‘The artist’: en boca de todos

fotograma The artist

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J. L. CELADA | En plena fiebre del 3D, y cuando la industria del celuloide exhibe sus conquistas en la pasarela de las últimas tecnologías de un modo casi circense, alguien ha tenido la ocurrencia de devolvernos a los albores de este invento y adoptar los patrones estéticos de entonces: fotografía en blanco y en negro, formato estándar, banda sonora que suple la ausencia de palabras… Pero no solo eso.

Con su nuevo trabajo, Michel Hazanavicius nos ha permitido también recuperar por un rato (o descubrir, según los casos) la genuina esencia del cine en su sentido más clásico, la que surge de la originaria y perfecta comunión entre las imágenes en movimiento y un puñado de individuos confiados al único auxilio de su expresión corporal y facial.

¿Una temeridad?, ¿un anacronismo?… Simplemente, un maravilloso homenaje a la labor y el compromiso de no pocos directores (Griffith, Murnau, Lang…) y actores (Fairbanks, Pickford, Chaplin…) cuyo silencio y profesionalidad acompañaron a este arte en su crecimiento hasta que aprendió a hablar. Estrellas del cine mudo que, como el protagonista de The Artist, se vieron desubicadas y a menudo apartadas tras la irrupción del sonoro. Porque el estreno de El cantor de jazz (1929) marcaría un punto de no retorno en sus carreras y en la propia manera de entender la profesión.fotograma The artist

Sin concesiones a la nostalgia y haciendo gala del encanto y la frescura de aquellos títulos de las primeras décadas del siglo XX, el realizador francés nos narra la historia de dos trayectorias que se cruzan: la de un veterano galán que asiste impotente a su declive y la de una joven extra cuya voz le proporcionará sonados (y sonoros) éxitos en un meteórico ascenso.

La amistad/rivalidad entre ambos artistas es el argumento central de un guión que, sin ser original, administra con inteligencia lo mejor de cada género (melodrama, comedia, musical…), sobreponiéndose a las lógicas limitaciones que arrastra una película muda.

The Artist, sin embargo, sale airosa en cada situación que se le presenta: ya sea poniendo en evidencia a quienes se ríen del futuro que anuncia el sonido, como cuestionando a cuantos miran con recelo la gesticulación (“sobreactuación” lo llaman) de los pioneros en el noble oficio de interpretar. Todo ello muy bien arropado, además, por una austera pero impecable puesta en escena, oportunas pinceladas de ingenio (¡ojo al sueño de nuestro hombre!) y esa admirable naturalidad (y modernidad) de las propuestas que soportan el paso del tiempo y siguen conmoviendo al espectador de cualquier época.

Si estas consideraciones no fueran motivos suficientes para atraer al gran público, la obra de Hazanavicius nos deja un buen número de guiños para cinéfilos sobre referentes del pasado, muchos de los cuales no necesitaron decir ni mu para estar todavía hoy en boca de todos. Quién sabe si la feliz resurrección que supone de The Artist seguirá sus pasos. Méritos le sobran.

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: The Artist.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Michel Hazanavicius.

FOTOGRAFÍA: Guillaume Schiffman.

MÚSICA: Ludovic Bource.

PRODUCCIÓN: Thomas Langmann.

INTÉRPRETES: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller, Missi Pyle

En el nº 2.783 de Vida Nueva.

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