Enrico dal Covolo: “África y Europa deben aprender mutuamente”

Enrico dal Covolo obispo salesiano rector Pontificia Universidad Lateranense

Rector de la Universidad Lateranense

Enrico dal Covolo obispo salesiano rector Pontificia Universidad Lateranense

Texto y fotos: DARÍO MENOR | La Universidad Pontificia Lateranense de Roma acaba de inaugurar su nueva área de investigación y estudios interdisciplinares para el desarrollo de la cultura africana, un centro con unas características únicas que tiene como objetivo la formación de líderes de este continente en todos los campos. El obispo salesiano Enrico dal Covolo, rector de la llamada “universidad del Papa”, considera el proyecto una respuesta a la reciente exhortación postsinodal Africae Munus. [Siga aquí si no es suscriptor]

– ¿Es este centro hijo del Sínodo sobre África de 2009?

– Sí, es así. De forma paralela, había una demanda por parte de nuestros alumnos, pues tenemos muchos estudiantes africanos. También venía esta exigencia de parte de alumnos de otras universidades romanas. Y contábamos con profesores que nos lo pedían. De esta unión ha nacido esta iniciativa, que pretende coordinar lo mejor posible algunas actividades separadas que ya se venían realizando.

– ¿Pretenden instruir a los futuros profesores y formadores africanos que enseñarán en universidades del continente?

– Sí, una de nuestras ambiciones es la formación de los formadores, pero no es la única. Queremos formar a líderes que sepan tomar decisiones de forma acertada en los negocios, la política o la comunicación; más allá del campo académico. En todos estos ámbitos intentamos formar sobre todo a laicos, para que sean capaces de insertarse en la sociedad de forma activa, fecunda y cristianamente inspirada. Enrico dal Covolo obispo salesiano rector Pontificia Universidad Lateranense

– ¿Cómo está organizada el área de investigaciones sobre África?

– Tiene dos departamentos: uno dedicado al pensamiento filosófico y otro a los estudios jurídicos, al derecho. Por el momento, nos hemos preocupado sobre todo de que sea una actividad de investigación extracurricular que permita la organización de convenios. Esperamos que en el futuro impulse el estudio de un máster. Esta área de investigación es un gran contenedor, situado a un nivel fuera de los cursos académicos ordinarios, que nos debe dar una libertad mayor, garantizando fuertemente el aspecto interdisciplinar e internacional.

– ¿Por qué la Iglesia debe promover una iniciativa así en una universidad romana y no en un ateneo en África?

– En este momento, nosotros, como universidad del Papa, pensamos, antes de nada, que tenemos una misión específica: transmitir lo mejor posible las indicaciones del Santo Padre. El verdadero superior de esta universidad no es el rector, sino el Papa. En este caso, se han manifestado de modo clarísimo en la exhortación postsinodal Africae Munus. En segundo lugar, en este momento tenemos más recursos que cualquier universidad africana.

“Queremos formar a líderes en África
que sepan tomar decisiones de forma acertada
en los negocios, la política o la comunicación;
más allá del campo académico”.

– ¿Pero tienen los católicos europeos autoridad para enseñar a los católicos africanos?

– Justo por eso pensamos que es importantísimo seguir las indicaciones del magisterio del Papa, que son extremamente iluminadoras y que se hacen cargo de este problema al que usted se refiere. Está claro que nosotros, en la Vieja Europa, estamos tentados de forma más fuerte que cualquier otro pueblo por el consumismo y una visión materialista de la vida. Esta situación no es común a África, que, en cambio, en estas cuestiones tiene una realidad mucho más positiva. El Papa señala por qué en este momento África es el continente de la esperanza. Dice que es precisamente por este apego espontáneo a la vida y a los valores auténticos, por el menor consumismo… Pienso, en resumen, que hay necesidad de aprender en los dos sentidos. Se debe crear una circulación virtuosa de iniciativas entre África y nosotros.

Enrico dal Covolo obispo salesiano rector Pontificia Universidad Lateranense– ¿Cómo ha vivido el reciente viaje de Benedicto XVI a Benín?

– Con una gran emoción. Debo decir que llevo a África en el corazón. He estado en ese continente solo dos meses, pero fue una experiencia maravillosa. Fui como postulador de la familia salesiana y visité la mayor parte de las naciones más importantes del centro y del sur de África. Aprecio mucho los valores profundos que tiene su cultura. También he comprobado que si resuelven algunos de los problemas que todavía lastran el desarrollo auténtico, África puede ser de verdad el continente de la esperanza para la Vieja Europa.

– ¿Cuáles cree que son esos problemas?

– Yo he encontrado estos, pero el Papa es mucho más preciso en su análisis. En mi opinión, el primero es la corrupción, que afecta tanto a los políticos como, a veces, también desgraciadamente, a la jerarquía eclesiástica. Luego está la utilización parcial de los recursos. Hay recursos enormes que, en la práctica y por diversos motivos, no son utilizados. Tercero, el tribalismo, que en ocasiones se manifiesta de forma cruel y sangrienta.

– Es usted rector de la Universidad Lateranense desde hace un año y cinco meses. ¿Qué balance hace de este tiempo?

– Está siendo una experiencia muy hermosa, fascinante. Estoy muy satisfecho. He encontrado la universidad como me había sido descrita por mi predecesor, Rino Fisichella. Tenemos unos recursos, instalaciones y posibilidades excelentes, pero hace falta cuidar más la dedicación plena por parte de los docentes. Esto no se debe a la mala voluntad de los profesores, sino debido a la emergencia educativa que afrontamos. En este momento se pide a los docentes un plus de trabajo, es decir, la tutoría. Profesores y estudiantes deben dárselo todo mutuamente. Esto no significa que la lección tradicional deba ser olvidada. Ha de ser siempre preparada de manera constante y detallada, pero hoy es insuficiente. Hace falta una relación más estrecha y personalizada entre el docente y el estudiante.

“La emergencia educativa que afrontamos
obliga a que profesores y estudiantes
deben dárselo todo mutuamente”.

– Una universidad católica tiene el desafío añadido de la formación en los valores de la fe. Para un centro pontificio como la Lateranense, el reto es aún mayor…

– Sí. Para nosotros, el reto importante es mostrar en qué consiste la bendita síntesis teológico-filosófica que debe presidir el saber universal, de manera que una universidad sea digna de este nombre. Esto afecta no solo a las universidades católicas y pontificias, sino a todos los centros. Todos los ateneos deben hacerse la pregunta de la síntesis teológico-filosófica. Nosotros deberíamos ser capaces de realizar esto de forma modélica.

– ¿Cuántos estudiantes tienen?

– Unos 4.000 alumnos. Este año ha habido un incremento, lo que es significativo, dada la difícil situación económica. Alrededor de la mitad de los estudiantes son mujeres. Los laicos representan el 60% del alumnado.

– ¿Por qué un estudiante debe elegir la Lateranense y no otra universidad?

– La característica distintiva es que tenemos un lazo muy especial con el Santo Padre y la Santa Sede que ninguna otra universidad posee. Por esto se llama a la Lateranense la “universidad del Papa”. El segundo motivo para elegirnos es la excelencia en los estudios jurídicos. Tenemos una facultad de Derecho Civil con títulos reconocidos por la República Italiana, una facultad de Derecho Canónico y, además, el Instituto “Utriusque Iuris”.

En el nº 2.783 de Vida Nueva.

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