Mª Inez Furtado: “Se aprende más lo que se experimenta que lo que se oye”

Maria Inez Furtado superiora general Hijas de Jesus

Superiora general de las Hijas de Jesús

Maria Inez Furtado superiora general Hijas de Jesus

MAITE LÓPEZ MARTÍNEZ | Recientemente ha tenido lugar el XI Congreso de Escuelas Católicas. Mª Inez Furtado, superiora general de las Hijas de Jesús, fue la encargada de inaugurarlo con una ponencia que resultó brillante por su claridad y convicción. Sus palabras fueron conscientemente provocativas y, ciertamente, iluminadoras.

– ¿Cuál sería el resumen, el meollo del cambio de paradigma en la educación espiritual que usted propone?

– El meollo es volver a reconocer que Jesús está vivo en medio de nosotros, nos está llamando a colaborar con Él, a través de la educación y no a ser protagonistas potentes que creen que, las propias respuestas y/o posibilidades son la mejor solución para el ser humano. El meollo está en conocer y experimentar el fundamento de nuestra alegría como personas y reconocer que sin encarnar en lo cotidiano los valores que Jesús vivió, sin asumir su propuesta de vida, sin adherirnos a su modo de ser, no llegaremos a hacer realidad nuestro sueño de fraternidad, verdad, solidaridad, equidad… Esto implica creer que la educación será espiritual en la misma medida en que nos dejemos conducir por el Espíritu de Dios, el mismo que condujo a Jesús a lo largo de su vida. ¡Esto es algo que nos pide muchos cambios!

– En su intervención dijo que no faltan los que con buena voluntad pretenden hacerlo (cambiar el paradigma) restaurando viejos modelos del pasado, basados únicamente en la transmisión, el incremento de la confesionalidad y de los elementos que nos identifican. ¿Cree que no hay nada aprovechable de los modelos educativos tradicionales?

– Sería prepotencia por mi parte interpretar que el modelo de educación tradicional es inaprovechable. Me refiero a que los cristianos sabemos por experiencia que el cristianismo no es solo una religión, sino un modo de vida, una postura en la vida que nos hace buscar asemejarnos a Jesús y seguir sus propuestas. La educación espiritual no puede poner otros fundamentos que el único ya puesto, que es Jesucristo. Lo fundamental será ayudar a nuestros alumnos a relacionarse con Jesús, conociéndolo y amándolo más que a sí mismos; enseñarles que esto nos conduce a un estilo de vida comprometido con el bien de todos y que es eso lo que entonces celebramos en la comunidad de los que en su vida buscan ser cristianos, en la Iglesia de Jesucristo.

Por eso, el tema del servicio y comunión también necesitan un cambio hoy en la educación católica. La comunión incluye no excluir a nadie por el simple hecho de ser más o menos tradicional. Al contrario, el reto es el diálogo, la complementariedad, la unidad en la multiplicidad y no solo en la Iglesia católica… Para todo eso también se educa o no se educa… Para ello, incidirá mucho en positivo o en negativo el clima que se tiene en la escuela y el rumbo marcado por las decisiones que tomamos. Se aprende más lo que se experimenta que lo que se oye.

– Como general de un instituto presente en muchos países, seguramente tendrá una visión panorámica de la educación evangelizadora… En su opinión, ¿hacia dónde camina la educación concretamente en España?

– Yo no puedo decir que tengo una visión global de la educación en España. Por lo que he oído en el Congreso, creo que se dan pasos de crecimiento cuando las leyes permiten que haya mayor libertad en educación y cuando no se ‘impone’ tanto en contenidos, formas, modelos… La puerta de la creatividad tiene que estar siempre abierta para que las personas competentes en cada sector social puedan actuar y hacer nacer lo nuevo. Lo que sí puedo constatar es que las escuelas católicas en España viven un momento importante de revisión de sus métodos y pedagogía cristiana, y eso es muy bueno.

– ¿Cuál fue su percepción global del Congreso? ¿Sacó alguna conclusión en particular?

– Percibí el gran interés que están teniendo los educadores cristianos en España en agrandar la propia visión y no permanecer cada uno luchando solo, en campos aislados. Sin hacer de la educación una verdadera acción social en la que intervienen y colaboran muchas instituciones, y sin abrirnos al nuevo desafío de la comunicación, cada vez más amplia y universal, no podremos colaborar hoy en la formación integral de la persona, educando hombres y mujeres con recursos para dar respuestas humanas a los desafíos de su historia. En el Congreso intuí que queremos reforzar el camino de la humildad e integración con otros. ¡Es una buena propuesta!

mtlopez@vidanueva.es

En el nº 2.781 de Vida Nueva.

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