La pastoral vocacional es “intermitente y pusilánime”

Manuel Sanchez Monge obispo Mondoñedo Ferrol

El obispo de Mondoñedo-Ferrol invita a presentar un cristianismo alegre y positivo

Manuel Sanchez Monge obispo Mondoñedo Ferrol

Manuel Sánchez Monge, obispo de Mondoñedo-Ferrol

JOSÉ RAMÓN AMOR PAN. A CORUÑA | Con el título Una pastoral vocacional entusiasmada, el obispo de Mondoñedo-Ferrol, Manuel Sánchez Monge, hizo público el 27 de noviembre, primer domingo de Adviento, un interesante documento de 54 páginas en el que, de principio a fin, se insiste en que “no podemos anclarnos en el pasado y vivir de lamentaciones”, se denuncia “la patología del cansancio y de la resignación” y se subraya la necesidad de “presentar un cristianismo alegre y positivo”.

Habla también el prelado en esas páginas de la necesidad de lograr una pastoral que sea “evocadora, provocadora y convocadora”, e insiste una y otra vez en señalar como terreno propicio para que crezca y prospere una vocación “el ambiente donde el seguimiento de Jesús se viva con gozo, convicción e ilusión”.

El prelado mindoniense no escatima en su escrito las preguntas difíciles, como cuando habla de sacerdotes y consagrados que arrastran vidas tristes, mediocres y grises que no suscitan en nadie el deseo de compartirlas. Y se interroga retóricamente: “¿Será verdad que nos falta entusiasmo y nos sobra criticismo, y que transmitimos más interrogantes que afirmaciones entusiastas?”.

Recordando una frase del cardenal Newman ciertamente sorprendente (“El problema no son los curas que no hay, sino los que hay”), concluye: “Allí donde hay presbíteros y religiosos que aportan un testimonio claro y gozoso de su vocación, surgen nuevas vocaciones al sacerdocio y a la Vida Consagrada”.

“Una comunidad cristiana no debiera estar tranquila hasta que en lugar de pedir sacerdotes al Obispo fuera capaz de ofrecerle candidatos al ministerio”, afirma Sánchez Monge. En este sentido, respecto a la actitud de las familias ante la posible vocación sacerdotal o religiosa de un hijo suyo, se pregunta: “¿La desean? ¿La piden a Dios? ¿Son una ayuda y un acompañamiento en el discernimiento de esa vocación?”. Y él mismo se responde: “No es frecuente que nuestras familias valoren la vocación al ministerio o a la Vida Consagrada”.

Dejar a un lado las divisiones

Por todo ello, urge a recuperar la vida como vocación y una mística eclesial. Recordando a Benedicto XVI, afirma que “es necesario dejar a un lado divisiones estériles, desacuerdos y prejuicios, para escuchar juntos la voz del espíritu que guía a la Iglesia hacia un futuro de esperanza”.

Reconoce asimismo el prelado que la pastoral vocacional suele ser “intermitente, pusilánime, tardía y poco interpeladora” e insiste en subrayar el inestimable papel de la dirección espiritual: “Los planes pastorales han supuesto un trabajo que algún día darán todo su fruto, pero también han tenido sus limitaciones. Una de ellas, y quizá de las más graves, es que han dejado en segundo término la dirección espiritual”.

En el nº 2.780 de Vida Nueva.

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