Taizé apela al ecumenismo como “necesidad vital” en Berlín

encuentro de jóvenes de Taizé en Berlín 2011

La comunidad reunió a 30.000 jóvenes en su habitual encuentro europeo navideño

encuentro de jóvenes de Taizé en Berlín 2011

Berlín acogió a 30.000 jóvenes convocados por Taizé

M. Á. MALAVIA | Con el objetivo de afianzar el paso Hacia una nueva solidaridad, como explicaba el lema de las jornadas, hasta 30.000 jóvenes respondieron a la convocatoria de la comunidad ecuménica de Taizé, que celebró, del 28 de diciembre al 1 de enero, su 34º encuentro europeo en Berlín.

Como es tradicional, los predominantes espacios para la oración se complementaron con talleres, que giraron en gran parte en torno a la carta que el Hermano Alois, prior de Taizé, redactó a modo de mensaje para la reflexión.

Con un tono interpelante, este destaca la potente significación de la capital alemana como paradigma actual. Dividida por un muro que separó el este comunista y el oeste capitalista entre 1961 y 1989, hoy es “un símbolo para todos los que, en todo el mundo, intentan franquear los muros de separación y extender la confianza”.

Algo que también se percibe en lo religioso, donde, “aun siendo una minoría –Berlín destaca por su alto índice de ateísmo–, los cristianos buscan vivir el Evangelio”. Además, el hecho de que esa situación de minoría se dé en un país en el que conviven dos grandes bloques, uno católico y otro protestante, hace que “su testimonio común y su compromiso ecuménico” no sean una opción, “sino una necesidad vital”.

La carta del Hermano Alois invita con fuerza a los jóvenes a que acometan la labor de construir una “nueva solidaridad”, apostando por la confianza en “la bella esperanza humana”, amenazada hoy “por el desencanto” que imponen, entre otros factores, “las dificultades económicas cada vez más pesadas” o “la impotencia frente a las catástrofes naturales”.

Ante esto, la superación de “los prejuicios entre los pueblos”, la atención a “los inmigrantes tan próximos y tan lejanos”, la acogida de los más débiles, el fin de la separación y la “ignorancia recíproca” entre las religiones o la vivencia de la fe como una peregrinación constante en busca de la verdad, aparecen como formas concretas de avanzar hacia ese nuevo modelo de sociedad basado en la convivencia. Una meta a la que la Iglesia contribuye cuando “escucha, cura y reconcilia”. Esto es, cuando se muestra “nunca distante, nunca a la defensiva, libre de severidades”.

En el nº 2.783 de Vida Nueva.

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