Educación, jóvenes y abusos interpelan a la Iglesia chilena

manifestacion estudiantes en Chile

El mensaje final de la Asamblea episcopal resume los tres temas centrales de esta cita

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Reciente manifestación estudiantil en Chile

J. L. CELADA | Tres asuntos fueron objeto de especial atención durante la 102ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh), celebrada el pasado noviembre en Punta de Tralca: la mejora de la calidad educativa en el país, la realidad de los jóvenes en el seno de la Iglesia y la puesta en marcha de las denominadas Unidades de Prevención y Acompañamiento en los casos de abusos a menores por parte de miembros del clero.

Así, al término de su reunión, el presidente de la CECh y arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, y el obispo de Valdivia, Ignacio Ducasse, recién elegido secretario general de este organismo, dieron a conocer un mensaje recogiendo el sentir de la jerarquía católica en torno a esa triple preocupación.

El documento episcopal –que lleva por título Una Iglesia y un País que aprenden de su caminar– comienza agradeciendo “la participación activa y entusiasta” en las jornadas de trabajo de 16 jóvenes pertenecientes a diversas instancias eclesiales y sociales, cuyas reflexiones sobre la realidad nacional (“asunto de la mayor trascendencia para la Iglesia”) fueron escuchadas con gran interés.

Testigos de todo “un proceso de formulación de justas y postergadas demandas para mejorar la calidad de la educación y asegurar su acceso a todos los niños y jóvenes”, los obispos advierten que, en la situación actual, “no basta la inyección de recursos económicos ni mejorar la infraestructura o cambiar leyes”.

A su juicio, se necesita también una “formación integral” de los estudiantes, que haga de ellos “honestos ciudadanos y personas con valores humanos y trascendentes”. Algo que exige, asimismo, la continua capacitación del profesorado y la necesaria cooperación entre escuela y familia.

Los pastores se muestran confiados en que la disposición al diálogo por parte de los actores implicados (políticos, educadores, estudiantes…) contribuirá a alcanzar acuerdos para que las aspiraciones de estas instancias, “así como de otras legítimas expresiones ciudadanas por medios pacíficos”, se traduzcan en “políticas que favorezcan el bien común de la sociedad y, especialmente, resguarden a los más desfavorecidos y vulnerables”.

La Iglesia “en estado de Misión Joven” fue otro de los temas presentes en la agenda episcopal y que incorpora el texto final de la Asamblea. Tras dejar constancia de todo lo que supone e interpela el movimiento estudiantil de los últimos meses a la sociedad chilena y a su modelo educativo, los miembros del Episcopado reflexionaron en profundidad acerca de la realidad juvenil en el país y en la propia Iglesia.

Acogida y seguimiento

En el marco de la Misión Joven que se disponen a celebrar a lo largo del año 2012, los prelados chilenos se muestran convencidos de la necesidad de escuchar a los jóvenes, para después invitarlos a conocer a Jesús, “asumir sus enseñanzas y seguirlo en la comunidad eclesial”. Un itinerario que pasa antes por “acoger los valores y proyectos que, desde sus diversas situaciones y culturas, los jóvenes nos proponen para lograr una sociedad más justa y para ser una Iglesia más sencilla, cercana y acogedora”.

En este sentido, los firmantes se sienten en la obligación de “contribuir a que [los jóvenes] sean verdaderamente protagonistas de la transformación que nuestras instituciones y comunidades necesitan para ser más fieles a su vocación, más coherentes con su misión, mejores servidoras y educadoras”.

La CECh no quiere acabar su mensaje sin ofrecer una palabra a propósito de recientes sentencias judiciales por casos de pederastia que han afectado a algunos miembros del clero, con el consiguiente debate que se ha generado en la sociedad chilena.

Saliendo al paso del mismo y de los tristes episodios que lo han desencandenado, los obispos expresan su respeto por las decisiones adoptadas por la Justicia ordinaria y ratifican su “plena adhesión” a los criterios de la Santa Sede sobre los abusos a menores. Asimismo, unidos a la “inequívoca voluntad” de Benedicto XVI en esta cuestión, confían en que la constitución de las Unidades de Prevención y Acompañamiento a víctimas, tanto en las diócesis como en las congregaciones religiosas, sea “un nuevo signo de nuestra plena convicción de que no hay abuso tolerable en una Iglesia que es discípula de Jesucristo”. “El Episcopado en su conjunto –concluye el documento– compromete su mayor disposición para este propósito”.

En el nº 2.779 de Vida Nueva.

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