Egipto esboza su democracia en un clima de guerra

Plaza Tahrir El Cairo

Las elecciones para elegir un nuevo Parlamento son tuteladas por el Ejército

militares durante las elecciones en Egipto

Fuerte presencia militar ante las primeras elecciones reales en Egipto en 60 años

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Diez meses después de que cayera el régimen militar de Hosni Mubarak, el símbolo del movimiento pacífico por la democracia, la Plaza de Tahrir, en el Cairo, ha vuelto a ser tomado por miles de egipcios que temen que el Ejército se quiera perpetuar en el poder a través del Gobierno provisional del mariscal Mohamed Husein Tantaui. Muchos mantienen que quien fuera ministro de Defensa en la dictadura no representa un cambio hacia la democracia, sino un modo de asegurar el tutelaje militar de la vida política del país. [Siga aquí si no es suscriptor]

Lo cierto es que, por primera vez desde hace casi 60 años –Mubarak accedió al poder en 1981, pero la república nacionalista autoritaria se inició en 1952, con el derrocamiento del monarca Faruk por Nasser–, el pasado lunes 28 hubo elecciones teóricamente libres. Teóricamente, porque se produjeron en medio de la represión militar de las protestas que volvieron a llenar la Plaza de Tahrir, y que, en los días previos, dejaron 42 muertos y cientos de heridos.

Fuentes cercanas a las que ha tenido acceso Vida Nueva describen la situación como muy grave, culpando de la misma al Consejo Militar que hace las veces de Gobierno provisional: “Actúa más brutalmente que Mubarak, miente a los ciudadanos y, aunque es como un fantasma que nunca aparece, es de tendencia islamista. Hay delincuencia y atracos por todos los lados. Y todos creen que los matones son los propios policías…”.

Plaza Tahrir El Cairo

Vista de la Plaza Tahrir de El Cairo

Aunque el día 28 no hubo enfrentamientos, la credibilidad del proceso quedó en entredicho porque Tantaui no aceptó la presencia de observadores internacionales. En su lugar, 4.500 jueces locales vigilaron por el correcto desarrollo de la jornada electoral, que transcurrió entre una gran movilización ciudadana –hubo hasta tres horas de cola frente a los colegios–, denuncias de irregularidades y un fuerte control militar.

No ha hecho más que iniciarse un proceso de gran complejidad y que se prolongaría durante varios meses hasta que pudiera entrar en vigor una nueva Constitución. Las elecciones iniciadas el día 28 establecerán, tras varias fases, una Asamblea Popular (Cámara Baja) y una Shura (Cámara Alta). Algo que no concluiría, previsiblemente, hasta marzo. Constituidas las Cortes, estas elegirían una comisión para elaborar el nuevo código legislativo.

Los expertos señalan como grandes favoritos a los Hermanos Musulmanes, a través de su marca política, la coalición de la Libertad y la Justicia. Pero, de lograr este partido islamista la mayoría, se desconoce cuáles serían las consecuencias. Las opiniones van desde quienes creen que impulsarían de un modo radical la sharia (ley islámica) como eje jurídico hasta quienes argumentan que sus alianzas con distintos grupos les llevarían a seguir una línea de tolerancia.

También crece la sospecha de que los Hermanos Musulmanes (prohibidos desde 1954, aunque participaban como independientes en las elecciones tuteladas por el régimen de Mubarak) habrían pactado con el Ejército su transición al poder. Una versión que ha ganado fuerza al no haber participado los islamistas en las últimas protestas en la Plaza de Tahrir, reprimidas por los militares, mientras que su presencia fue muy activa en las manifestaciones que ocasionaron la caída de la dictadura.

Los cristianos, entre el miedo y la esperanza

La situación de violencia generalizada es denunciada desde hace meses por la minoría cristiana copta, muy activa en las protestas y que ya sufrió semanas atrás la matanza de 27 de sus miembros, presuntamente a manos del Ejército.

El nuncio en Egipto, Michael Fitzgerald, en declaraciones a la agencia misionera MISNA, pidió antes de las elecciones que se vigilara por “su buen desarrollo”, ya que, “sin el voto democrático, la voz del pueblo no es escuchada”. Por ello, llamó a las autoridades a que acabaran con “la represión y la violencia cometidas por los militares, en particular entre los jóvenes, tanto musulmanes como cristianos”.

El temor a una creciente islamización del país podría llevar a los cristianos a apoyar de un modo homogéneo a un único partido entre los muchos que se presentan para que defienda sus derechos. Aunque no se afirma públicamente, el bloque liberal podría concentrar los votos de una comunidad que representa el 10% de la población.

En el nº 2.779 de Vida Nueva.

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