José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
Redactor jefe de Vida Nueva

Apologetas y despachos parroquiales


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JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“En ese Directorio se dice que la mejor pastoral familiar es la que hacen las propias familias. ¿Por qué no se las escucha entonces? Pero que sea una consulta amplia, diversa…”.

Uno de los platos fuertes del próximo Plan Pastoral de la CEE será un documento sobre la pastoral matrimonial y familiar para hacer frente a los ataques, se dice, que recibe esa institución en España.

Titulado La verdad del amor humano, está siendo preparado por los miembros de la subcomisión episcopal para la Familia y Defensa de la Vida. Bueno, por algunos, pues uno de sus integrantes, delante de todos sus hermanos, señaló en la reciente Plenaria que a él no se le había pasado el borrador con el que se había estado trabajando.

El texto, tras ser expuesto a la consideración de la Plenaria, fue “devuelto” a sus autores para que se equilibrasen sus descompensados niveles de apologética y el lenguaje no fuese tan condenatorio. A saber por qué, recordé el Directorio de Pastoral Familiar, aprobado en 2003, y que recibió un aluvión de críticas desde casi todos los sectores sociales. Aquella propuesta de itinerario pastoral para acompañar a las familias no ha logrado aumentar el número de bodas por la Iglesia, que ha bajado un 70% desde 2000.

En ese Directorio se dice que la mejor pastoral familiar es la que hacen las propias familias. ¿Por qué no se las escucha entonces? Pero que sea una consulta amplia, diversa, como los son las asociaciones de familias cristianas, y no solo las de aquellos grupos más afines.

Tampoco estaría de más poner la oreja a lo que, desde hace ya unos años, se viene escuchando en tantos despachos parroquiales de grandes ciudades y pueblos pequeños: mujeres desesperadas que sacan fuerzas de la flaqueza para tirar de una familia donde todos sus miembros están en paro y en donde el marido se desliza por la espiral de la depresión y el alcohol; madres e hijos maltratados (sí, también en familias católicas) a los que la crisis desestructura más que la ideología de género; adolescentes a los que se echa de casa porque hay demasiadas bocas y poca comida; novios condenados a perpetuarse con sus padres porque el futuro no hace viable su plan de vida…

Esos despachos conocen un amplio catálogo de amarguras. Y a “padres coraje” que luchan por seguir manteniendo en pie una familia cuyo mayor problema es que, entre todos, la hemos dejado a la intemperie.

En el nº 2.780 de Vida Nueva.