquia son pocos los que se van de aquí sin alimentos y sin unos 30 euros para pagar las facturas. La Iglesia, por muy paternalista que pueda sonar, está sosteniendo a la gente ahora, algo que no hace ninguna otra institución”, concluye este sacerdote diocesano.

Un centro obrero… “en paro”

En Jaén, en el polígono del Valle, un barrio obrero con más de 8.000 almas, también viven los estragos de la economía. La parroquia San Juan Bosco está enclavada en medio del área con mayor número de parados de la ciudad. Se estima que el desempleo afecta al 60% de las personas en edad de trabajar. Quienes trabajan, lo hacen de modo eventual, en la construcción, en la aceituna o, si son mujeres, en el servicio doméstico. Pensionistas y perceptores de ayudas públicas mantienen a hijos y nietos.

reunión de una parroquia en Jaén

Reunión de la Comunidad del Barrio

También aquí, los servicios de Cáritas han visto cómo en los tres últimos años las demandas de ayuda se han duplicado, de modo que 70 familias (unas 280 personas), reciben hoy algún tipo de ayuda de emergencia.

La comunidad parroquial aspira a algo más que a apagar el fuego y lleva varios años intentando convertir los lazos de vecindad en fraternidad. Los equipos de la HOAC, los propios voluntarios de Cáritas y la Asociación de María Auxiliadora, junto con el párroco Juan Fran Rubio, tomaron aliento de la carta pastoral del 1 de mayo de 2009 del entonces arzobispo hispalense, Carlos Amigo Vallejo, en la que decía que “las parroquias deben incluir en sus planes pastorales la atención a las personas más afectadas por la crisis. Denunciando la injusticia, exigiendo compromisos de la administración y motivando a la comunidad parroquial para que comparta sus bienes”.

Relata el titular de San Juan Bosco que, ya en julio de ese año, se puso en marcha la campaña de solidaridad Compartir en tiempos de crisis: “Se pidió a los fieles que aportaran, de manera anónima y voluntaria, un porcentaje de su salario durante los meses de julio, agosto y septiembre. La respuesta se saldó con 7.000 euros a finales de septiembre. Un mes después, se convocaron unas jornadas de reflexión en la que participaron todas las asociaciones de vecinos, entidades educativas y organizaciones sociales que trabajan en el barrio, de las que salió la propuesta de crear la Comunidad de Barrio, una plataforma de interlocución con las administraciones, pero también de implicación de los distintos agentes sociales en la elaboración de soluciones para las familias de la zona”.

La Comunidad de Barrio elaboró un plan integral de actuación que incluye tanto mejoras educativas y formativas como propuestas laborales, sanitarias y sociales, y acciones para fomentar la implicación de los vecinos en la resolución de sus problemas. Como explica Rubio, en sus contactos con la administración municipal y la Junta de Andalucía propusieron “crear puestos de trabajo ligándolos a la prestación de servicios al barrio”.

Para ello, la Fundación Proyecto Don Bosco, con subvención municipal, impartió a 15 parados de larga duración un curso para ser sereno, de los que al menos ocho podrían ser contratados con financiación del ayuntamiento. A día de hoy, a pesar de que la partida fue aprobada por el consistorio, las “patrullas ciudadanas” no están funcionando.dos laicos miembros de una parroquia

Compartir esperanzas

Pese a todo, el párroco cree que hay que seguir implicándose, “hasta compartir ilusiones y esperanzas, lacras y pobrezas con el pueblo, con la gente más sencilla”, pero también ofreciendo “respuesta a los problemas de forma realista y desde el Evangelio de Jesús de Nazaret, aportando la riqueza y el caudal de motivaciones que ofrece la propuesta creyente”.

Para alcanzar estas metas, destaca Rubio, hace falta mucha comunión: “Sumar fuerzas, acoger a personas que quieran aportar, contar con todas las instituciones del barrio”. El gran reto es hacer del barrio una “comunidad” y de la parroquia una comunidad viva “abierta al barrio”.

Plataforma Solidaria en Zaragoza

Todo comenzó cuando unos militantes de la HOAC, vinculados a la parroquia zaragozana de San Francisco, en el distrito de Torrero, empezaron a interpelar a las parroquias del barrio. Luego se dirigieron a colectivos vecinales de todo tipo. Así hasta que, en enero de 2011, un total de 18 entidades fundaron la Plataforma Solidaria de Torrero.

Unas semanas después, 120 personas acudieron a su primera asamblea vecinal y, apenas unos días más tarde, 300 salieron en manifestación por las calles del barrio, bajo el lema Crisis, ¡muévete! Desde entonces, se han realizado varias asambleas, numerosas charlas e infinidad de reuniones de coordinación.

El propio párroco de San Francisco, Eleuterio Ruiz del Portal, siempre anuncia en las misas las iniciativas de la plataforma y anima a los grupos parroquiales a movilizarse.

“La reivindicación y la manifestación pública no está en los genes de muchos párrocos y cristianos; muchos son hijos de otro tiempo”, expresa compresivo. No es el caso de Antonio Aguar, también franciscano, quien no se pierde una reunión de la plataforma: “Hemos hecho un gran esfuerzo de difusión y de formación, pero siempre somos los mismos”. Aun así, este 2012 buscarán nuevas formas para ser comunidades vivas y acogedoras con las víctimas de la crisis.

En el nº 2.784 de Vida Nueva.

 

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